Elecciones generales

¿Pero es tan necesario cambiar la Constitución?

El escritor y colaborador de LA RAZÓN José María Marco analiza con Meritxell Batet el proyecto estrella del PSOE de cara a las elecciones generales: reformar la Carta Magna.

¿Pero es tan necesario cambiar la Constitución?
¿Pero es tan necesario cambiar la Constitución?larazon

El escritor y colaborador de LA RAZÓN José María Marco analiza con Meritxell Batet el proyecto estrella del PSOE de cara a las elecciones generales: reformar la Carta Magna.

Meritxell Batet es una de las figuras del nuevo socialismo de Pedro Sánchez. Y no porque no tenga experiencia, como diputada del PSC en el Congreso de los Diputados por Barcelona, su ciudad natal. En las próximas elecciones, aspira a representar a los madrileños en las listas del PSOE. Y como secretaria de Estudios y Programas del Partido Socialista, Meritxell Batet se está encargando de encabezar los trabajos para la reforma de la Constitución, reforma que es la gran apuesta política de su partido en estas elecciones y para la próxima legislatura. Aquí tiene la amabilidad de responder a algunos de los interrogantes que suscita este planteamiento.

José María Marco- Dicen que se ha acabado el bipartidismo. ¿Crees que eso es bueno para nuestro país?

Meritxell Balelt- Tiene un elemento positivo –la pluralidad– y un elemento no tan positivo –la dificultad para garantizar gobiernos estables–. Dependerá de los actores políticos que el cambio suponga una mejora en nuestro sistema de partidos, si ese cambio finalmente se produce, que está todavía por confirmar.

JMM- ¿Con quién compite el PSOE, además de con el PP? ¿Con Ciudadanos o con Podemos?

MB- El PSOE compite con el PP. Es nuestro principal adversario, pues es el único partido político que puede liderar una mayoría alternativa a la del PSOE. Así lo confirman todas las encuestas. Si la pregunta se dirige a si competimos por los mismos electores, no veo a Ciudadanos un competidor porque no imagino a los votantes que se sienten a la izquierda apoyando a la derecha.

JMM- Ciudadanos plantea una oferta socialdemócrata que una parte del electorado parece considerar creíble porque –entre otras cosas– articula una idea de la nación española. Quizás una parte de la crisis actual se deba a que los ciudadanos españoles quieren que se dé por cerrado el «problema de España» y se siga adelante. (Los americanos dicen «move on», que es una buena expresión.)

MB- Niego la mayor. Ciudadanos no plantea una oferta socialdemócrata: Ciudadanos es un partido de derechas, más moderno que la oferta caduca y rancia que supone el PP, pero de derechas. En todas las CC AA donde el PP ha necesitado apoyos de Ciudadanos para formar Gobierno, los ha tenido (Madrid, Murcia, La Rioja, Castilla y León). En Andalucía la suma de escaños entre PP y Ciudadanos no es mayoría. Cuando pueden elegir, eligen a la derecha, porque son la derecha.

JMM- ¿Tanta diferencia hay entre la cultura catalana y la cultura española o del resto de España? ¿No se estará cultivando con demasiada intensidad, casi con fanatismo, lo que Freud llamó el narcisismo de la pequeña diferencia?

MB- Algo de eso hay, sin duda. Pero España es plural y Cataluña también lo es. Negar esa realidad es otra forma de fanatismo. Debemos conseguir que el conjunto de España asuma esta diversidad, la haga propia y la fomente. Por ejemplo, el catalán es una lengua española. La España por la que trabajo es aquélla que identifique ser español con hablar catalán, de la misma manera que identifica ser español con hablar castellano.

JMM- En las próximas legislativas vas a ir, si Dios quiere (sin ironía), en el segundo puesto en la lista por Madrid. A todo el mundo le parece muy bien, como es natural y yo me sumo a la enhorabuena. ¿Podría ocurrir que un madrileño o una madrileña (o de cualquier otra provincia española) fuera en el mismo puesto en la lista del PSC de Barcelona?

MB- Claro, ¿por qué no?, pero sin duda hay algunas diferencias. La lista de Madrid, como capital de España, expresa mucho más que la representación de un territorio. La situación actual de Cataluña ha producido que se destaque una circunstancia que es muy habitual en las listas de los partidos. El PP tuvo de número 2 de su lista por Madrid a Soraya Sáez de Santamaría, que es de Valladolid. En la propia lista del PSOE por Madrid va a ir un vasco. Yo agradezco enormemente la generosidad de mis compañeros socialistas de Madrid por haber votado una lista en la que el número dos no es de Madrid: refleja además muy bien el sentir abierto propio del conjunto de los madrileños y si eso además sirve para estrechar lazos y construir puentes, ¡mejor!

JMM- Si he entendido algunas de tus declaraciones, Cataluña es una nación y Andalucía también lo es (o lo será) si los andaluces lo quieren. Deduzco que la nacionalidad depende de la voluntad. ¿En qué queda España? ¿Es un resto, una «nación de naciones», una confederación puramente política?

