Televisión

Nada es suficiente para «Los Gemstone»

La nueva serie de HBO inunda las pantallas con la fuerza de la fe, la ambición, el drama y, sobre todo, la comedia

Los protagonistas de la nueva serie de HBO, «The Righteous Gemstones»
Los protagonistas de la nueva serie de HBO, «The Righteous Gemstones»larazon

La nueva serie de HBO inunda las pantallas con la fuerza de la fe, la ambición, el drama y, sobre todo, la comedia.

«Los Gemstone» representan el esperpento de una creencia irrebocable y ciega. Una familia que, entre el lujo y el exhibicionismo del mismo, ha creado un ejército de fieles evangélicos que, más allá de idolatrar a los carismáticos predicadores, financia sin ningún atisbo de duda el imperio del apellido. Millones de euros, mansiones de lujo, estadios a reventar y una ambición que colma los vasos de cualquier convicción configuran la síntesis de esta nueva producción de HBO junto a Rough House Pictures. Sin embargo, lo ostentoso de la apariencia encargada de la construcción de los estereotipos esconde –en este caso– un conjunto de dudas existenciales, heridas del pasado y las cicatrices que éstas conllevan. Todos estos estigmas dan como resultado un desequilibrio interno y enquistado que provoca que este nuevo formato oscile entre el drama y la comedia. El creador de «The Righteous Gemstones», Danny McBride, es uno de los protagonistas de su propia ficción (Jesse) y encarna al descendiente del patriarca Eli, interpretado por John Godman. El primer capítulo fue estrenado el pasado 19 de agosto dejando abierta una de las tramas en torno a la cual se desarrollarán el resto de capítulos previstos: un chantaje. McBride (Jesse) es la principal víctima de esta coacción liderada por unos individuos disfrazados del mismísimo demonio, estableciendo una cierta metáfora entre el bien y el mal pero, en este caso, ¿dónde queda exactamente el bien? ¿y el mal? Un planteamiento camuflado entre la ironía y el miedo que inyecta el vértigo a perderlo todo. Una totalidad que pende del frágil hilo que conecta tu error con todo aquello en lo que crees. O al menos, en lo que parece que crees. En este tercer trabajo de McBride para HBO (después de «Vice Principals» y «De culo y cuesta abajo») no termina de quedar clara la verdadera inclinación de sus protagonistas. ¿Realmente creen en lo que predican o simplemente han iniciado algo que ahora resulta imposible de frenar? Lo que queda patente en los casi 60 minutos de duración del primer capítulo es que Los Gemstone se encuentran inmersos en una burbuja en la que sus debilidades y fortalezas se intercambian sin descanso, dando lugar a dudas sobre sus verdaderas convicciones. Esta incertidumbre se funde con la torpeza de cada personaje llevada al extremo, rozando lo absurdo y haciendo malabares con lo que cierra un estreno no estelar, pero sí decente. Una violencia inesperada atildada con unas pinceladas de humor. La comedia, como el mayor exponente de la subjetividad, no siempre consigue los objetivos que en un primer momento evoca la palabra como tal. A pesar de la interpretación de cada uno, existen momentos en los que es inevitable despegar las comisuras.

El papel de las mujeres

Judy (Edi Patterson) es la hermana mediana del clan. Encarna el aislamiento al que es sometida la figura de la mujer por el simple hecho de serlo. Aporta el sentido común, y tiene las habilidades y el carisma de los que carecen el resto de su familia. A pesar de sus aptitudes para formar parte del desmesurado crecimiento de estos representantes del cristianismo evangélico, el personaje se desarrolla –al menos, de momento– en la sombra. Sin embargo, es precisamente desde ahí desde donde ya en el primer episodio, Judy consigue subsanar el principal obstáculo que amenaza a su hermano Jesse. De una manera u otra, «The Righteous Gemstones» se desliza sobre el delicado espectro que sumerge las diferencias indiscutibles entre ambos géneros, realizando un juicio no demasiado profundo al machismo que rodea el competitivo mundo de los negocios. A todo esto habría que sumarle la omnipresencia de la creadora del «gran imperio», madre, esposa y pilar del equilibrio perdido tras su fallecimiento. Una recurrencia que invita a la convicción de que las mujeres sí pueden tener el poder y sí son capaces de llevar un negocio.