
Polémica
Yolanda Díaz, la ministra «fashion» que avala los bolsos pirata
Las claves para detectar un bolso real de una copia

Dicen que es mejor callar y parecer idiota que hablar y confirmarlo. No sabemos lo que pensó Yolanda Díaz esta semana cuando en lugar de dejar correr el agua en una polémica familiar, decidió intervenir al suponer que un perfil como el suyo no se podía ver involucrado en una noticia que incluía una marca americana de lujo. A la Ministra de Trabajo le pareció una buena idea informar que el comentado bolso que llevaba su familiar acompañante, donde en un primer plano de la fotografía que se hizo viral se podía leer claramente «The Tote Bag Marc Jacobs» no era un diseño original, sino que lo había comprado en un mercadillo. Es decir, que no se había gastado los más de 400 euros que pueden llegar a costar estos accesorios, sino que había pagado mucho menos y, lo que quizás era más importante, no había contribuido a financiar una gran empresa de lujo (a más INRI) americana.
El impulso mediático y el «qué dirán» le pudo a Díaz que no pensó dónde le podía llevar esa aclaración innecesaria. Porque, en lugar de invertir en un trabajo cualificado que ayuda al desarrollo de una de las mayores industrias, con miles de trabajadores dependientes de ella, apostó por financiar la piratería. Según la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea, en la moda española pierde cada año 1.000 millones por culpa de la piratería y, en toda la unión, más de 11.000 puestos de trabajo. Díaz, por lo que confesó esta semana, contribuye a esto.

El bolso de la polémica es uno de los más populares en los mercadillos que venden bolsos de imitación. Uno de los más populares es el Neverfull de Louis Vuitton (desde 1.550 euros el original), un modelo tote con la famosa loneta de la firma francesa. Junto con él, el 11.12 de Chanel (que se vende por 10.300 euros y que muchos confunden con el 2.55) es otro de los más cotizados en el mercado ilegal, como sucede con los modelos de nylon de Prada (desde 1.650 euros), que se encuentran entre los más buscados en los bazares de copias.
Existen claves para conocer si nos encontramos ante un modelo falso, unas pautas que a lo mejor a Díaz le ayudarían a entender por qué es importante comprar de manera legal. Por ejemplo, en este tipo de bolsos hay que fijarse mucho en las costuras. En los originales, estas suelen ser dadas por artesanos que saben hacer puntadas prácticamente perfectas, mientras que los «fakes» suelen tenerlas más irregulares, que pueden hacer que se acaben descosiendo, haciendo, además, que el bolso quede inservible, contaminando más. Muchos de estos, como el Neverfull de Louis Vuitton, llevan sellos internos de control de calidad, donde podemos saber qué fábrica lo ha realizado (por ejemplo, si encontramos las iniciales AC en Louis Vuitton, sabemos que es un taller español). En las copias, estos sellos son de peor calidad, con letras descentradas y menos clara. Y lo mismo sucede con las etiquetas internas, claramente de factura inferior. La piel, el tacto de la superficie o el dibujo que pueden llevar estos diseños también suele ser diferente. Las asas y los herrajes suelen descubrirnos de manera clara la autenticidad de las piezas. Las primeras suelen tener en los falsos unos colores más chillones que en las versiones originales y los herrajes, como es el caso de Chanel, suelen resultan de muy inferior calidad y con peores acabados.
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