Paraíso escondido
Ni Bali, ni Fiji: el mayor archipiélago del mundo está en Finlandia
Viejas casas de madera, redes de pescadores y faros solitarios reciben al viajero en un paisaje único: 50.000 islas para recorrer en coche, barco o bicicleta
Ni Bali, ni las Islas Fiji. El verdadero paraíso insular en la tierra está en Finlandia, concretamente al sur del país nórdico. Son más de 50.000 pequeñas islas que dejan sin respiración al viajero cuando cruza el primer ferry y deja atrás la ciudad de Turku, la más antigua del país, algo así como la puerta de este archipiélago inesperado. Uno no entiende cómo es posible que haya tardado tantos años en enterarse de su existencia, ¿es que lo guardan en secreto para protegerlo? Lo importante, en cualquier caso, es que aquí estamos.
Antes de alcanzar el plato fuerte, es buena idea volar a Helsinki y pasar por los aperitivos en esta capital europea que durante el verano solo tiene cuatro horas de semioscuridad. Los días son eternos y dan mucho de sí, la naturaleza ofrece multitud de planes en los alrededores y en el centro de la ciudad el buen tiempo hace que las calles estallen de vida. Se puede comer en el restaurante Skutta, pegado al mercado de las flores, un establecimiento que improvisa la carta día a día con producto local. Si alguno de los tres chefs falta de la cocina es que está recogiendo hierbas salvajes que luego comeremos con el pastel de ruibarbo o el guiso de pescado.
Es fácil distinguir a un finlandés de un turista, sobre todo si este último es español. Ellos son los transeúntes que se paran en los semáforos sea la hora que sea y no cruzan ni de madrugada con la calle desierta.
Las distancias son muy abordables a pie o en tranvía, esta es otra distinción marca del país. El transporte público se impone por goleada al coche y el centro es exclusivamente peatonal. El restaurante Wellamo, abierto en plena pandemia y actualmente en boca de todos, es una gran opción para cenar y luego tomar una copa en alguno de los bares que dan al puerto deportivo. Y, si se quiere algo más especial, la elección está clara: Grön. Un establecimiento con estrella Michelin desde 2018 y un menú degustación basado en la cocina escandinava que hará que olvides hasta cómo te llamas. El local, pequeñito y de puro diseño nórdico, tiene pocas meses y una larga lista de espera. El maridaje, propuesto por un sumiller tan estiloso que parece sacado de una novela de John le Carré, es espectacular. La cena está ambientada con la lista de música del chef, Toni Kostian, que hace siete años empezó vendiendo pollo frito desde este mismo local.
Una alternativa al plan «foodie» es visitar alguna de las saunas que jalonan Helsinki. Un dato: en este país de apenas cinco millones de habitantes hay tres millones de saunas. Las frecuentan para todo y en cualquier estación del año. Casi todas las casas tienen la suya propia y es muy habitual que los jóvenes queden allí para tomar cervezas y sudar un poco en amor y compañía.
El camino por carretera de la capital finlandesa a Turku es maravilloso. Apenas tres horas de granjas diseminadas con cuentagotas en un paisaje de naturaleza verde brillante y campitos arados. Antes de coger el primer ferry camino a la primera isla del archipiélago hay que pasar al menos una noche en esta ciudad de 200.00 habitantes, la segunda en importancia del país. El restaurante Kaskis, el único de la zona con una estrella Michelin, es una experiencia culinaria sin la que debería estar prohibido despegar de Finlandia. La pareja de chefs al frente de los fogones, Erik Mansikka y Simo Raisio, tienen tanto carisma y buen rollo como mano para la cocina. Completa el trío la sumiller de pelo rosa Chistina Haukka, la primera del mundo en recibir el año pasado una mención especial en la gala de Michelin. La catedral de Turku, la ribera del río y el parque central también valen una misa.
Ya con los deberes hechos, enfilamos para el rosario insular. Se calcula que de las 50.0000 islas registradas al menos 160 están habitadas. Están conectadas por carreteras y ferries para los que conviene estar muy enterado de los horarios si uno no quiere quedar aislado más de la cuenta. El verano aquí es impresionante. El ambiente en Nagu, que sería algo así como el centro neurálgico del archipiélago, tiene un aire a los Hamptons de Estados Unidos. Cabañitas pintadas de colores, restaurantes construidos en madera blanca decapada y una gastronomía basada en pastel de pescado, patatas nuevas (de temporada), ensalada de cangrejo y un postre hecho con fresas silvestres que es una auténtica delicia. Si de dejan caer por allí, apunten este restaurante: Bathuset.
Desde el puerto Nagu (conocido medio en broma como el Saint-Tropez de Finlandia) se puede salir en un barco propio o alquilado a recorrer el paisaje insular y elegir en cuál de los pequeños «cottages» se van a pasar unos días inolvidables. Esta periodista visitó el Hotel Hyppeis, en el corazón del archipiélago, que sus propios dueños califican de «centro para el alma». Esta pareja decidió dejar el estresante Helsinki y empezar una nueva vida después de recibir una herencia en estas tierras. Ahora viven rodeados de agua y de antigüedades que transportan al viajero a otra época y que resultan, efectivamente, un bálsamo para el alma. Al huésped lo recibe un anciano tocando el violín en el embarcadero bañado por la puesta de sol que anticipa una experiencia única en la vida. Las nueve semanas del verano tienen cada una de ellas el nombre de un chef distinto que se aloja aquí mientras hace las delicias del resto de ocupantes de este viejo caserón reconvertido en hotel.
En coche, en bici o en piragua, cualquier medio de transporte es bueno para recorrer las rutas preparadas para acoger cada año a los 100.000 turistas que vienen buscando paz y, quizá, escapando del calor insoportable del sur de Europa. Para los más intrépidos existe una agencia (aavameri.fi)) que prepara rutas de una semana en canoa para ir de isla en isla y dormir en tienda de campaña o al raso en un plan adecuado también para familias con niños. Entre las paradas destaca Jurmo, una isla aún más especial que el resto. Si es que eso es posible.
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