Denuncia

Intrusismo pirata en el taxi almeriense

Una parada de taxis en Almería
Una parada de taxis en AlmeríaLa Razón

“Ruego que no se les llame taxistas ilegales, cualquier cosa menos darles ese reconocimiento, aunque sea de forma ilícita.” El presidente de la Asociación de Taxistas de Roquetas de Mar-Taxi Poniente, Nicolás Manzano, lleva años denunciando el intrusismo profesional en su sector. “Se colocan en los apeaderos de las estaciones, en zonas de ocio y también en lugares habituales de pasajeros, como hospitales o centros comerciales”, avisa. Los conductores piratas han resurgido en Almería tras el incremento de la movilidad, la ausencia de restricciones y, sobre todo, ante el aumento de los precios y su oferta de “carreras baratas.”

No es un fenómeno nuevo y funciona de forma organizada desde hace décadas, pero aumenta su radio de acción y también cada vez es más numerosa su clientela. En calles como Blas Infante, en las 200 Viviendas de Roquetas de Mar, tienen una parada que hasta los vecinos respetan como estacionamiento reservado. “Estamos percibiendo cómo aumentan, tienen presencia en más lugares y cada vez es más la gente joven que los utiliza de forma habitual”, relatan.

Entre las zonas calientes utilizadas por los conductores pirata, las de marcha nocturna de las localidades turísticas, donde los taxistas no pueden asumir toda la demanda de horas punta y los intrusos acceden a viajeros con la promesa de viajes baratos. “Ellos nos ganan, pasan por allí y hay gente que no sólo los utiliza con asiduidad, sino que parece que prefiere el morbo de lo ilegal. Y tampoco es que sean tan económicos, te dan precios cerrados de 10 euros o 20 euros en tramos en los que el taxímetro se mueve un euro arriba o, incluso, por debajo de lo que ellos ofrecen”, explica Manzano.

Algunos clientes de estos transportes ilegales que quieren preservar su anonimato confirman la forma de actuar de algunos de estos grupos, que incluso parecen organizados. “Te recogen donde digas y ofrecen también servicios de asistencia telefónica”, afirma un usuario. Los riesgos asociados a subir a un coche sin identificación no parecen superar al pequeño ahorro conseguido: “Tarde más o menos, nos cobran lo mismo. De momento nunca me ha pasado nada y me llegó el contacto a través de un conocido que tampoco ha vivido nunca un problema”, comenta otro cliente.

Roquetas de Mar ya realiza campañas de información ciudadana para desincentivar la confianza de los usuarios. “Ya ha pasado alguna cosa en esos coches y han venido a preguntarnos por una descripción física o de vehículos”, cuenta un taxista en la parada del Apeadero. “Se ve a la policía pidiendo papeles, pero con la normativa actual se exponen a multas de unos 1.500 euros que nunca pagan y si se les requisa el vehículo, tampoco pasa nada. Llevan coches viejos o desguazados, que sustituyen rápido con otro coche que ande”, añade.

En El Ejido, una comunidad de vecinos recoge firmas para que el ayuntamiento actúe en un solar que sirve como punto neurálgico del taxi pirata en el municipio. “Se ven cambios de coche, con maletas, con bultos, a cualquier hora. Es una situación que nos preocupa porque no sabemos de qué trata tanto movimiento”, denuncian.

Desde el equipo de gobierno ejidense, el alcalde Francisco Góngora también mostraba su compromiso para “seguir vigilando, como lo estamos haciendo, por identificar y sancionar a los posibles infractores. He dado instrucciones a la Policía Local para intensificar el control y esta semana hemos retirado un vehículo. Pero no es fácil, porque en la mayoría de casos dicen que son amigos. Y es difícil de demostrar siempre el ilícito”, asevera.

“Es una guerra continua”, reconoce un taxista ejidense. “Es verdad que la policía local viene y pide identificaciones y eso los frena unos días, pero en cuanto desaparece esa tensión, vuelven. Con más fuerza si cabe”, añade.

Competencia desleal para el taxi almeriense que no se llama VTC ni proviene de aplicaciones de móviles. No llevan bandera pirata, pero comparten el asfalto de la provincia para elevar otra economía ilícita emergente.