
Opinión| Méritos e infamias
Ahora el PNA
"Ninguno de los actos de exaltación nacionalista que tanto ardor andaluz nos deja en el corazón son originales"

Desde que el cambio llegó a Andalucía en los tiempos del declive de Susana Díaz y a los andaluces les dio por quitarse el miedo a la derecha muchas cosas han cambiado. O, al menos, parece que ahora son nuevas. Por eso, con la mayoría conservadora del PP, este «Movimiento Regional» asume como propios y listos para estrenar muchos discursos que hasta hace unos años al PP le resultaban no sólo extraños, sino directamente hostiles a su ideario. «No hijo, no». Bueno, algo sí, o bastante, porque ya me dirán si la cruzada ecologista, defendida en Doñana con uñas y dientes no es una «bandera» que los partidos de izquierdas monopolizaron durante décadas y ahora se enarbola desde el Palacio de San Telmo como una de las ideas fuerza del gobierno de Juanma Moreno. Digo el dogma verde, y bien que hacen, como el melodramático pasteleo del rebautizado 4-D como «Día de la Bandera», que hasta hace nada se usaba como jornada reivindicativa por partidos como IU y PSOE, que no tragaban con el 28-F de todos los andaluces. Manías de calendario y estrategias de partido, porque ambas me parecen fechas vacías de contenido, se dediquen a la «verdiblanca» o a cantar el himno de Blas Infante con los ojos arrasados en lágrimas. El nacionalismo sólo ha traído violencia e intolerancia como bien apuntó Stefan Zweig y el resto de las mentes lúcidas que vieron el peor sesgo de esta lacra europea hace cien años. Por eso, pone los vellos de punta observar ceremonias y gestos prácticamente copiados del PNV de Arzallus o la CíU de Pujol que se aplauden bobaliconamente como si fuera una genialidad más de este extraño PNA. Lamento sacarles del error, amigos, ninguno de los actos de exaltación nacionalista que tanto ardor andaluz nos deja en el corazón son originales. Y lo que es peor, muchos de los males que hoy se achacan a los «nacionalismos periféricos» comenzaron con inofensivos reconocimientos a una bandera, una lengua y un territorio. Todo lo que según el nacionalismo necesita una nación para existir .
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