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Fabadas de bote en un restaurante premiado, la nueva pesadilla de Chicote

La dueña de una sidrería en Lavapiés recibirá un duro golpe de realidad

Fabadas de bote en un restaurante premiado, la nueva pesadilla de Chicote
Fabadas de bote en un restaurante premiado, la nueva pesadilla de Chicotelarazon

laSexta estrena este miércoles, en prime time, una nueva entrega de ‘Pesadilla en la cocina’. En esta ocasión, Alberto Chicote acude a la sidrería A Cañada, un restaurante asturiano del madrileño barrio de Lavapiés donde no todo es lo que parece.

No es cierto que, como reza el cartel dice, lleve abierto 125 años. Tampoco que las fabadas sean caseras, sino de bote. Y algunos de los camareros no saben escanciar sidra ni de lejos. Pero la más engañada de todos es su dueña, que no entiende la gravedad de sus fallos ni de lo que ellos pueden provocar. La llegada de Alberto Chicote supondrá un duro golpe de realidad para ella pero también puede ser su salvación.

Desarmando una mentira

Lo único que es verdad en A Cañada son los premios. A lo largo de los años han recibido diversos galardones por su comida, cuya fabada han llegado a coronar como la ‘Mejor del mundo’. Pero al parecer, una vez conseguidos los laureles, dueña y cocineros de A Cañada se han relajado. Y han decidido utilizar el buen nombre de las medallas obtenidas para “vender” como casera una fabada que en realidad es de bote.

Además de actitudes tan cuestionables, Alberto Chicote descubre que el aceite de la freidora lleva semanas sin haberse cambiado, que la cocinera detesta rellenar los cachopos, que la comida deja mucho que desear y que los camareros ni si quiera saben escanciar la sidra como se debiera. El chef se topa con decepción tras decepción, además de ser testigo de cómo la dueña pierde los nervios, la cocinera da constantes excusas cada vez que hay un problema y los camareros no están lo suficientemente entregados debido a la organización en el restaurante.

Sin embargo, Nati, la dueña, no es consciente de lo que ocurre. No sabe por qué no funciona el restaurante ni comprende cómo un local con tantos premios tenga cada vez menos afluencia de clientes y más deudas. Ella piensa que el problema es que el personal está muy relajado pero ellos tienen otra versión sobre el misterio de A Cañada: dicen que no hay organización alguna y que a Nati le faltaría ejercer más de jefa. Las culpas van pasando de unos a otros pero ninguno se aclara.

Alberto Chicote tendrá que descubrir qué es lo que ocurre verdaderamente en ese “asturiano” y conseguir que Nati se enfrente a la realidad por muy dura que resulte. No será sencillo en un lugar en el que no todo es lo que parece.