Alimentación ecológica
El «último» agricultor de Maíz ecológico
En España la producción del cereal ecológico está bajo mínimos. Su menor rendimiento, entre un 35 y un 40%, no es el motivo. Sí lo es el riesgo de que el cultivo quede contaminado por los campos de maíz transgénicos.
Con más de 25 años a sus espaldas como agricultor, Félix Ballarín sigue apostando en Sariñena (Huesca) por la producción ecológica y en concreto, por el cultivo de maíz. Algo que le ha dado no uno ni dos, sino tres tremendos batacazos, al comprobar cómo su cosecha había sido contaminada por los cultivos de maíz transgénicos de la zona. Una trazabilidad que, aunque mínima, impide venderla como ecológica, con las repercusiones económicas que tiene un cultivo con menor rendimiento y mayor riesgo de que no llegue a buen puerto.
Él no cesa en su empeño. La mayoría de agricultores de maíz ecológico, en cambio, sí. Motivos tienen de sobra. De ahí que, en la actualidad, sean cada vez más los ganaderos ecológicos que se las «vean y deseen» para conseguir esta materia prima, hasta tal punto que muchos tienen que importar el ansiado maná ecológico «de Italia, aunque sobre todo de Francia», asegura Blanca Ruibal, responsable de Agricultura de Amigos de la Tierra. Con la consiguiente subida de precio de materias primas no sólo para el ganadero, sino también para el consumidor final. «En España nos estamos quedando sin maíz ecológico», asegura Ruibal.
Opinión que comparten agrupaciones de agricultores y ganaderos. «En los últimos cinco años el 90 por ciento de los agricultores ecológicos que producían maíz en Aragón ha abandonado por las contaminaciones de transgénicos, que se han multiplicado sobre todo desde hace tres años», asegura José Manuel Benítez, responsable de Agricultura y Ganadería Ecológica de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Si bien, a nivel estatal, al menos la superficie dedicada a maíz ecológico sí creció en 2011 respecto a 2010, al pasar de 649 ha a 695, según datos del Ministerio de Agricultura. Aunque, aquí no se tienen en cuenta las producciones que no se hayan podido vender como ecológicas por contaminaciones, y respecto a años anteriores desde el Ministerio aseguran que no pueden facilitar datos oficiales, ya que antes no se medían igual (pero en informes del Ministerio de 2007 ya se hablaba de superficie de cereales de 2006, y aportaban datos de superficie agrícola ecológica total de 1991). En este sentido, Benítez afirma que «el Ministerio no da datos anteriores porque es cuando se dio el bajón grande de superficie dedicada al maíz ecológico. Sólo en Aragón en cinco años ha bajado un 70 por ciento, según datos facilitados por el Comité de Agricultura Ecológica de Aragón».
Más demanda que oferta
Benítez sí comprobó de primera mano la dificultad de comprar maíz ecológico en España. Él es ganadero ecológico, tiene vacas de carne y cerdo ibérico, y hace un tiempo «mi proveedor me mandó una carta diciendo que no me podía asegurar el suministro de maíz ecológico. Imagínese... No creo ni que llegue a haber mil agricultores de maíz ecológico, y eso a pesar de la gran demanda», añade.
Y no será porque el precio de esta materia prima no interese. El problema son las dificultades que conlleva. «Voy a seguir cultivando maíz ecológico para demostrar que es prácticamente imposible apostar por esto cuando el campo se está llenando de maíz transgénico», asegura Ballarín.
El cultivo de maíz ecológico per se «tiene un menor rendimiento, un 35-40 por ciento por debajo que el convencional, si bien, sale a cuentas por la diferencia de precios. Por ejemplo, este año el precio por tonelada de maíz ecológico está entre los 300 y 330 euros, mientras que el transgénico está a 260 euros de media». Si bien, «al haber un riesgo tan elevado de contaminación, hay que ''jugar'' con las fechas; es decir, aunque la fecha óptima de siembra de maíz en Aragón está entre el 15 de abril y el 15 de mayo, en el sur antes, hay que evitar el riesgo de trazabilidad, para lo cual hay que sembrar en otras fechas, lo que reduce el riesgo de contaminación, aunque no lo impide, y disminuye el rendimiento si siembras antes por el frío y si lo haces después, quizá no te dé tiempo a que el ciclo del maíz acabe», precisa Ballarín, que por el último batacazo, cuando el cultivo se le contaminó por maíz transgénico, perdió unos 600 euros por hectárea. A muchos esta cifra les puede parecer elevada, sin embargo, si se suma el menor rendimiento y el coste de la contraanalítica (400 euros) que los agricultores ecológicos hacen con el fin de contrastar la analítica en la que el cultivo dio positivo en trazabilidad la cosa cambia.
