Reconocimiento

Toques de campana que son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

Utrera es punta de lanza de esta tradición, en la que los campaneros “se juegan la vida”

Campaneros de Utrera
Campaneros de UtreraLa RazónLa Razón

El alcalde de Utrera (Sevilla), José María Villalobos, ha felicitado a los campaneros que “durante siglos --más de 500 años-- han estado cuidado y tocando” las campanas del pueblo --especialmente, las de la Iglesia de Santiago, con un toque en el que los campaneros se juegan literalmente la vida-- una vez se ha conocido que el toque manual de campanas de España es ya Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. “Utrera ha sido punta de lanza y una de las referencias” en esta candidatura, ha referido Villalobos en declaraciones a los medios. Desde Rabat, donde el Comité del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco se ha reunido para aprobar esta decisión, el primer edil utrerano ha anunciado que el Ayuntamiento rendirá un homenaje a estos campaneros y a las campanas del municipio --algunas datan de 1493-- con un monumento que aún está por definir dónde y cómo será, pero que se hará para reconocer que este toque ha sido “embajador permanente de la ciudad”.

El alcalde ha señalado que la declaración de la Unesco, en un acto que ha calificado de “emocionante y gratificante”, viene a cerrar “años de trabajo” en defensa de una “tradición diferente de Utrera que queremos cuidar”. En la actualidad, perviven en España más de treinta modos diferentes de toque manual de campanas, un lenguaje sonoro que se ha mantenido a lo largo de los siglos como un medio de comunicación comunitario.

Con un amplio repertorio de formas y técnicas, tanto en el ámbito religioso como en el civil, los toques de campana han regulado multitud de aspectos de la vida festiva, ritual, laboral y cotidiana en todo el territorio español, ha señalado el Ministerio de Cultura en una nota de prensa. La protección de este lenguaje por la Unesco supone “asegurar la continuidad de esta tradición común, compartida entre los diversos pueblos de España”. Además, “contribuye a proteger unos sistemas de comunicación, casi siempre únicos, al borde de la extinción por la falta de campaneros, figura fundamental para salvaguardar esta práctica ancestral”, ha subrayado el Gobierno.