Cultura

Rocío Márquez ve el flamenco “machista pero como el resto de la sociedad”

“Vamos viendo avances; y ahí tenemos que estar muy agradecidas con el camino andado a todas esas mujeres como Carmen Linares, Lole Montoya..”, señala la cantaora onubense

La onubense Rocío Márquez, figura referente del cante flamenco. EFE/Julián Pérez
La onubense Rocío Márquez, figura referente del cante flamenco. EFE/Julián PérezJulián PérezAgencia EFE

La onubense Rocío Márquez, figura referente del cante flamenco femenino, se confiesa una enamorada de su mundo y dice que, aunque se están dando pasos importantes hacia la igualdad y la aceptación de la diversidad, sigue siendo “machista, como el resto de la sociedad”.

En una entrevista con EFE, justo antes de viajar a Estrasburgo (Francia), donde durante dos meses representará un particular ‘Amor brujo’, la que fuera ganadora de la Lámpara Minera en el Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión en 2008, es clara: “¿El flamenco es machista? Sí, pero como el resto de la sociedad”.

El hecho de que su incursión en este mundo fuera a la corta edad de 8 años, cuando entró en la Peña Flamenca de Huelva, la llevó durante años a normalizar situaciones y actitudes que no reconoció como machistas hasta cuando, pasado el tiempo, cursó en un máster la asignatura “Sexuación en el arte”.

En ese máster hicieron un ejercicio que consistió en coger críticas flamencas y subrayar los adjetivos: “Nosotras éramos la elegancia, la dulzura, la finura y ellos, la fuerza, el mando... y como eso, un montón de cosas y de repente abres los ojos y dices ¡guau!”.

La onubense Rocío Márquez. EFE/Julián Pérez
La onubense Rocío Márquez. EFE/Julián PérezJulián PérezAgencia EFE

Como experiencia personal, recuerda cuando el presidente de una peña la conminó a “adornar el escenario” en una mesa redonda que se iba a celebrar antes de su actuación: “Literal; lo más ‘heavy’ es que me lo dice un tiempo antes y ni me doy cuenta”.

Pese a estos ejemplos, no le gusta separar el flamenco del resto del mundo: “El machismo ha existido históricamente, sigue existiendo y eso se refleja en cada uno de los mundos que vivimos; lo último que quiero es perjudicar a mi mundo, un mundo que amo y una música que adoro, pero sí que es cierto que como en el resto de la sociedad y, quizás, con la peculiaridad de ser bastante cerrados, pues aún está mucho más presente este tipo de cuestiones”.

Afortunadamente, como ocurre en la sociedad, “eso va cambiando y vamos viendo avances; y ahí tenemos que estar muy agradecidas con el camino andado a todas esas mujeres como Carmen Linares, Lole Montoya..., no solo han sido un ejemplo como cantaoras sino como mujeres valientes que han marcado una línea a seguir”.

Pasos en pro de la igualdad y también en la aceptación de una diversidad que “siempre ha estado presente en el flamenco como una parte muy marginal y que ahora se está poniendo en primer plano” como ha ocurrido con el espectáculo ‘Viva’ de Manuel Liñán.

LA APORTACIÓN, MÁS ALLÁ DEL GÉNERO

Cuando se le pregunta qué aporta la mujer al mundo del flamenco se para, lo piensa detenidamente y asegura que “exactamente lo mismo que un hombre, pues podemos tener una sensibilidad exquisita pero igual que una fuerza exquisita”, consciente de que si responde de otra manera “estoy reforzando todas esas antítesis que durante años se han formado”.

Más allá del cante, cree que como mujer lo que puede aportar es “comunicarme con otras mujeres y poder hablar, por ejemplo, de como afectan nuestros ciclos menstruales a la voz”, algo que ha comenzado a hacer tras leer el libro “Diario de un cuerpo” de Erika Irusta.

Se trata de “ir descubriendo cuestiones como esa, ir conociéndonos y abrazándonos con nuestras características y no queriendo entrar en un mundo masculinizado, sino respetando nuestros tiempos y a nosotras mismas y visibilizando que nuestro organismo tiene unas necesidades diferentes a las que este sistema capitalista y heteropatriarcal, en un principio, nos hace creer que tenemos”.

EL ARTE, LIBERTAD Y REDESCUBRIMIENTO

Más allá de cuestiones de género, entiende que es “un momento maravilloso” para la mujer en el flamenco: “Es un momento muy bonito, en el que se abren maneras muy distintas de expresar que al final eso es lo que es; el arte es libertad y así tiene que ser”.

Y en eso está ella. En su trayectoria, explica, hubo un momento, al principio, que como participó en muchos concursos y estuvo en entornos más ortodoxos se instaló en formas de hacer flamenco más puristas y también considera que en artes, en los que la tradición oral tiene tanto que decir, la repetición es fundamental.

“Cuando me di cuenta de que nunca vas a aprender todo porque es tan extenso y vasto que te podría llevar la vida tuve la sensación de estar dándome al ‘play’, algo muy desagradable, porque está muy desconectada de la vida, del aquí y ahora y de lo que sientes que tienes que dar en el momento”, remarca.

Fue entonces cuando surgió la oportunidad: “De repente, me llegaron proyectos que de algún modo me facilitaban la búsqueda, el redescubrirme... Yo soy cambiante por naturaleza, soy permeable a la vida, a lo que va viniendo y a eso te ayuda el rodearte de personas que están en géneros distintos, que tienen otros códigos”.

Esa filosofía de vida le ha llevado a lo largo de su carrera a darse a conocer por el mundo, en países tan distantes como Francia, Emiratos Árabes o Japón, y a experimentar en su mundo sin perder esa esencia que la caracteriza.

Esa experimentación, ese redescubrirse, continúa en “Tercer cielo”, su próximo disco, que verá la luz a finales de mayo o principios de junio en el que incluye electrónica: “Es un volantazo nuevo” que ha realizado junto a Santi Bronquio, en su propia casa “tras dos años de trabajo, de tirar mucho, de ir probando y viendo lo que te va o no”, sobre todo en lo que a sus posibilidades a nivel vocal se refiere, que es en estos momentos lo que más le interesa.

Un trabajo con el que no busca provocar, porque no le gusta, que nace de su búsqueda incesante para “no quedarse dormida” y de esa necesidad de “ir a la guerra antes de que mi propia guerra interna me destroce”.