Zaragoza
La veteranía de Paulita pide paso en las ferias
El diestro sale a hombros en una importante tarde en la última de Valdemorillo
Valdemorillo (Madrid). Tercera y última de feria. Se lidiaron toros de Ana Romero. El 1º, de buen pitón izquierdo aunque le falta viaje; 2º, de escaso fondo; 3, noble pero sin fuelle; 4º, difícil; 5º, exigente y agradecido; 6º, desigual y sin celo. Dos tercios de entrada.
Javier Castaño, de azul pavo y oro, media tendida, dos descabellos (saludos); pinchazo, estocada (saludos).
Paulita, de lila y oro, estocada, descabello (vuelta al ruedo); estocada (dos orejas).
Manuel Escribano, de blanco y plata, estocada baja (silencio); pinchazo, estocada (silencio).
Paulita lleva en la difícil sombra un buen puñado de años. En esa dureza de prepararse para torear 50 tardes durante el invierno sin tener ni un solo contrato firmado y con suerte llegar al Pilar de Zaragoza, allá por octubre, con tres. Cuántos casos hay. Cuántos buenos toreros perdidos en ese ciclón de ferias, a veces repetitivas en carteles cerrados, impermeables y sin apenas un segundo circuito donde encontrar salida. Una crisis devoradora, que auguran algunos que dejará el campo desierto de aquí a unos años y no sabremos lo que habrá dejado en el camino. Por eso, ver ayer anunciado a Paulita nos abría una ventana y acabó siendo un ventanal con vistas al mar. Dio una vuelta al ruedo en su primero. Imprimió la calidad enseguida, en el saludo de capa, tal vez al segundo lance. Ahí había toreo. Y no renunció a su concepto, a su buen concepto, clásico y de clase, a pesar de vérselas con un encierro de santa coloma con el hierro de Ana Romero. Si tiramos de prejuicios no nos casaban las cuentas, nos equivocamos. A ese segundo toro le faltó entrega y humillación, iba el animal al paso y con las revoluciones justas. Impuso Paulita su parsimonia para hacer el toreo despacio, hasta la suerte suprema.
El quinto le exigió una barbaridad. Llevaba la oportunidad del triunfo, pero había que ir a buscarlo. No fue toro fácil, al contrario, pero sí agradecido. El de Romero no regaló una arrancada, más bien desafió antes de hacerlo y midió a Paulita. El maño tragó y fue sacando lo mejor de sí y del toro hasta lograr la comunión. Y el éxito detrás de la espada. Abrió la puerta grande. Merecidísima. Acierto del empresario.
La cuadrilla de Javier Castaño no pasó la oportunidad por alto. Ni en uno ni otro toro. Y se lo valoraron. Castaño sigue con su afán de devolver la importancia a todos los tercios. Y da con la tecla. Porfió con un cuarto que no fue claro y tuvo muchas complicaciones. Tomó mejor la muleta el primero, sobre todo por el pitón izquierdo, lo hizo descolgando mucho la embestida aunque le faltara un tranco. Y la faena tuvo buenos momentos aunque sin alzar el vuelo definitivo.
A Manuel Escribano le hizo pasar un mal rato el sexto, sobre todo de salida. Se fue a esperarlo a portagayola, y además de que tardó en salir una barbaridad, no quiso acudir al capote y se aculó en tablas. Repuso en la muleta con desigual embestida y no estuvo a gusto el sevillano. Cogió con buen aire la muleta el tercero, pero sin fuelle, por lo que apenas quedó el aplomo de Escribano. Esta vez le tocó a Paulita salir a hombros. Y solo. Triunfo de nuevo de un torero veterano. Da que pensar...
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