Viajes
Ocho planes fuera de España para hacer dentro de España
La variedad de actividades que ofrece nuestro país hacen más llevadero nuestro segundo verano condicionado por el coronavirus
Este año tampoco parece fácil disfrutar de las vacaciones fuera de España. Son tantas pruebas y miedos y cuarentenas que, simplemente, parece más cómodo y seguro aprovechar nuestros días libres cerca de casa y disfrutando de la retahíla de planes estupendos que nos ofrece nuestro país. Además, no deberíamos olvidar el duro batacazo que el sector turístico ha sufrido en España desde la crisis del coronavirus, entonces viajar dentro del territorio nacional se ha convertido ahora en una actividad que roza el patriotismo. Pero, ¿podemos ser más listos que los demás? ¿Sería posible sacar a la luz nuestra astucia española y hacer justicia al refrán que dice “las gallinas que salen por las que entran”? ¿Podríamos disfrutar de planes típicos de fuera de España, solo que esta vez dentro de España? La respuesta está en el titular de esta pieza.
Visitar un templo egipcio
Los templos egipcios se inundaban durante las crecidas del Nilo hasta hace pocos años, cuando comenzaron a ser trasladados tierra adentro para librarlos de la erosión del agua. Algunos pensarán que las inundaciones se debían a un accidente, un error de cálculo en los papiros de sus constructores, pero no hay nada más lejos de la realidad. Según pensaban los antiguos egipcios, el Universo era antes de la creación un mar inmenso. Para ellos no había nada más importante que el agua, el cielo y las plantas de papiro que crecían a los márgenes del Nilo. Entonces construyeron sus templos siguiendo este esquema: el techo sería el cielo, las columnas pintadas de vivos colores verdes representarían a las hierbas de papiro y loto, y, cuando crecía el Nilo, el suelo de los templos representaba con una precisión casi matemática el elemento principal del Universo que es el agua. Por esta razón podemos encontrar rodeado de agua el Templo de Debod, en Madrid. No es casualidad, tampoco una función estética. El mismo templo que fue arrancado de su hogar milenario en la Baja Nubia llegó a nuestro país en 1970 como presente del país de los faraones por colaborar en las tareas de restauración de otros edificios. Un honor considerable que solo podríamos encontrar en Estados Unidos, Italia y Países Bajos, además de nuestro propio país.
Jugar a ser vikingo
Ser vikingo per se ya no es posible y además nos caerían unos cuantos años de cárcel si construyésemos un drakkar para asolar las costas gallegas por medio de asesinatos, violaciones y robos a monasterios. Ser vikingo ya no está de moda. Pero sí que habremos visto que algunos locales estadounidenses ofrecen la oportunidad de practicar el “tiro con hacha” mientras beben una generosa pinta de cerveza y juegan a ser vikingos muy ruidosos. O sioux, o indios cherokee. El caso es ir a cualquiera de los locales de El Hachazo (dos en Madrid y uno en Valencia) y machacar la diana con todo tipo de armas arrojadizas: hachas cortas, minúsculas, de leñador, tomahawk, estrellas ninja, cualquier cosa que corte y se pueda lanzar la encontramos aquí. Y lo mejor es que vienen con cerveza, es algo así como un pack de actividades vikingas para quemar adrenalina en lugar de jugar al golf.
Elaborar y probar el caviar iraní
Es que a veces nos complicamos demasiado. Miramos muy lejos en busca de nuestro deseo cuando lo tenemos justamente debajo de las narices. Ocurre con el caviar iraní. O mejor dicho, el caviar catalán. Porque Caviar Nacarii cría a sus esturiones a 700 metros de altitud en unas instalaciones cercanas a la localidad de Les, en el corazón del Valle de Arán. La piscifactoría se sitúa en el margen del río Garona, a poca distancia de su nacimiento y rodeada de naturaleza, y cualquiera que desee disfrutar de un día fresco, natural, relajado y delicioso solo tiene que venir aquí de visita y conocer los métodos iraníes que utilizan para la elaboración del caviar. Y por supuesto que hay una degustación al final de la visita. Aunque otra actividad posible, quizá más apta para los espíritus tranquilos, es aquella que pasa de largo la visita para centrarse únicamente en una exquisita y viscosa cata de los diferentes tipos de caviar que se producen en este pequeño reducto de placer y delicia.
Avistar OVNIS
El tema de los OVNIS es algo incierto pero eso no quita que millones de personas crean que existen y que nos visitan cada cierto tiempo y que hay determinados lugares donde se avistan más objetos voladores no identificados que en cualquier otro. Supuestamente existen estos “puntos calientes” donde ver naves espaciales cruzando el cielo es casi habitual, pura rutina, como ocurre en San Clemente (Chile), el Área 51 (Estados Unidos), las Líneas de Nazca (Perú)... y Robledo de Chavela, en la Comunidad de Madrid. Parece ser que en los alrededores de las gigantescas antenas que las organizaciones de la NASA y el INTA plantaron en esta localidad de la Sierra Oeste pulularon a lo largo de los años 80 un número considerable de objetos voladores extraterrestres, y el último avistamiento del que se tiene constancia ocurrió en los años 2000. Si las leyendas fueran ciertas, podría ser que viéramos un OVNI que nos provoque un trauma gordísimo como excelente plan alternativo para este verano; de lo contrario, siempre podríamos jugar un rato a los conspiranoicos antes de tomarnos un vermú con aceitunas en el Hotel Restaurante Rincón de Traspalacio.
