Sociedad
El Pimpi cumple medio siglo como referencia de la Málaga gastronómica y cultural
Una de las bodegas con más solera de la capital costasoleña celebra sus cincuenta años tras sortear la crisis sanitaria a pesar de sufrir una caída del 40 % en su facturación
Fundado en 1971, El Pimpi es una de las bodegas con más solera de Málaga, donde es posible disfrutar de la gastronomía local y de los vinos de la tierra pero, sobre todo, de la tradición y cultura propias del sur de España. Su nombre hace referencia a la figura del Pimpi, un personaje popular malagueño que ayudaba a las tripulaciones y pasajeros de los barcos que llegaban al puerto de la ciudad.
De hecho, para conmemorar el cincuenta aniversario de su inauguración, el 4 de agosto de 1971, se ha estrenado una escultura del mítico personaje que le da nombre, realizada por el artista malagueño Aurelio Robles y que tiene como fin visibilizar a “un mítico personaje que forma parte de la historia de la ciudad y de la bodega y que todo aquel que visite nuestras instalaciones pueda inmortalizar su momento junto a la su figura”. Y es que cuenta la historia que los Pimpis fueron los primeros guías que tuvo la capital malagueña y que eran famosos por su atención y trato.
Desde hace ya cinco décadas, el Pimpi es un punto de encuentro de ilustres famosos –el actor Antonio Banderas es socio del establecimiento–, malagueños y visitantes que hacen uso de un restaurante concebido como entidad cultural y gastronómica de primer orden en Málaga y por el que desfila una media diaria de entre tres mil y cuatro mil comensales.
“Seguiremos creciendo en la senda y al compas que ha hecho la ciudad de Málaga en las últimas décadas”, señala el gerente de Bodegas el Pimpi, Pablo Gonzalo, quien reconoce que el año y medio de pandemia por coronavirus ha hecho caer la facturación en torno a un 40 %. “Hemos de sobreponernos”, afirma.
“Queremos reforzarnos y, de manera prioritaria, volver al número de empleados que teníamos antes de pandemia, generar empleo en la ciudad, y seguir siendo toda una seña de identidad del ocio y la restauración malagueños”, prosigue el gerente.
Para Gonzalo, la crisis sanitaria provocada les ha hecho ver las cosas de otra forma, “porque uno puede llegar a pensar que es intocable y que llegue una pandemia y te arruine todo el trabajo de décadas”. No obstante, recuerda que muchas empresas malagueñas “se han visto obligadas a cerrar sus puertas y nosotros hemos conseguido salvar y sortear el envite”.
Años atrás también nació la Fundación el Pimpi con el propósito de contribuir a la mejora de la sociedad, empezando por Málaga “pero sin límites ni fronteras” en todos los ámbitos, ya sea el social, el ecológico, el cultural o el gastronómico.
“Ser agentes del cambio social de nuestro entorno, creando nuevas fórmulas de crecimiento de la acción social y al mismo tiempo promover la gastronomía, la cultura y las tradiciones autóctonas de la ciudad de Málaga como un valor a conservar” es el leitmotiv de la institución.
No en vano se concibe como un punto de encuentro y referencia de ONG, administraciones públicas y empresas “donde todas encuentren soluciones, oportunidades y sinergias con el fin de mejorar su entorno y enfrentarse a retos sociales en el contexto que operan”.
En este último año, “con mucha imaginación además de recursos propios”, se ha conseguido “que ninguna de las familias que nos ha necesitado haya tenido dificultades para tener un plato con el que comer”, apostilla Gonzalo.
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