Opinión

Cuando Alemania se constipa

La economía no planteará grandes problemas al Gobierno a corto plazo, aunque el triunfalismo oficial elude agujeros negros como la pobreza y no atiende a los nubarrones del horizonte

Pedro Sánchez y María Jesús Montero en la Ejecutiva del PSOE en Ferraz
Pedro Sánchez y María Jesús Montero en la Ejecutiva del PSOE en FerrazDavid JarLa Razón

Albert Einstein (1879-1955), el genio de la relatividad a partir de la física teórica, no tanto experimental, recomendaba que «si quieres comprender algo, observa sus señales». Muchos siglos antes, Solón (638 AC-558 AC), uno de los Siete Sabios de Grecia, sugería «servirse de lo aparente del indicio para lo no aparente». El Gobierno de Pedro Sánchez, en medio de mil y un líos, desde la Amnistía al Koldogate y todas sus ramificaciones, aprovecha cualquier ocasión para presumir de éxitos económicos y de buena gestión.

La economía todavía es una de las últimas preocupaciones del inquilino de la Moncloa. Eso sí, le gustaría sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado, convencido de que eso le garantizaría en la práctica casi agotar la legislatura. El Senado, que preside el popular Rollán y en donde el partido de Alberto Núñez Feijóo, ha tumbado ya por dos veces la «senda presupuestaria» a partir de la que se elaboran las cuentas del Estado. No importa, la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, esgrime un informe de la Abogacía del Estado que le permite sortear ese obstáculo y hacer lo que quiera.

Es otra forma de retorcer la ley y la legalidad, como en el caso de la amnistía, pero el Gobierno está dispuesto a seguir adelante. Eso sí, tendrá que pagar numerosos peajes a sus socios parlamentarios y ahí está, entre otros, el PNV de Andoni Ortúzar, que no se quedará corto a la hora de exigir, sobre todo después de las cesiones a Carles Puigdemont, el prófugo de Waterloo que ya prepara las maletas para un regreso triunfal al estilo Josep Tarradellas (1899-1988) y su histórico y famoso «ya soc aquí».

BBVA Research, el antiguo Servicio de Estudios del BBVA, que preside Carlos Torres, dirigido por Jorge Sicilia, con Rafael Doménech como responsale de análisis económico, acaba mejorar sus previsiones económicas para este año. Eleva el crecimiento del PIB del 1,5 al 2,1%, algo que el Gobierno ha acogido con regocijo. Menos ha gustado que todo sea menos optimista para 2025, año en el que el PIB crecería un 2%, frente al 2,5% esperado hasta ahora. No son datos espectaculares pero sí buenos, al César lo que es del César, que alejan los temores de una recesión inminente.

Confirman también la opinión de otro economista señero, José Luis Feito, que afirma desde hace tiempo que la economía no hará caer al Gobierno de Sánchez, aunque vaya en un declive progresivo.

La euforia, más o menos contenida, del Gobierno con la evolución económica, sortea las sombras que se vislumbran en el horizonte y también algunos agujeros negros que están aquí. El profesor Juan Ramón Rallo recordaba el jueves, en estas mismas páginas, que la pobreza en España –que se puede medir de diferentes formas, pero los resultados son similares– se ha disparado y en 2023, según la Encuesta de Condiciones de Vida, «la carencia material severa» alcanzó el máximo histórico desde el inicio de la serie en 2004. Coincide también con la reciente publicación de «Tierra quemada», el libro de Juan Francisco Martín Seco, asesor económico en su día del histórico líder de Izquierda Unida (IU) Julio Anguita (1941-2020) y ahora en la órbita de Izquierda Española, el proyecto jacobino que encabeza Guillermo del Valle. El texto es, entre otras cosas y desde la óptica de la izquierda, la mayor, más ortodoxa y demoledora crítica a la gestión económica de Sánchez, Calviño y Montero. También va más allá cuando habla de la «corrupción estructural» del Gobierno, pero ese es otro asunto.

El triunfalismo económico del Gobierno convive con esos indicios y señales que Solon y Einstein recomiendan observar. Es posible que haya que hacer algún esfuerzo para detectarlos, pero están ahí. Los más preocupantes llegan desde Alemania, con una economía que coquetea desde hace demasiados meses con la recesión. Es el motor económico de la Unión Europea y si no tira como debería, el resto de países se verán afectados y España, digan lo que digan Sánchez y Montero, no será una excepción.

Y hay cosas que no habían ocurrido nunca. Por ejemplo, hay empresas españolas, de las que exportan a Alemania, que ya sufren retrasos significativos en los pagos de los germanos. Al mismo tiempo, compañías españolas que importan desde el país del canciller Scholtz deben pagar sus compras a 30 días, cuando lo normal era extender ese plazo, según los casos, hasta los 90 días.

Quizá no haya que alarmarse en exceso, pero convendría tomar alguna precaución y olvidar el triunfalismo, porque si Alemania se constipa es una de esas señales que es necesario observar para comprender algo, como aconsejaba Albert Einstein.

La resistencia cada vez más desesperada de Grifols

Grifols, la compañía que impulsó Víctor Grifols y que ahora preside Thmas Glanzmann, cayó en bolsa más de un 28% en 2023 y en lo que va de año sufre un retroceso cercano al 50%, con violentos altibajos. La empresa intenta resistir a la desesperada los ataques de Gotham City, el vehículo bajista de Daniel Yu, que pone en cuestión la gestión y la valoración de los activos. Muchos analistas –en algunos casos con intereses directos– han defendido a Grifols, pero empieza a haber deserciones.

Problemas para gestionar los excesos de datos que se producen

El 84% de los líderes en tecnología españoles aseguran que los llamados «stack tecnólogicos» producen más datos de los que podemos gestionar los seres humanos, según los resultados del Annual Global CIO Report de Dynatrace. Los stacks tecnológicos son el conjunto de servicios tecnológicos, sistemas, herramientas y componentes utilizados para crear y ejecutar una aplicación, que incluye también bases de datos y bibliotecas digitales que utiliza una empresa.