Pesca

La flota artesanal de Conil está en peligro

El alga asiática amenaza a un sector histórico que también reclama una cuota de atún rojo más allá de las almadrabas

Un barco atraca en el puerto de Conil con las redes llenas de algas
Un barco atraca en el puerto de Conil con las redes llenas de algasJuan Manuel Reina

De carne blanca y sublime sabor (se alimenta de marisco, almejas y zooplancton), el borriquete es uno de los bocados más exquisitos e identificativos de la afamada flota artesanal de Conil de la Frontera. Tal es su relación con esta localidad marinera que incluso da nombre a su más reputada asociación local de cocineros. En estas fechas de sol, playa y turismo gastronómico es producto obligado en las cocinas de esos restaurantes que presumen de ofrecer una experiencia plena en torno a los sabores y texturas de esta orilla del Atlántico.

Abundante en temporadas atrás, su retroceso en los fondos arenosos de esta zona del litoral gaditano lo ha convertido sin embargo en bandera (triste ejemplo) de la complicada situación a la que se enfrenta la flota artesanal por el avance continuo y cada vez más acusado del alga asiática o Rugulopterix Okamurae, que merma sus capturas, altera sus zonas de pesca y lleva al amarre definitivo a parte de su flota.

«Lo peor no es que las capturas sean menores, que también. Lo que realmente nos preocupa a los que nos dedicamos a la pesca artesanal desde hace generaciones es que cada año la presencia del alga es mayor y no existe un remedio para hacer frente a una situación que antes o después acabará con nosotros y con la pesca. De seguir así, no le echo más de cinco o seis años de vida”. Él, Manuel Brenes, sabe de lo que habla porque conoce como la palma de su mano una mar que le metió en las venas su padre y a la que lleva entregado en cuerpo y alma más de tres décadas.

«Aquí hemos pasado por mil y una vicisitudes, pero lo del alga no tiene nombre», se lamenta Manuel mientras, junto a otros tripulantes del ‘Hermanos Brenes’, repara las redes que ayer les destrozó esta invasora. «Hoy no hemos podido salir a faenar. Ayer tuvimos la mala suerte de enganchar una enorme bolsa de algas y nos destrozó el arte. Eso nos deja en tierra y nos cuesta un dinero que ya no tenemos», reflexiona.

«Es obvio que agradecemos las ayudas que nos está proporcionando la Junta, pero con los gastos en arreglos y la merma en las capturas, nuestra situación sigue siendo desesperada. Además –resalta con el orgullo y la dignidad de los hombres de la mar–, a nosotros no nos gusta vivir de ayudas. Queremos ganarnos el pan como siempre, pescando, algo que pasa por encontrar una solución para al menos acotar la presencia del alga a la zona que ya ha conquistado».

Basta con ver las espuertas, contadas, que introducen los pesqueros en la lonja de Conil para dimensionar una realidad que amenaza con acabar con la flota de algunos de los productos más exquisitos de la costa de Cádiz, los de la flota artesanal. «La situación es supercomplicada, de auténtica locura. Basta apuntar que más del 70% de los caladeros habituales ya están copados por las algas. Ese escenario lo compartimos con la flota del Estrecho y no le vemos solución», señala Nicolás Fernández, gerente de la Organización de Productores Pesqueros Artesanales Lonja de Conil (OPP72).

«Las ayudas son las ayudas, pero nosotros queremos vivir de nuestro trabajo. Está muy bien hablar de cómo dar uso a las algas, pero la realidad de los pescadores es otra, con limitaciones cada vez mayores y con un panorama desalentador que dice que en 2017 teníamos una flota de 70 barcos y ahora solo es de 50», cuenta.

La OPP 72 ya ha solicitado una reunión a la Secretaría General de Pesca para hablar de este problema y, muy en especial, de la necesidad de contar con una cuota de captura de atún rojo, actualmente limitado a las almadrabas. «Si queremos que el sector pesquero de Algeciras, Tarifa, Barbate y Conil no se hunda, es disponer entre 300 o 400 toneladas de atún rojo para la flota artesanal, para que se pueda mantener. Se trata de una medida necesaria a expensas de la evolución del problema del alga», reivindica Fernández.