Granada
¡Viva el toreo!
El madrileño está cada vez más aplomado y con esa dulzura fiera en la mirada que hipnotiza a toros y toreros
Para que luego digan que el toreo está muerto. El día de proclamación, de «vivas» a las esencias de este viejo país, la plaza de toros de Granada ha vuelto José Tomás. Ycomo ocurre cuando enraizamos con lo mejor de nuestra Historia, el genio de Galapagar nos hace más grandes y también contagia su magia a los que alternan con él. Por eso, Finito, en clásico, ha vestido con medias blancas. Rafael Cerro, de blanco y plata, ha indagado en las esencias. Es tan profundo José Tomás que todas las almas que han abarrotado el coso nazarí asisten impávidos a esta liturgia taurómaca.
Más allá del toreo, pues en los bares aledaños no quedó una sola tónica para combinar con ginebra, el mito agita todas las pasiones. Fenómeno de masas en tiempos convulsos, José Tomás nos reconcilia con el toreo. Incluso su mechón blanco nos hace soñar con Chenel y su temple, casi invisible, que aguanta parones en los que no se da coba, nos liga con los Ordóñez, Viti y demás maestros de todos los tiempos. Ver hoy a José Tomás, viajar por la Piel de Toro siguiéndole es un ejercicio de regeneración de vida, en la que no caben ni comentarios técnicos ni cuestiones sobre el tamaño o las hechuras de los toros.
El madrileño está sorprendentemente cada vez más aplomado en la cara del toro sin perder su aureola y con esa dulzura fiera en la mirada, que hipnotiza tanto a toros como toreros. El respetuoso brindis en el tercero del imberbe Cerro o la cálida ovación del tendido son homenajes hondos a una figura de época. ¡Viva el toreo!
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