Dormir en un monasterio budista
Un viaje a Tailandia puede ser incluso agobiante. Son millones de personas las que acuden aquí todos los años con el único fin de quitarse los zapatos para entrar en los templos centenarios y tomar sus fotografías. Solo es una pena que en muchas ocasiones desdeñemos el fin último de los templos budistas, que es el de reportar una tranquilidad espiritual casi imposible de encontrar en cualquier otro lugar. Pero si el lector quisiera sumergirse en la cultura budista y meditar y sentirse en paz consigo mismo sin salir de España, en ese caso lo único que tendría que hacer sería visitar el Centro Budista Dag Shang Kagyu, en la localidad de Panillo (Huesca), en el corazón de piedra palpitante del Pirineo aragonés. Este templo está considerado como la sede principal del linaje Shagpa Kagyu en Europa, que respeta todas las tradiciones budistas y considera que todas ellas también son adecuadas para alcanzar la realización espiritual. Estallan y contrastan los colores brillantes de las pagodas con el verde apagado de las hojas de los robledales, ondean al viento las archiconocidas banderas que representan los cinco elementos del budismo. El azul simboliza el cielo; el blanco, el agua; el rojo, el fuego; el verde, el aire; y el amarillo, la tierra. Incluso cuenta con un albergue para que los visitantes puedan dormir en paz y buscar sus respuestas durante los días que consideren necesarios.
Beber un vino en la Toscana
Una vez que fui de visita a la Toscana italiana con unos compañeros, había uno que no paraba de repetir que para él eran mejores las vistas, los vinos y las gentes de Matarraña, y lo decía casi cabreado por haberse molestado en ir a Italia. La comarca deMatarraña que está en Teruel. Ignoro hasta qué punto estaba en lo cierto pero la verdad es que Matarraña no tiene nada que envidiar a la Toscana italiana en cuanto a vistas, vinos y gentes se refiere. En el plano estético, los paisajes cuentan con muchos puntos en común: ambos son verdes y tonificantes, el viento corre fresco y manso durante los meses de vendimia, los edificios de piedra ocrácea se asemejan a las construcciones renacentistas que todavía aguantan vivas en determinados pueblos italianos y españoles... Es solo que Matarraña fue picada con un cincel más basto que la Toscana y los montes son más pedregosos y escarpados, los ríos corren más profundo cuando mordisquean las montañas. Donde los italianos acompañan el vino con un plato de pasta de nombre impronunciable, en Teruel se riega con un guiso de cordero que sería capaz de resucitar al monje más asceta. Los vinos blancos de garnacha blanca, macabeo o chardonnay,y los vinos tintos de garnacha tinta o tempranillo, entre otros, suponen el éxtasis de placer para los apasionados a la sangre de Baco.
Sudar en unos baños árabes
Con la toalla anudada a la cintura, me siento en un banco y permito al vapor extraer los humores de mi cuerpo. Sueño con caballos musculosos de pelo negro, arena fina del desierto, reflexiono sobre los ojos rodeados de misterio que brillaron como luceros en el cuerpo de una mujer. Las luces atenuadas resbalan con sensualidad por las columnas y los arcos de herradura con motivos y filigranas árabes. Hace un calor refrescante y placentero. Hablamos de baños árabes. A la antigua usanza. El único lugar de España donde podríamos disfrutarlos son los baños Hammam Al Ándalus en Granada, queofrecen un recorrido único al gusto del cliente, alternando diferentes temperaturas, salas y baños. Baños turcos, masajes relajantes y exfoliantes, tés de menta servidos con un mimo incuestionable... nos transportan a los años en que España no existía, tampoco los balnearios tal y como los conocemos, y la mejor forma de acceder al placer de los vapores pasaba por esta clase de experiencias húmedas y deliciosas.
Comer insectos
¿Y por qué no? Sería bueno que nos fuéramos acostumbrando. Ya se habla de la ingesta de insectos como una de las primeras soluciones a la hora de evitar la escasez de alimentos que aseguran que llegará a partir de 2050, y no son pocos los viajeros europeos que han tenido la oportunidad de probar este tipo de bocado en sus visitas a Iberoamérica o Asia. Un escarabajo frito a la manera adecuada, correctamente especiado, supone un sabroso y nutritivo bocado que por lo general nos provoca ganas de vomitar. Pero si dejásemos a un lado los posibles prejuicios, en realidad descubriríamos que en España pueden encontrarse platos deliciosos y elaborados con insectos. En dos ciudades: Madrid y Barcelona. Especialmente conocidos y sabrosos son los chinicuiles, hormigas chicatanas, escamoles y chapulines de alfalfa y de milpa que el chef mejicano Roberto Ruiz sirve en su restaurante Punto MX en Madrid. Él nos abre la puerta a un tipo de gastronomía mejicana que se aleja de los aburridos nachos con queso y guacamole, un tipo de cocina profunda y cargada de tradiciones. Ideal para conocer, sin filtros de ningún tipo, una verdadera faceta que hace de Méjico uno de los países más apasionantes para conocer.
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