Ciclismo

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Coloma, Olé tus...

Coloma logra el bronce en bicicleta de montaña y se toca sus partes al entrar a la meta. «El mensaje era que si confías en ti se puede alcanzar la gloria», explicó

Carlos Coloma besa la medalla de bronce
Carlos Coloma besa la medalla de broncelarazon

Coloma logra el bronce en bicicleta de montaña y se toca sus partes al entrar a la meta. «El mensaje era que si confías en ti se puede alcanzar la gloria», explicó

Con su bigote a lo Pancho Villa y en la última de las siete vueltas al circuito de bicicleta de montaña de los Juegos Olímpicos, de unos seis kilómetros cada una, Carlos Coloma dejó atrás a su compañía, el francés Maxime Marotte. Iban por delante el suizo Nino Schurter y el checo Jaroslav Kulhavy, que se peleaban por el oro, que ganó el primero y que además es el campeón del mundo.

Coloma, 34 años, toda una vida dedicada a la bicicleta, tenía la oportunidad de ganar una medalla olímpica, la mayor recompensa para un deportista, y no la desaprovechó. El recorrido le gustaba, lo tenía todo, era rápido, técnico, táctico y peligroso, como siempre. Fue un tira y afloja con el francés. En la vuelta seis, parecía que el español se quedaba. Pero no. Había cedido unos metros que no tardó en recuperar. Se pasó por la meta por última vez antes de la definitiva. La cara y el cuerpo estaban llenos de barro. Los suyos y los de todos. Las piernas ya doloridas de tanto pedalear por rocas, arena, troncos y raíces, con tramos de escalera, jugándose el tipo contra vallas y árboles, y siempre subiendo y bajando, pues sólo un 15 por ciento, como máximo, del recorrido puede ser llano. Se santiguó el riojano antes de esos últimos seis kilómetros y como a mitad de recorrido tomó una ventaja que fue definitiva. El ataque, en realidad, había sido constante. «Un poco en cada curva, hasta que se ha quedado clavado», desveló Coloma. En ese momento, sus piernas estaban acalambradas, pero por su mente sólo pasaba que el dolor tenía que ser de los dos. Y tenía razón. Marotte estaba literalmente reventado cuando superó la línea de meta. El cansancio pudo con él. Diez segundos le terminó sacando Coloma, que en la penúltima vuelta incluso tuvo tiempo para bromear al sacar la lengua a la cámara de televisión cuando le enfocaba. Después, cuando iba a rebasar la meta, el catálogo de gestos continuó. Primero unos pases de torero, después, las manos un poco más abajo, sí, justo «ahí». «El mensaje era que si confías en ti se puede alcanzar la gloria», explicó después el corredor español.

En realidad, desde mucho antes de esa última vuelta vio Coloma que estaba ante la oportunidad de su vida. «Cuando he visto en la tercera vuelta que era el día, que llevaba unas piernas increíbles, me he dicho que no podía fallar. ¿Cuándo iba a tener una oportunidad como ésta? Cuando tienes la opción de ganar una medalla olímpica, hay que dejarse la vida», afirmó después el medallista de bronce,que lloró en el podio. Hace tres años tuvo una lesión grave en el hombro de la que no se recuperó después de una primera operación. Le tuvieron que intervenir por segunda vez, pero esta temporada estaba bien. Según decía él, en el mejor momento de su vida, y el bronce quizá sea la muestra de ello. Ya había sido octavo en Londres y poco después montó un equipo de categoría UCI en el que además trata de formar a las jóvenes promesas de su deporte.

Empezó a montar en bici por diversión y sus inicios en competición fueron en la carretera. Incluso llegó a probar con el Euskaltel-Euskadi, pero al final se decantó por la montaña como especialidad. La medalla supone el «día más feliz» de su carrera deportiva, a la que todavía le queda mucho por delante. Quiere llegar a los Juegos de Tokio 2020, en los que tendría 38 años. Con uno menos estuvo en Río José Antonio Hermida, que terminó decimoquinto. El noveno puesto fue para David Valero, el tercer español. Los tres lucían el bigote mexicano. Los planes más inmediatos de Coloma pasaban por completar una concentración de altura en Andorra, pero ahora sólo piensa «en volver a casa». «La voy a anular. Quiero celebrar esto con mi familia, con mis amigos y con todo mi pueblo. Hoy estaban reunidas 3.500 personas y quiero ir a celebrarlo con ellos. Esto es muy importante y no quiero dejarlo pasar», sentenció orgulloso el último bronce español en Río.