Opinión

El mito del gasto público raquítico

El gasto público en España rozó en 2021 la media de la Unión Europea y en 2022 la habrá superado, a pesar del mito, a veces más poderoso que la realidad, del raquitismo de los dispendios estatales

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer en la Universidad Carlos III de Madrid
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer en la Universidad Carlos III de MadridBorja Puig de la BellacasaEFE/Moncloa POOL

Albert Camus (1913-1960), francés nacido en la Argelia francesa de la época, premio Nobel de Literatura (1957), cuando sólo tenía 44 años, muy aficionado al fútbol, deporte que practicó en juventud, pensaba que «los mitos tienen más poder que la realidad». Los mitos, según una de las definiciones más extendidas y aceptadas, son «relatos de transmisión oral que narran acontecimientos sobrenaturales y que sirven como explicación de distintas cosas». Si se cambia lo de «sobrenatural» por «extraordinario», la definición puede aplicarse al pie de la letra a muchos asuntos de actualidad.

En España, uno de los grandes mitos, defendido sobre todo por la izquierda más radical, es el bajo gasto público en comparación con la mayoría de los países europeos. Tuvo algo de cierto en un pasado cada vez más lejano, pero, si existía alguna duda, en 2021 –último año del que hay datos comparables– ya no tenía nada que ver con la realidad. Los economistas Manuel Díaz y Carmen Marín acaban de publicar en Fedea –uno de los grandes centros de investigación y análisis económico en España– el informe titulado «Evolución del gasto por funciones en España y en la Unión Europea, 2015-2021». El estudio detalla cómo el gasto público alcanzó en España el 50,6% del PIB, frente al 51,5% de media en los 27 países de la Unión Europea (UE-27). Es decir, la diferencia es de apenas 0,9 puntos, algo insignificante.

Los datos de la historia reciente justificarían, para algunos, la existencia de ese mito, pero solo si se exageran. En 2015, cuando todavía habitaba la Moncloa Mariano Rajoy, el gasto público alcanzó el 44% del PIB, frente al 48,1% de la UE-27. Era menor que el actual y había más diferencia con la media europea, pero sería muy exagerado hablar de grandes diferencias. En cualquier caso, España, entre 2019 y 2021, con Pedro Sánchez en la Moncloa, aumentó el gasto público en 8,3 puntos del PIB, casi el doble de lo que lo hacía la media de la UE, en donde subió 4,9 puntos de PIB.

El estudio de Díaz y Marín destroza muchos mitos sobre el gasto público en España, algo que ya avanzó un informe similar para el periodo 2007-2014, en el que participaron los mismos autores y también José Ignacio Conde Ruiz y J. Rubio-Ramírez. A pesar de eso, el mito de escaso gasto público español parece tener más fuerza que la realidad, como decía el escritor francés.

El nuevo informe constata, por otra parte, que España gasta más que la media de la Unión Europea en pensiones, desempleo y en intereses de la deuda pública, mientras que el gasto en educación es más o menos similar al de la media europea. Por el contrario, dedica menos recursos a sanidad y a lo que se engloba dentro del capítulo de «resto de protección social», es decir ayudas a la familia, exclusión social y a vivienda, el asunto que el Gobierno, en periodo preelectoral, parece haber elegido como última bandera ante sus votantes.

Los autores del informe también apuntan, como el mito que goza de buena salud, que «el gasto público en España siempre ha estado por debajo de la media de la UE-27». No obstante, los datos que aportan constatan que, desde hace años, las diferencias no eran tan enormes y ahora, en la mayoría de los casos, casi se han eliminado. España, por ejemplo, gasta menos de la media en educación, un 4,6% del PIB, una décima más que Alemania, pero seis décimas menos que Francia y 2,1 puntos menos que Suecia. Otro de los mitos que se arrumbaría sería el de la histórica excelencia de la sanidad española, cuando hay hasta 13 países que gastan más en ese capítulo que España. Francia dedica casi dos puntos de PIB más que España y Austria cerca de tres. Por supuesto, Francia, Dinamarca, Bélgica, Italia y Suecia están por delante y la situación comparativa apenas ha variado desde 2015, a pesar de los esfuerzos hechos durante la pandemia.

España, y no hay ningún mito sobre este asunto, figura a la cola de Europa –noveno puesto por atrás y casi dos puntos por debajo de la media– en los recursos que destina a la familia, la exclusión social y la vivienda. Solo figura por delante de Chipre, Croacia, Portugal, Grecia, Malta, Irlanda, Bulgaria y Rumania. Ha mejorado, pero todavía está muy lejos, por ejemplo, de Dinamarca o los Países Bajos. Eso sí, está en el pelotón de cabeza del gasto en pensiones y, además, cada año avanza posiciones. Los autores del informe concluyen que aunque España «prácticamente ha convergido con la Unión Europea en gasto público, hay un «importante déficit público estructural que debe reducirse», ya sea por el lado del gasto o del aumento de ingresos, impuestos, al margen de que el mito todavía se imponga a la realidad como pensaba Camus.

La segunda juventud de la moda gallega de Adolfo Domínguez

La firma Adolfo Domínguez, la que inventó el lema «la arruga es bella», otro gran éxito de la transición, tras su propio periplo por el desierto, vive una segunda juventud bajo la batuta de su ahora presidenta –hija del fundador–Adriana Domínguez. Ahora, la compañía acaba de firmar un acuerdo con el grupo Chalhoub, el mayor distribuidor de lujo de Oriente Medio, para abrir 16 nuevos establecimientos en la zona en los próximos cuatro años, que se unirán a los tres que ya tiene en Qatar y Kuwait.

Precio errático y las dudas sobre la economía china

El precio del gasoil, que inició 2022 con alzas notables para después seguir una trayectoria errática, no solo es difícil de interpretar, como indica el analista Juan Ignacio Crespo, que ve paralelismos con lo que ocurrió en 2000-2001, en lo que fue el preludio de una recesión. La demanda de gasoil flaquea en todas partes, pero sobre todo llama la atención que ocurra en el mercado chino, lo que quizá explicaría que esa economía se ha recuperado, pero quizá menos de lo previsto.