Sevilla
Manuel Escribano: «Volver en Valdemorillo es el escenario perfecto»
Superada su gravísima cornada en la vena ilíaca, el sevillano inicia el sábado una «temporada crucial» para su carrera
De la miel a la hiel. Manuel Escribano surcó en una sola temporada la montaña rusa del toreo. Desde el desnivelado raíl de la falta de contratos, subió al punto más alto de la catenaria en La Maestranza, encumbrándose al desorejar a un gran toro de Miura. Sevilla le puso en órbita. Pero la vagoneta, bien cargada por un enorme yacimiento de contratos, frenó en seco en Sotillo de la Adrada (Ávila). Tabaco fuerte, la vena ilíaca destrozada y tres litros de sangre en el abdomen atenazando su vida. Ahora, Valdemorillo es un nuevo amanecer. El sábado vuelve a los ruedos y 2014 debe ser su año.
-Estará deseando volver a vestirse de luces...
-Sí, tengo muchísimas ganas. Imagínate. Han sido meses muy complicados, situaciones extremas y ver esta reaparición tan cerca, me llena de ilusión después de todo lo que he pasado. Además, mi vuelta creo que lo tiene todo: una feria bonita en plaza cubierta, a principio de año, cerca de Madrid, con televisión... Es el marco perfecto.
-Como dice, su temporada echa a andar bien temprano. Al no poder redondear el 2013 y quedarse sin América, ¿quiere que los triunfos lleguen pronto y en la mano?
-Sí, precisamente por eso, no quiero dejar que la gente se olvide ni un día de mi nombre. Tenía cerrado un final de temporada precioso y también la renuncia a América... No se podía prolongar más esta situación, mi meta estaba en reaparecer lo antes posible. No habíamos pensado en Valdemorillo, pero la empresa nos lo ofreció como escenario para mi vuelta y me pareció fenomenal. Me apetece mucho. Hay que dar un aldabonazo fuerte para puntuar desde el minuto uno.
-¿Ha echado tanto de menos torear?
-Una barbaridad y más en el momento en el que me encontrada. Intentamos aguantar por si podía llegar a las últimas ferias como Zaragoza, pero era imposible... Si es que, en realidad, hasta después de Navidades no he podido ponerme en serio en el campo.
-Llegó prácticamente muerto al hospital de Móstoles después de un traslado agónico.
-Fue una situación muy desagradable. Ya no sólo en la furgoneta de camino, los días posteriores estaba físicamente destrozado. Noté una debilidad máxima, a unos niveles que nunca he sentido en mi vida. El dolor era intenso, andaba 100 metros y me cansaba como si corriera una maratón...
-¿Pensó en algún momento que no se volvía a ceñir el traje de luces?
-Nunca. Tengo una afición muy importante. No paso por mi cabeza ni en esos momentos críticos, me conozco y soy un tío fuerte, lleno de vida, que acepta las cosas tal como vienen. Lo natural y propio del torero es que puedan venirle percances como éste... Suena a tópico, pero peor estaba en casa, de brazos cruzados, sin torear.
-¿Cuántas dosis de exigencia propia requiere una recuperación así?
-Todas. Perdí mucho peso y masa muscular, así que el esfuerzo era grande para volver a como estaba antes de la cornada. Primero, la paciencia inicial me costaba mucho. Mentalmente era muy duro verme del sofá a la cama o dando paseítos por el pasillo del hospital o de casa... Me desesperaba estar parado, porque soy una persona muy activa.
-¿Ha pensado ya en las horas previas al paseíllo, en la soledad del hotel, mientras se viste?
-Serán especiales porque pasarán muchas cosas por mi mente, pensamientos sobre lo que viví ese último día. Esa intriga, misterio, por saber cómo te vas a encontrar de nuevo en la cara del toro... Pero soy un torero rutinario, que no mira al pasado, con unas costumbres inalterables que no voy a cambiar por esta cornada. Sigo con mis mismas ideas, pienso igual del toro y sólo quiero sentirme a su altura, en estar al cien por cien.
-La coyuntura actual es difícil, ¿teme que se le haya podido escapar el tren de su gran oportunidad?
-Lo piensas está claro, pero la percepción que me llega es que la cornada ha hecho crecer aún más el ambiente que me gané en la plaza y que hay aún más interés por verme. De hecho, voy a tener un inicio de 2014 bien colocado en las primeras ferias. Soy consciente de que comienzo una temporada crucial para mi carrera, decisiva por muchos motivos. Por eso, quiero crecer y dar más de mí mismo, pero cuando me tengo que probar de verdad es cuando salga el toro a la arena. Ahí está la responsabilidad, ahí tengo que dar la cara.
-Sevilla y Madrid serán especiales esta temporada. Si ya tenía peso en esta Feria de Abril, ahora sin las figuras todavía más, ¿no?
-La Maestranza es mi plaza, la que me dio todo el año pasado. Mi feria, en realidad, está hecha ya desde el año pasado con un triunfo tan rotundo. Obviamente, ganaré aún más protagonismo, pero no me agobio con ello.
-Y en Madrid, a confirmar.
-Una fecha soñada. Hace muchos años que no voy y tengo muchas de reencontrarme con esa plaza y esa afición. Todas las figuras del toreo que ha dado la Historia han triunfado allí.
-¿Escoció que no se acordaran de usted el año pasado en las sustituciones de San Isidro ni en Otoño?
-Estuvimos muy pendientes en mayo, porque sí hubo huecos por cogidas de compañeros. Reconozco que pensé que podía haber sido e incluso me ilusionaba mucho la opción de entrar en corrida de Adolfo Martín. No conozco demasiado esa ganadería, pero suponía una apuesta seria y con todas las de la ley para corroborar lo que había logrado en Sevilla un mes antes. Estoy acostumbrado a estas situaciones de los años anteriores que apenas he toreado, así que no hay que darle más vueltas. Además, también es cierto que llamó la empresa para ir en Otoño y, entonces, fuimos nosotros los que declinamos ir, porque preferimos confirmar en San Isidro sin prisas.
-En ambas ferias estará Miura, ¿se anunciará con ellas Manuel Escribano?
-Si hay un sitio en el que tenga que matar la corrida de Miura, por supuesto, es Sevilla. Me gustaría y la gente así lo espera. Es un aliciente grande para la afición después de lo del año pasado, así que estoy convencido de que para todas las partes –torero, ganaderos, empresa y la propia afición- es lo más conveniente.
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