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Méritos e infamias

Nuestra deuda con Saura

"A él le debemos la creación de una mirada inédita hasta entonces en el mundo de la imagen en España"

La capilla ardiente de Saura se instalará el lunes en la Academia de Cine Academia del CineEFE

Tuve varios encuentros con Carlos Saura. En todos ellos me sorprendió que siempre llevaba colgada una pequeña cámara de fotos que disparaba conforme su curiosidad. Con una sola mano realizaba un barrido de la sala en la que conversábamos para buscar un elemento sobre el que enfocar. Lo mismo por la calle, en un breve paseo por Sevilla, parecía que guiñaba a cualquiera, pero lo que tenía en la mente ya era una foto. Luego seguía charlando como si hubiera salido a la superficie de una piscina tras un chapuzón. Creo que de todas las virtudes que tuvo como cineasta, a Saura debemos agradecerle la creación de una mirada inédita hasta entonces en el mundo de la imagen en España. Hace cinco años, con motivo de una exposición sobre sus primeros trabajos como reporteros me di cuenta de que muchos de los personajes que luego aparecieron en sus películas ya los había él retratado en la periferia mísera de las grandes ciudades españolas, entre las chabolas de los gitanos o en el rostro alucinado de unos danzantes en pleno carnaval. Me rectificó cuando le comenté esta idea, pues no pensaba que nada de esa mirada fuera original. Puede que aquello no sea verdad, pero lo que sí es cierto es que después de visionar su cine mucho de ese personal enfoque luego te lo encuentras detrás de un mostrador, en la estación de autobuses o al mirarte al espejo por las mañanas. Igual que le puso cara al ·tardofranquismo» tras colocar a España en el diván de su cine, a nuestra música popular la colocó en otra dimensión, más trascendente, dotándola de una belleza visual hasta entonces no vista, ni superada hoy. Piensen en la fastuosa «Sevillanas», en su iluminación, planificación o montaje y entenderán cómo un señor de Huesca tocó la tecla necesaria para que cuando veamos a una pareja bailarlas tengamos en la mente el sello Saura. Una perspectiva sencilla y sin estridencias, pero con la suficiente profundidad para añadir contenido a algo tan cotidiano como dos flamencas en pleno baile. Eso le debemos en Andalucía.

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