Tornaviaje
Camaradas
Es tradición bolchevique, que los comunistas se vayan matado entre sí. Liderada esa práctica por el camarada Stalin, las purgas han sido una constante. URRSS, China, Corea, Cuba lo saben
Los compañeros de aquella revolución histórica, que le cambió el nombre a la santa Rusia por la URSS, fueron quedando por el camino.‘Los diez días que estremecieron al mundo’, de John Reed, alumno de Harvard, que fundó el partido comunista en EEUU. Es la historia de aquellos que creyeron rescatar al pueblo ruso de los Romanov, y que fueron cayendo acusados por sus propios líderes de traidores, revisionistas o impuros revolucionarios. Tras la muerte de Lenin, Stalin desató la cacería: exilio, asesinatos, gulag, Siberia y olvido. Su mano llegó hasta México para eliminar a Trotski con la eficiente piqueta.
Esa tradición de vigilarse, instalados en la paranoia de la traición, desconfiando de los camaradas ha vuelto a España. Viene de lejos. Desde la aún sangrante Guerra Civil, donde las diversas facciones izquierdistas se delataban y mataban entre ellos, como una guerra interna y particular más perentoria que la batalla contra el fascismo, que les iba ganando terreno. Esa tradición estalinista no ha desaparecido. Los socios comunistas que ayudan a gobernar a Sánchez son vigilados por los socialistas. Y Sumar –apéndice de Podemos– no se detienen en atacarles públicamente. El presidente, loado por sus compañeros como el ‘Puto Amo’, no parece alterarse. Ya no se fusila a los camaradas, pero, igualmente, se les va acorralando hasta hacerlos desaparecer, como en el periodo estalinista, que los borraba de las fotos, sin que se hubiera inventado el Photoshop.
Sánchez, hábil reptador, se ha cargado a su primer asociado, aquellos de Podemos que venían a instaurar el castro-chavismo en España. En un movimiento envolvente se apropió de su ideología y los sepultó en el olvidó. ¿Dónde están aquellos diputados, ministros/as/es que iban en chanclas al Congreso de España? No se les ve, pero su esencia se ha quedado en Moncloa. Están levantiscos sus compañeros del PSOE, con Ábalos amenazante. Les suena desafinado el concierto catalán y llevan mal recibir inmigrantes menores o mayores. Sánchez se apresura a poner orden en esos amotinados adelantando su congreso federal. Septiembre promete.
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