Opinión

Sánchez y las barbas del vecino

Sánchez, por ahora, está tranquilo con la economía. Hasta en el PP dicen que no será un problema para el presidente, aunque España solo sea el tuerto en el país de los ciegos

El ritmo de crecimiento económico se moderará con respecto a 2023
El ritmo de crecimiento económico se moderará con respecto a 2023Platón

Theodore Roosevelt (1858-1919) fue el vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos, un personaje con tanta confianza en sí mismo que defendía «que no es que te critica el que cuenta; es el que te alienta el que importa». Irene Lozano, la escribidora de Pedro Sánchez, podría haber incluido la cita en el «Manual de resistencia» del presidente que, leyera o no, aplica a rajatabla. Ocurra lo que ocurra hoy en Galicia, el inquilino de la Moncloa mantendrá el alquiler y seguirá adelante con sus planes de «amnistía», confiado en que lo único que de verdad le podría perjudicar es una catástrofe económica, que no se otea en el horizonte. Es lo que se respira en el PP de Núñez Feijóo, resignación a una larga travesía del desierto. Hay incertidumbres económicas a la vista, pero el presidente y sus ministros del ramo, desde la responsable del fisco, María Jesús Montero, hasta Carlos Cuerpo, sucesor de Nadia Calviño, no parecen preocupados en si las barbas de los vecinos están ya a remojo o no.

La mayoría de los análisis coinciden en que España volverá a liderar el crecimiento económico en 2024, aunque su ritmo «se moderaría respecto a 2023 hasta un 1,5% anual», según Alicia Coronil, economista jefe de Singular Bank, en su actualización del escenario macroeconómico. No obstante, los mejores datos –en comparación– de la economía española son algo así como lo del «tuerto en el país de los ciegos», con el agravante de que nadie garantiza estar a salvo de la ceguera. La debilidad económica de Alemania y el deterioro de la actividad en Francia son evidentes. El Reino Unido ha entrado en recesión técnica y Japón acaba de dar la sorpresa de ir por los mismos derroteros. Por otra parte, la inflación en España vuelve a repuntar hasta el 3,4%, tres décimas por encima de la del mes anterior, mientras que la subyacente está en el 3,6%, con el precio de los alimentos disparado. La última milla de la lucha contra la inflación vuelve a demostrar que es la más complicada. Quizá por eso, Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) insiste en que no hay que precipitarse en las esperadas bajas de tipos de interés. Los analistas del banco de inversión alemán, Berenberg, creen que si el BCE se pasa de frenada ahora al reducir los tipos de interés podría tenerlos que volver a subir en 2026, lo que generaría más incertidumbre.

Sánchez no demuestra ninguna preocupación por la economía, pero España, además de tener que pedir prestados 250.000 millones de euros en los mercados, entre otras cosas, para pagar pensiones y salario de funcionarios, está obligada a refinanciar 80.000 millones de euros por los que no pagaba nada. Ahora costará mucho más. Un dato, la rentabilidad de las Letras del Tesoro ya ronda el 3,74%, el máximo desde 2011. La ministra Montero insiste en intentar sacar adelante unos presupuestos expansivos, que además tienen que tener en cuenta que el gasto en pensiones en 2024 alcanzará los 200.000 millones, mientras que los ingresos de la Seguridad Social rondarán los 150.000 millones. Es decir, dijera lo que dijera el ex-ministro del ramo, José Luis Escrivá, el Estado –los contribuyentes– tiene que apoquinar otros 50.000 millones que, claro, se obtienen con más deuda. La economía no acabará con Sánchez, por ahora, pero la situación está muy lejos de ser idílica. Hay quien confía, no obstante, en el sector de defensa como motor de la recuperación industrial, ahora que el canciller germano, Scholtz, en horas bajas, reclama una producción masiva de armas en Europa. En el recuerdo de los expertos está el ejemplo de Estados Unidos que solo salió de la crisis del 29 cuando puso en marcha su maquinaria industrial militar por la Segunda Guerra Mundial. El «new deal» del otro Roosevelt, Franklin Delano, fue importante, pero no suficiente.

España, por otra parte, mantiene su problema endémico del desempleo, con el agravante de la incógnita de cuáles serían los datos reales, ya que el ministerio en encabeza Yolanda Díaz, sigue sin facilitar información detallada sobre los «fijos discontinuos», que tienen un contrato de trabajo fijo, pero que al mismo tiempo no trabajan. Es decir, están en paro, pero no figuran en las estadísticas. La «vice» Díaz presume de haber subido el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) otra vez, ahora hasta los 1.134 euros, pero un muy reciente estudio de Freemarket, la consultora que preside Lorenzo Bernaldo de Quirós, demuestra que «las sucesivas alzas del SMI que se han producido en España desde 2018 no han tenido impacto positivo alguno sobre el empleo.» Pero claro, Sánchez, que prefiere no ver las barbas de los vecinos, se aferra a que «es el que te alienta el que importa», como decía Roosevelt.

[[H3:Libros de economía libertaria para el Papa Francisco, porque «Dios es libertario»]]

Javier Milei, en su audiencia con el Papa Francisco en Roma, le regaló, entre otras cosas, varios libros de su referente económico español, el catedrático Jesús Huerta de Soto, el mayor representante en España de la Escuela Austríaca de Economía. El economista, seguidor de Von Misses (1881-1973), defiende que «Dios es libertario» y explica que la doctrina «liberal-libertaria» es, en realidad, la que mejor se acopla a la católica, algo que no está claro que comparta el Papa Francisco.[[H3:Mal de altura, deuda disparada y el temor a «los idus de marzo»]]

Las bolsas americanas han vuelto alcanzar máximos, con el índice Standard & Poor’s 500, por primera vez en su historia encima de la barrera psicológica de los 5.000 puntos. Algunos analistas advierten de un optimismo excesivo en país como estados Unidos con 31 billones de deuda pública y casi 18 billones de deuda privada. Juan Ignacio Crespo, por ejemplo, recuerda que ocho de los últimos diez años los meses de marzo han sido «problemáticos» y por eso advierte de «los idus de marzo».