El fin de Frank Underwood

Netflix rompe su relación contractual con el actor y su personaje fallecerá en «House of Cards».

a compañía no se ha andado con paños calientes a pesar de que son conscientes de que se van a meter en un buen laberinto al que, por el momento, no se le ve una salida. El viernes, Netflix, a través de un comunicado, cortó por lo sano: «No estaremos en ninguna producción más de ‘‘House of Cards’’ que incluya a Kevin Spacey. Seguiremos trabajando con la productora Media Rights Capital durante esta interrupción para evaluar nuestro camino hacía adelante en todo lo relacionado con la serie». Es evidente que no quieren verlo ni en pintura en la sexta temporada de la ficción que situó a la plataforma de «streaming» en el mapa, y cuyos dos primeros capítulos, que se había rodado van a ir al cubo de la basura.

Nuevos guiones

Para no mostrar más nervios de los que tienen por este estado de incertidumbre, explican que han puesto a los guionistas a trabajar a destajo con el fin de preparar los nuevos guiones. El propósito es darle al drama político un final honroso. Lo más previsible es que Frank Underwood muera. ¿La causa? Un magnicidio sería inconveniente, tanto por la trayectoria del personaje como por Spacey, ya que sería un mensaje subliminal que implica una redención, puesto que ambos se convertirían en mártires. Lo más sencillo es que se escriba en un par de líneas del guión que ha fallecido a causa de una enfermedad o en un accidente cuyo origen sea tan turbio como el personaje y el actor que lo interpreta. También se duda mucho de que sea enterrado con honores de Estado. No procede. Y la posibilidad de que sea sustituido por otro actor ni se contempla, la figura de Underwood transitaría como un fantasma durante todo el metraje.

¿«House of Cards» tiene posibilidades de sobrevivir con dignidad sin Underwood? Es difícil, ya que era su columna vertebral por mucho que se quiera potenciar la presencia de su esposa Claire, que cada vez tenía más peso. Sin embargo, todas las tramas giraban en torno a él. La última opción es que con la quinta temporada, la serie llegue a su fin abruptamente, lo que tendría como efecto colateral un «coitus interruptus» entre los más fieles a la serie.

Aunque no se quisiera reconocer –es muy duro hablar del ocaso de una de las producciones de mayor calidad en los últimos años–, muchos pensaban que «House of Cards» tenía los días contados. Las tramas sobre la manipulación de los actos terroristas en beneficio propio, el recorte de libertades, las alianzas interesadas y las traiciones estaban agotadas. La serie había dejado de ser explosiva, de sorprender a la audiencia con golpes de efecto, aunque en los dos episodios, doce y trece, dirigidos por Wright alzaba el vuelo y resurgía. Sin embargo, no se podía cerrar los ojos ante la realidad: el espectador estaba viendo una estampida hacia no se sabe dónde, muy alocada, demasiado. Viraba peligrosamente del salvaje drama político que era a un culebrón inteligente, pero que adoptaba el trazo grueso de una telenovela con una factura de lujo. Sin saberlo, parecía que Spacey se estaba despidiendo con desgana del personaje mientras Wright se mantenía en su sitio. Ahora solo cabe esperar un «spin off» sobre la mano derecha de Underwood, Doug Stamper, para pasar este trago.