Investigación

El reto del cáncer de ovario: un tumor de difícil diagnóstico

Los síntomas provocados por esta enfermedad son muy inespecíficos por lo que las revisiones ginecológicas resultan vitales para salvar vidas

El cáncer de ovarios se produce por el crecimiento incontrolado de algunas de las células que forman parte de estos órganos. Las células se multiplican rápidamente y pueden invadir y destruir tejidos sanos del cuerpo. Está previsto que esta enfermedad, la quinta causa de muerte femenina por tumor, según cifras de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), afectará en 2023 a 3.584 nuevas pacientes.

O lo que es lo mismo, diez mujeres cada día se enfrentarán al diagnóstico de un tipo de tumor que presenta síntomas «inespecíficos», confundibles con molestias digestivas u otras enfermedades benignas, como explica el doctor Óscar Piñero Sánchez,jefe del Servicio de Ginecología de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología (IVO).

Por ello, aunque en las últimas décadas se han logrado importantes progresos gracias a los avances en materia de investigación y tecnología aplicada, el cáncer de ovario sigue representando uno de los mayores desafíos de la Oncología por la dificultad que presenta su diagnóstico precoz: «Los exámenes ginecológicos rutinarios son los que permiten detectar posibles casos que, tratados a tiempo, pueden curarse en el 90% en estadios tempranos. Entre las pruebas que se realizan está el examen pélvico, las pruebas por imágenes como ecografías o tomografías del abdomen y pelvis o los análisis de sangre», recuerda el experto.

Por su parte el doctor Ignacio Romero, médico adjunto del Servicio de Oncología Médica del IVO, repasa algunos de los síntomas ante los que hay que estar alerta: hinchazón abdominal por la acumulación de líquidos, la sensación de «empacho» con comidas ligeras, que puede ir acompañada de molestias en la zona pélvica, cambios en el ritmo intestinal y, en pocas ocasiones la aparición de hemorragias vaginales entre ciclos menstruales o en mujeres menopáusicas. El experto aconseja, ante cualquiera de ellos, acudir a un especialista para realizar las pruebas pertinentes.

Factores de riesgo

Como en la mayoría de tumores, el riesgo de padecer cáncer de ovario aumenta con la edad. «El cáncer de ovario es infrecuente en las mujeres menores de 40 años, y la mayoría se desarrollan tras la menopausia», asegura el doctor Romero. La mitad de todos los cánceres de ovario se encuentran en mujeres de 63 años o más y, otros factores de riesgo son la ausencia de embarazos, el consumo de estrógenos en postmenopausia, o la herencia genética. En el momento en que se identifica una carga familiar o genética, se desarrollan programas de detección precoz e incluso cirugías profilácticas.

Para su prevención los expertos recomiendan el uso de anticonceptivos en periodos superiores a cinco años, la lactancia, el embarazo, o la alimentación saludable, como algunos de los factores que pueden ayudar a reducir el riesgo de padecerlo.

Cirugía y quimioterapia

El tratamiento contra el cáncer de ovario generalmente implica la extirpación del tumor mediante la cirugía. En los últimos años la cirugía ha evolucionado significativamente gracias a los avances tecnológicos y, aunque algunas técnicas como la laparoscopia han permitido obtener mayor precisión y una mejor conservación de órganos, sin duda los grandes avances han llegado de la mano de la cirugía robótica.

«Este procedimiento quirúrgico, presente en el IVO desde la incorporación del Da Vinci Xi- permite realizar las intervenciones ginecológicas más complicadas, en situaciones concretas, con una mayor tasa de éxito», narra el doctor Piñero.

Avances que resultan «claves» en pacientes con patologías tumorales: aumento de la precisión durante las intervenciones, reducción del riesgo de complicaciones como el sangrado, acorta el tiempo de hospitalización y mejora en la sutura y en la precisión de los puntos.

Avances y líneas de investigación en la enfermedad

Los avances en el cáncer de ovario van de la mano de la identificación de las causas genéticas como son, entre otros, los genes BRCA1 y BRCA2. «Hoy en día, se realiza de forma rutinaria en conjunto con las Unidades de Consejo Genético y el laboratorio de biología molecular el despistaje de los casos de predisposición genética en prácticamente todos los tumores malignos de ovario y esto, junto con el desarrollo de los tratamientos dirigidos como los inhibidores de la enzima PARP en cuyo desarrollo clínico hemos participado, permite que los utilicemos en el día a día», asegura Romero. Sin embargo, dice, queda camino por delante para identificar nuevas vulnerabilidades del cáncer de ovario.