MB- No lo digo yo, lo dice el Consejo de Europa. Hay dos conceptos de nación: la nación entendida como identidad cultural, y la nación entendida como titular de la soberanía capaz de constituirse en un Estado. España es una nación en esta segunda acepción, por tanto, no es ninguna confederación, es una nación titular de la soberanía. Y Cataluña es una nación en la acepción utilizada por el Consejo de Europa, como vinculación a una identidad cultural, lingüística, etc..., pero sin ser titular de la soberanía, que pertenece en exclusiva a la Nación Española, como marca el artículo 2 de la Constitución. En este sentido, Andalucía también lo podría ser. De hecho, su Estatuto, votado también por el PP, habla en su Preámbulo de Andalucía como realidad nacional.

JMM- ¿Cualquier nacionalismo es bueno, excepto el español? (Yo he publicado hace poco tiempo un libro crítico sobre el nacionalismo, en particular el nacionalismo español.)

MB- No se trata de definirlos como buenos o malos, aunque si hacemos un repaso por la historia no parece que fuera un concepto que nos aportara demasiadas cosas positivas. Lo que afirmo es que como socialista mi marco conceptual es otro, el de los ciudadanos y ciudadanas, por eso dedicaré mi vida política a trabajar para todos ellos.

JMM- ¿Cómo compagináis la adhesión al proyecto (y a la realidad) de la Unión Europea con este florecer de naciones ad libitum?

MB- La única viabilidad que tenemos como sociedad a medio plazo es caminar hacia una mayor integración política en la Unión Europea.

JMM- ¿No sería lógico esforzarse por llegar a un acuerdo con los demás partidos nacionales, en particular con el PP, en la cuestión fundamental de la nación española?

MB- Ojalá. Sería lo deseable. Pero ese acuerdo no puede significar la adhesión inquebrantable a sus posiciones, como a veces parecen pretender. Cuando se abra la reforma constitucional en la siguiente legislatura, será imprescindible contar con el PP.

JMM- ¿Piensas que los nacionalistas catalanes se van a contentar, después de más de casi cuarenta años de nacionalización de Cataluña, con el apelativo de nación?

MB- Por supuesto que para un porcentaje no, porque quieren un Estado propio. Pero las reformas no pueden estar encaminadas a contentar o apaciguar a los nacionalistas. Las reformas han de estar encaminadas a conseguir que una mayoría de catalanes y de ciudadanos del conjunto de España participen en la construcción de una España mejor. Estoy segura que eso evitará que, en el futuro, se pasen al nacionalismo.

JMM- ¿No resulta peligroso hacer de la reforma constitucional un motivo de campaña electoral? A mí me parece más que peligroso, abrasivo, porque una reforma de la Constitución, tal como parece que se está planteando, equivale a volver a fundar la nación policía española... ¿No puede llegar a suscitar una crisis nacional?

MB- La reforma constitucional la planteamos hace 3 años, no en campaña electoral, y siempre como un mecanismo de mejorar, modernizar y adaptar un pacto de convivencia entre todos los españoles. Me hablaba de suscitar una crisis nacional con ello, cuando tengo la convicción que es precisamente para paliar las crisis en las que estamos inmersos, la territorial, la social, la económica.

JMM- ¿El modelo de inmersión lingüística sigue siendo válido?

MB- Ha sido muy importante para garantizar la integración, la cohesión y la igualdad de oportunidades de una sociedad. La filosofía y las razones de fondo siguen siendo válidas, aunque siempre hay aspectos que se pueden revisar.

JMM- ¿En los trabajos sobre la propuesta de la reforma constitucional que diriges, se está estudiando un nuevo mecanismo de financiación? Supongo que se respetan las particularidades vasca y navarra.

MB- Sí, el concierto económico está en la Constitución y seguirá ahí, pero sería importante incluir los principios básicos sobre los que se construya un buen sistema de financiación, entre otras cosas para que futuros gobiernos no incumplan la ley como el actual, que lleva más de dos años de retraso en su actualización.

JMM- La Ley de Memoria Histórica ha sido comprendida como una revisión de uno de los fundamentos de la democracia española, que es la Transición. Una de las formas de entender una posible reforma de la Constitución, sobre todo cuando se plantea sin consenso, es también una carga de profundidad para acabar con lo que ahora se llama el «relato» de la Transición. O es una forma de empezar a pensar en pactar con todo el mundo excepto con el PP...

MB- Lo niego todo. Niego que la Ley de Memoria Histórica fuera una revisión de la Transición, y creo que no lo percibe así la mayoría de los ciudadanos, niego que una reforma de la Constitución se pueda llevar a cabo sin consenso, y, por supuesto, niego que la que nosotros estamos planteando quiera acabar con el relato de la Transición, de la que los socialistas fuimos más que protagonistas y nos sentimos tan orgullosos. Al contrario, queremos plantear la reforma para salvaguardar y hacer perdurar la esencia del pacto constitucional de 1978.