El agricultor ecológico este año todavía no ha plantado ni una hectárea de maíz ecológico en su parcela de 40. «Aunque estoy pensando en cultivarlo. Es mi forma de demostrar que la coexistencia entre productos ecológicos y transgénicos no es cierta, no es posible», añade este agricultor que sigue cultivando trigo, cebada, hortalizas ecológicas; el único que, según él, lo hace en Sariñena.
Aunque donde está la demanda es en el maíz. Tal es así que los ganaderos acuerdan previamente con los agricultores que producen maíz ecológico comprárselo. Algo clave para principios de otoño, cuando no hay hierbas, y durante más tiempo cuando la sequía aprieta. Si al final hay contaminación, el problema no es sólo para el agricultor, también lo es para el ganadero. «Los ganaderos ecológicos de Andalucía no encontramos pienso de alta calidad, rico sobre todo en proteínas. Nos cuesta hallar maíz y soja ecológicos y o lo importas o la otra opción es alimentar al ganado con pienso de guisantes, garbanzos..., pero éste no tiene la misma capacidad nutricional», relata el experto de COAG.
Y como el precio del maíz importado es elevado, su «as en la manga», como el de muchos otros, ha sido unirse a otros ganaderos para poder adquirir maíz ecológico en España. No obstante, «no encontramos el suficiente. Y eso que el pienso ecológico es un 50 por ciento más caro que el convencional. Aunque lleguemos al compromiso con el agricultor antes de que la tierra dé sus frutos siempre existe el riesgo de que después dé positivo en trazabilidad», hace hincapié Benítez.
Un riesgo elevado, más cuando «España concentra casi el 90 por ciento de cultivos transgénicos de toda Europa, mientras que países como Francia, Alemania, Italia, Polonia, Grecia, Bulgaria, Luxemburgo, Suiza, Irlanda, Hungría o Austria han prohibido estos cultivos en sus territorios debido a las serias dudas sobre sus efectos en la salud y los impactos demostrados sobre el medio ambiente», según denuncian a través de un comunicado Amigos de la Tierra.
«El maíz ecológico ha desaparecido prácticamente de España por los casos cuantiosos de contaminación. El pienso que se vende en España ya es 100 por cien transgénico», asegura Ruibal.
Opinión bien distinta tienen desde la Fundación Antama: «No estamos detrás de la desaparición del maíz ecológico. La agricultura ecológica, convencional y transgénica conviven en todo el mundo, en España desde hace ya 15 años». Respecto a la prohibición del maíz BT en otros países, la fundación de transgénicos afirma que tanto Alemania, que prohibió su cultivo en 2009, como Francia, que lo hizo en 2008, aplicaron una cláusula de salvaguarda, por la cual tenían que establecer decisiones justificadas científicamente y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria confirmarlo. Si bien, no se han levantado dichas cláusulas, a pesar de que el Consejo de Estado francés dijo que dicha prohibición es ilegal. Esta declaración corrobora la emitida también por el Tribunal de Justicia Europeo que catalogó esta restricción de ilícita. Y ambos estamentos coincidieron en que el Gobierno francés no ha presentado ninguna evidencia científica que justifique riesgo alguno para la salud o el medio ambiente de estos cultivos», añaden, tras confirmar que «en España se siembra el 90 por ciento del maíz modificado genéticamente de la UE».
Campos experimentales
Pero las extensiones de campo de maíz transgénico no son las únicas. «Aunque en España sólo está permitida la comercialización de maíz transgénico, sí se permiten cultivos experimentales de otras materias primas que no se van a vender», dice Ruibal. «El problema –prosigue– es que, aunque el Ministerio de Agricultura publica en su web qué empresas han hecho la solicitud, no especifica las coordenadas exactas de dónde están las parcelas. En 2011 y 2012 nos dijeron dónde, en 2012 pedimos esa misma información y no nos han contestado, cuando si sabes exactamente dónde están puedes cultivar en otro sitio».
No se trata sólo de estar a favor o en contra, sino de comprobar al 100 por cien si la coexistencia es posible. Si no lo es, el camino que habría que recorrer no es éste.
✕
Accede a tu cuenta para comentar