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Grande Chiquito

El popular humorista malagueño Chiquito de la Calzada ha fallecido esta madrugada a los 85 años en Málaga, donde permanecía hospitalizado por la angina de pecho que sufrió a finales de octubre.

Familiares y amigos trasladan el féretro con los restos mortales del popular humorista malagueño. EFE/Daniel Pérez
Familiares y amigos trasladan el féretro con los restos mortales del popular humorista malagueño. EFE/Daniel Pérezlarazon

Con su muerte se va una manera de hacer reír blanca, limpia.

Eran las once de la noche del viernes cuando Loli, la sobrina, casi una hija, de Gregorio Esteban Sánchez, el hombre que popularizó el nombre artístico de Chiquito de la Calzada, me confesaba que los médicos le habían comunicado que a su tío le quedaban pocas horas de vida. Cuatro después, el dramático presagio se confirmaba. Chiquito, 85 años, el hombre de la sonrisa eterna, dejaba de existir a las tres menos cuarto de la madrugada. Una infección generalizada que no pudo superar le producía un fallo multiorgánico, y una persona del Hospital Regional Carlos Haya de Málaga certificaba su muerte. Sus últimos días estuvieron marcados por el desánimo de su gente, pero nunca por el suyo. Una de las enfermeras del centro sanitario cuenta que «era un hombre encantador, no paraba de contar chistes, de lanzarnos piropos, de divertirnos con sus bromas y su gracejo. Ha dejado un recuerdo lleno de simpatía. Él pensaba que su situación no era tan seria, que estaría en casa en unos días».

En la tercera semana de octubre, recién dado de alta tras un primer ingreso en el hospital por una infortunada caída, Chiquito declaraba a un amigo periodista que «ha sido un buen susto, lo he pasado regular, “na más”. Conforme pasan los días ya se me olvida todo». Pero el 31 de ese mes, como recordarán nuestros lectores, volvió al hospital tras sufrir una angina de pecho. Le sometieron a un cateterismo y su estado empeoró cuando le detectaron una infección y tuvo que ser ingresado el lunes 6 en la Unidad de Cuidados Intensivos. La situación rozaba el dramatismo, pero él no quería darse cuenta. Era como si deseara aferrarse a la vida sin condiciones. Su sobrina Loli ha tenido un comportamiento ejemplar, siempre a su lado, dándole ánimo, cariño y mimos.

Ella es la hija que el humorista no tuvo con su esposa Pepi, fallecida hace cinco años. Aquel adiós le quitó media vida a Chiquito, que fue incapaz de superar la pérdida de la mujer con la que compartió cincuenta años. Casada y con hijos, la sobrina favorita de Gregorio se desvivía por hacer más felices los días de un tío que esperaba la muerte como un salvavidas, porque no supo vivir sin su gran amor. Los que la conocen hablan de ella con cariño y admiración. Pepe, uno de los mejores amigos del artista, la define como «una mujer extraordinaria, entregada en cuerpo y alma a Gregorio. Era un amor mutuo, una conexión perfecta».

A Loli la operaron de una hernia inguinal el 17 de octubre, le costaba permanecer mucho tiempo de pie, pero nada era más importante que cuidar del hombre que tanto le hizo reír y ahora le causa un profundo llanto. Cuando hablé con ella a las ocho de la mañana de ayer para darle el pésame, contestaba con voz que intentaba aparentar seguridad, pero que escondía el estado en que se encuentra. No es la primera muerte que le sume en la tristeza; ya perdió a sus padres y dos de sus hermanos, y sabe lo que es sufrir en silencio la pena. Una fuente hospitalaria desvela que «el viernes por la noche le recomendamos que se fuera a dormir a su casa, estaba muy cansada, y, aunque no quería irse de la zona de la UCI, al final accedió a marcharse. Cuando le llamamos para notificarle el fallecimiento de su tío vino inmediatamente al hospital. Estaba destrozada...».

