
Opinión I Méritos e infamias
Barnard y la pinche
"Deberían haber encontrado a un personaje menos chusco en el baúl de marionetas todavía afectas al antiguo régimen de la mamandurria socialista·

María del Mar Suárez me ha reconciliado con la vida política gracias a su participación en el programa de TVE «Mañaneros». No esperaba mucho más de la oposición en esta «Crisis de los cribados» del gobierno de Juanma Moreno, porque la ola ha bajado y vuelve suave hacia el interior del mar. La inundación, aunque aparatosa, no provoca grandes daños y el presidente andaluz sonríe de nuevo, pensaba en estos días planos de noviembre. Sin embargo, como en un giro de la «Comedia humana» de Balzac, aparece esta señora embutida en una bata para poner todo patas arriba y sazonar la molicie política. Con mal resultado para el PSOE, claro está, porque deberían haber encontrado a un personaje menos chusco en el baúl de marionetas todavía afectas al antiguo régimen de la mamandurria socialista. No habría más opciones para elegir, ¿no? La mentira por mil veces que se diga, mentira es. El embuste duró muy poco, aunque el conductor del espacio trató de reconducir la trama sin éxito. Me gustaría que María Jesús Montero dijera algo sobre ella, me volvería loco. Les ahorro los detalles, porque ya toda España conoce que María del Mar Suárez no entró en el SAS como cirujana o radióloga, sino como pinche de cocina. Cargo de utilidad infalible para que los pimientos, las cebollas y las zanahorias queden siempre bien picaditos. Elementos esenciales, como supondrán, para determinar si un enfermo tiene cáncer o no. De eso hace ya 23 años, un periodo durante el que María del Mar Suárez ha hecho carrera alcanzando la honrosa posición de auxiliar de administrativo en el área de traumatología. De pelar papas en la cocina a disfrutar de la alta gestión de un hospital en sólo dos décadas. Pero tenemos más, porque María del Mar Suárez, antes la pinche, también desarrolla labores de defensa de los empleados como liberada sindical de UGT, que es su última ocupación, reconocida por ella misma, ante las cámaras. Muy chusco, ¿verdad?, pero lo que me fascina, por encima de todo, es que el viejo truco de la bata blanca mantenga intacto su efecto ilusorio. Seas Barnard o la pinche, en esta vida todo se convierte en una ilusión y eso es lo que cuenta.
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