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Españoles de película

Gil Parrondo
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En dos semanas hará 10 años de la muerte de Tedy Villalba, magnífico profesional que tuvo un papel relevante en las grandes producciones de Hollywood rodadas desde mediados de los 50 en España, y en gran medida en Andalucía, con la provincia de Almería y la Costa del Sol como principales lugares de referencia. Miembro de una saga familiar vinculada al cine a lo largo de varias generaciones, Tedy Villalba vivió una de las anécdotas más simpáticas que se recuerdan de la época: para el rodaje de «Doctor Zhivago» se recreó una manifestación de comunistas rusos cantando la Internacional y portando banderas rojas ante la atónita mirada de la policía franquista. En otro orden de cosas, Villalba tuvo el privilegio de ser muy amigo de una de las mujeres más deseadas, Ava Gardner, que le telefoneó en varias ocasiones al cuartel donde hacía la mili, para envidia de reclutas y oficiales.

También fue en un mes de diciembre, concretamente el día 24, cuando falleció, hace ya tres años, otro nombre fundamental de nuestra cinematografía, Gil Parrondo, ganador de dos Oscar por su labor como director artístico y poseedor de una trayectoria tan brillante como extensa: comenzó a trabajar recién terminada la Guerra Civil, con apenas 18 años, y estuvo en activo hasta meses antes de morir a los 95. De este selecto grupo de españoles que trabajaron para Hollywood, Gil Parrondo es el más conocido por sus dos Oscar, pero, por desgracia, son mayoría los que está completamente olvidados, como es el caso de Perico Vidal. Íntimo amigo de Sinatra, cenó con John Fitzgerald Kennedy, Marilyn Monroe le dio su teléfono, Jane Fonda fue madrina de su boda y vio de cerca el mal genio de Billy Wilder durante el rodaje de «Con faldas y a lo loco». Además fue uno de los más cercanos colaboradores de David Lean, con quien le unió una gran amistad y al que llegó a considerar un cruce entre su mejor maestro y su hermano mayor. Ambos se conocieron en el rodaje de «Lawrence de Arabia», pero fue tan buena la experiencia que repitieron en «Doctor Zhivago» y en «La hija de Ryan», en la que fue el único español durante su rodaje en Irlanda.

Por obvias cuestiones biológicas cada vez son menos los testigos de aquella edad dorada del cine pero todavía sobreviven algunos como Enrique Herreros, autor de varios libros y de numerosas crónicas escritas en Los Ángeles. Durante mucho tiempo no hubo actor o director de renombre, como Charles Chaplin, Buster Keaton, Alfred Hitchcock o Dustin Hoffman, que pasara por España sin contar con su saber hacer. José López Rodero era muy joven cuando conoció en el rodaje de «Spartacus» a un casi debutante Stanley Kubrick, que rápidamente se percató de su profesionalidad. Muchos años después le llegó a proponer, por encargo del productor antequerano Juan Lebrón, que rodara un spot promocional de la Expo’92 que, lamentablemente, no llegó a hacerse realidad. A lo largo de más de cinco décadas dedicado al cine, López Rodero ha trabajado con algunos de los grandes como Roman Polanski, David Lynch, Nicholas Ray o King Vidor. Algo de todo esto se habla al principio del documental «Sesión salvaje», de próximo estreno en el que, entre otros entrevistados, dos cineastas andaluces, Paco Cabezas y Miguel Ángel Vivas, reivindican con añoranza un cine de serie B español. Entretenido y con ritmo trepidante, dedica un destacado espacio a Eugenio Martín, nacido en Ceuta en 1925, pero criado en Granada, y autor de la notable «Pánico en el Transiberiano», que logró reunir a dos estrellas del cine de terror, Christopher Lee y un Peter Cushing deprimido por la reciente muerte de su esposa. Del mismo modo que es bienvenido un cariñoso homenaje a éste y otros directores volcados con el cine de género (terror, aventuras y western, entre otros), es de justicia darles su sitio a estos profesionales españoles que dieron lo mejor de sí mismos a las órdenes de Orson Welles, Stanley Kubrick o David Lean, entre otros muchos, y que figuran por méritos propios con letras doradas en la Historia del Cine.

La vida es bella

Se lamentaba recientemente en Twitter el periodista y escritor Borja de Diego, nominado en los Premios Escenarios de Sevilla como mejor autor por «El peso de Judas», que en una ciudad como Sevilla solo estuviera dos días en cartel (el pasado fin de semana) la obra «La geometría del trigo», ganadora del Premio Nacional de Literatura y recibida con excelentes críticas. Su autor, uno de los nuevos valores del teatro español, es el jiennense Alberto Conejero, asimismo responsable de su dramaturgia y puesta en escena. Precisamente hoy se podrá ver en su localidad natal, Vilches, cuyo Ayuntamiento, al igual que la Diputación de Jaén, ha apoyado la producción de la obra. El 10 y el 11 del mes que viene se representará en Granada mientras que habrá que esperar hasta marzo para verla en otros puntos de Andalucía, Puerto de Santa María y Marbella. En cualquier caso, al margen de que se haya visto o se pueda hacer próximamente, es posible disfrutar de su texto poético, con reminiscencias lorquianas, gracias a que ha sido publicado en un libro, algo poco común en el panorama teatral español. La edición se enriquece con un lúcido análisis del escritor y crítico literario andaluz Daniel López García, recogido en el prólogo de esta obra en la que abunda el dolor y el amor como motores de una historia que atrapa al lector/espectador desde el principio hasta su desenlace.