Edmundo «Bigote» Arrocet era íntimo de Gregorio; juntos rodaron películas y juntos compartieron grandes momentos de humor. El compañero sentimental de María Teresa Campos, que tomó un AVE ayer por la mañana a Málaga para dar el último adiós a su amigo, se encuentra muy afectado: «Qué pena más grande», lamentaba ayer. Arrocet compartió con este diario su particular homenaje a su amigo, una imagen en la que se ve a Chiquito llegando a las puertas del cielo, y una voz, se supone que la de San Pedro, que dice: «Este es el primer pecadorr al que dejamos entrar». Y añade: «Desde hoy, el cielo será más divertido». No podemos despedirnos de Chiquito con un simple «hasta luego», hay que añadir el Lucas que tanto popularizó en sus surrealistas «shows» humorísticos, al igual que otros términos que ha dejado en el recuerdo, desde «pecador de la pradera» al «fistro», «te das cuen», «no puedor», «¿comor?», «cobarde», «¡al ataque!», «diodeno», «torpedor» o ese «jarl» que sirve de estandarte y grito tardío para todos aquellos que querían homenajearle esta tarde, a las cinco, en las calles de Málaga. Un diccionario tan original como esperpéntico y que ha hecho reír a generaciones de españoles. Y es que en realidad no ha muerto, le guardamos en nuestros corazones para siempre.

Humorista a los 62

Su trayectoria personal y profesional podría dividirse en tres etapas: la que le llevó a recorrer el mundo durante casi medio siglo como cantaor flamenco, el viaje vital y lleno de amor de cincuenta años con su esposa Pepita y el auge artístico que supuso su debut como humorista cuando acababa de cumplir 62 años. Había nacido un 28 de mayo de 1932 en la calle Calzada del barrio malagueño de la Trinidad. Y desde su infancia exploró en el mundo del flamenco, en el que obtuvo tantas satisfacciones. De hecho, fue cantaor en Japón durante años y hablaba un japonés macarrónico. Su debut televisivo como humorista se produjo en el programa «Genio y figura» a mediados de la década de los noventa. El éxito fue inmediato, su estilo novedoso y sus «giros idiomáticos» le convirtieron en un profesional querido y aclamado. Protagonizó películas como «Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera», «Brácula», «Papá Piquillo» y «Franky Banderas». También intervino en otras como «Torrente 5», «¡La venganza de Ira Vamp» y «El oro de Moscú».

En el plano personal tuvo algunos escarceos amorosos, pero Pepita fue el gran amor de su vida. Se conocieron en un tablado de Córdoba y surgió el inmediato flechazo. La última vez que le entrevisté, meses después de fallecer ella, me confesó que «Pepita es el amor infinito, y hablo en presente porque nunca se marchará de mi lado». No tuvieron hijos y su sobrina Loli ocupó ese lugar a lo largo de la vida del humorista. Y más tras la desaparición de Pepi.

Muchos de los que se pronunciaron ayer sobre su fallecimiento recordaron que Chiquito «siempre hacía gala de su origen de Málaga», en palabras del alcalde la ciudad, Francisco de la Torre, quien también afirmó ayer que el humorista «deja muchos amigos y gente que le admiramos, le queremos y siempre le recordaremos». Sus paisanos le escucharon como pregonero de la Feria de Málaga en 1996, un sueño cumplido para Gregorio. Un parque de su ciudad lleva su nombre desde 2004 y en 2016 recibió el título de Hijo Predilecto, otorgado por la Diputación malagueña. Muchos reclaman que no le dieran en vida la Medalla de Andalucía, y piensan solicitar que se la concedan a título póstumo. De hecho, gran cantidad de tuits comentaban ayer que era «una vergüenza» que no se le hubiera concedido. Cuando asistió a la capilla ardiente del humorista, la presidenta de la comunidad, Susana Díaz, afirmó al respecto que siempre será «sensible» a lo que «digan los andaluces».

La capilla ardiente se instaló ayer en el Auditorio Edgar Neville de la Diputación (un nombre grande de ese humor absurdo que Chiquito dominaba), el mismo lugar donde recibió el título de Hijo Predilecto, y desde que comenzara a las 12:00 hasta las 22:00 horas no dejaron de llegar, en un goteo incesante, cientos de personas que se quisieron despedir de él. Hoy se celebrará una misa sepelio en la iglesia del barrio de la Trinidad, donde nació Gregorio Esteban Sánchez, y sus cenizas serán depositadas junto a las de su esposa en el columbario de la cofradía del Cautivo. Seguro que su famoso «jarl» resonará con fuerza por las paredes del cementerio.