Medio Ambiente

Ampliación de una desaladora con polémica

Denuncian que los sondeos de este equipamiento almeriense afectan a un acuífero y secan fuentes de agua próximas

Fachada de la desaladora de Almería
Fachada de la desaladora de AlmeríaLa RazónLa Razón

Una de las actuaciones previstas por el gobierno andaluz, a través del Decreto de sequía, es la ampliación de la desaladora de la capital almeriense, para aumentar su capacidad y suministrar agua “de calidad” a la comarca del Bajo Andarax y a la propia ciudad. Ya hay previstos 850.000 euros para la redacción de un proyecto definido por la consejera de Agricultura, Carmen Crespo, como “una de las grandes obras de Andalucía tanto por su importancia como por su elevado coste”.

Los agricultores demandan nuevos caudales hídricos y, aunque comunidades de regantes como Cuatro Vegas han convenido con el ayuntamiento capitalino el “suministro solidario” previsto por la instalación, las consecuencias de su funcionamiento preocupan a alrededor de medio millar de vecinos de la Vega de Acá; además de usuarios de pozos y norias de las inmediaciones. Una minoría que lamenta que la infraestructura que debería recuperar el acuífero del bajo y medio Andarax, en realidad, lo “está esquilmando”.

El presidente de la Asociación de Norias y Pozos de Almería, José Del Águila, asegura que “los 21 sondeos a 100 metros de profundidad que tiene la desaladora en tierra firme, junto a la playa y en el delta del río Andarax, provocan que el acuífero se vaya secando. Lo notamos en la afectación a pozos y fuentes cercanos, que están quedando sin agua, pese a que los hemos utilizado durante siglos”. Desde 2018 está denunciando, junto varios colectivos más, una situación que se ha colado en el debate municipal y que está generando informes contradictorios sobre cómo realiza captaciones de agua la instalación.

“Aunque la Fiscalía de Medio Ambiente archivaba el presunto delito medioambiental, por no encontrar indicios suficientes, tenemos amplia documentación que apunta que las captaciones tienen picos de extracción de hasta un 35% de agua dulce. Esa succión es la que provoca que los pozos y norias limítrofes presenten ya menor volumen de lámina de agua dulce y de peor calidad. Y también explicaría que las viviendas se queden sin agua”, ha sostenido.

Un informe técnico del Grupo de Investigación ´Recursos Hídricos y Geología Ambiental´ de la Universidad de Almería, realizado por los profesores Fernando Sola y Ángela Vallejos, advierte que entre el 14 y 34% de lo extraído desde la puesta en marcha de la desaladora está siendo agua del acuífero. Además, apunta a que “franjas de masa dulce, por encima de las provenientes del mar, irían adelgazando hasta prácticamente desaparecer”.

Una tesis también defendida por el Catedrático de Geodinámica Externa y director del grupo, José María Calaforra, que lamenta el impacto medioambiental que se está produciendo: “¿Por qué no realizar las captaciones directamente del mar? Como hacen la mayoría de las desaladoras que tenemos funcionando en el Mediterráneo”. Como presidente de la Plataforma Acuíferos Vivos explica que “con este comportamiento, en lugar de cuidar nuestras reservas las estamos reduciendo. No tiene ningún sentido”.

Así, apuesta por la aplicación de nuevas tecnologías para la extracción de agua de mar y apunta a la instalación de placas solares para disminuir el consumo energético, porque “los sondeos deben utilizarse solo como estrategia de barrera, por si se detectan problemas de intrusión marina en los piezómetros de control”.

Ante las dudas planteadas, el Ayuntamiento de Almería solicitó otro estudio a la Universidad Politécnica de Cartagena y las conclusiones, conocidas hace pocos días, coinciden en definir un “embudo de succión en el acuífero”; con análisis químicos al agua extraída que otra vez apelarían a un 25% con salinidad por debajo a la del mar.

Francisco Belmonte, geólogo y regante afectado, explica que “de seguir deteriorándose estos pozos, los residentes de la Vega de Acá, la Vega de Allá y la Cañada de San Urbano; se quedarán sin agua corriente en sus hogares. Pero no vamos a ser nosotros solos, van a ser todos los pozos de Viator, Huércal, Pechina, entre otros. Ya me avisan vecinos de la zona del Mamí de la salinización de sus norias”. Tras tocar innumerables puertas y con ya vasta documentación bajo el brazo, avisa de que “el daño es para todos, no para unos pocos. En pocos años podemos estar hablando de la desaparición del acuífero”.

Por último, los especialistas apuntan a que la solución podría pasar por la construcción de nuevos sondeos horizontales que aseguren la provisión exclusiva de agua de mar, lo que requeriría de estudios geofísicos previos para determinar la permeabilidad de los materiales bajo el fondo marino. De momento, poco crédito a las pruebas sobre la mesa, mientras se suceden investigaciones para concluir algo que ya se apuntaba en el proyecto de redacción de ABENGOA-PRIDESA en 1996: “Trabajar indistintamente con agua salobre o con agua de mar para reducir el consumo de energía (…) Cuando los pozos se fuesen salinizando, se dejarían de usar, pasando a trabajar uno o dos años con agua de mar”.