
Tribuna
Carta a la señora Montero
«De una andaluza a otra: se le queda muy grande Andalucía», señala la portavoz del PP-A y diputada nacional

Finaliza un nuevo curso político y, una vez más, Andalucía lo cierra con la amarga sensación de haber sido ninguneada por Pedro Sánchez y su Gobierno. Lo que más duele, como mujer y como andaluza, es que la principal ejecutora de ese maltrato haya sido otra mujer y andaluza: María Jesús Montero. Y digo ejecutora porque, más allá de sus discursos rimbombantes y sus poses exageradas –que, dicho sea de paso, nos avergüenzan a la gran mayoría de las mujeres andaluzas-, su acción política ha sido demoledora para nuestra tierra.
Durante este año, Montero ha vuelto a negar la financiación justa que tantas veces señaló y gritó para Andalucía cuando era consejera de Hacienda, pero de la que se ha olvidado por completo desde que llegó a ese Ministerio. Su amnesia le ha negado a nuestra comunidad un total de 15.000 millones de euros teniendo en cuenta la población ajustada. Y si este maltrato a su tierra es terrible, hay que unirle que, por más que se opuso a ello en el pasado, ha acabado dando luz verde desde su ministerio al establecimiento del cupo separatista, un cupo en el que Andalucía será la más perjudicada.
En este curso político hemos sufrido además un trato discriminatorio en materia de infraestructuras, aquí también con la complicidad de la andaluza Montero, y mientras se premiaban a los socios independentistas con inversiones millonarias, en Andalucía seguimos esperando la ejecución de inversiones hidráulicas urgentes en una de las regiones con mayor déficit hídrico de toda España. Las infraestructuras ferroviarias son otro ejemplo: colapsos de estaciones, averías, trenes parados en mitad de la nada, miles de pasajeros abandonados a su suerte… una imagen tercermundista que pone en riesgo la buena reputación de nuestro sector turístico. Hoy son muchos los andaluces y turistas que han cambiado su forma de viajar porque ya nadie se fía del tren para llegar al destino en el mismo día.
Y es que los socialistas han maltratado demasiado a esta tierra, fueron ellos quienes impusieron los mayores recortes sociales de nuestra democracia durante la etapa de Zapatero con el voto a favor del entonces diputado, Pedro Sánchez. Hoy siguen igual, maltratando a los que más lo necesitan y mientras el Gobierno firmaba hace unos meses con el País Vasco el compromiso de asumir el 50% de la Dependencia, en Andalucía el Ejecutivo de Sánchez apenas llega a financiar el 32% de la Dependencia en la comunidad con mayor número de dependientes. Es un nuevo agravio intolerable con el consentimiento de la ministra andaluza.
Pero más allá de las cifras, está el desprecio. El desprecio político, institucional y también emocional de un Gobierno que ha ignorado y humillado a Andalucía con el aval de una mujer y andaluza como María Jesús Montero.
Como ministra y especialmente como vicepresidenta, ha tenido en su mano la posibilidad de revertir todos estos agravios. Pero lejos de hacerlo, ha optado por ser la voz dócil de Sánchez, incluso cuando eso ha significado maltratar y discriminar a Andalucía. Y a los hechos aquí descritos me remito, señora ministra.
Pero lo más vergonzoso en este tiempo para la gran mayoría de las mujeres andaluzas es ver a una andaluza como Montero, que con sus silencios y su ambigüedad no ha sido capaz de defender de manera contundente la dignidad de las mujeres que algunos de sus compañeros de viaje, tanto en el Gobierno como en el Partido Socialista, han denigrado y pisoteado como si de mercancía se tratara. La falta de una condena firme por parte de la ministra frente a conductas intolerables y humillantes como las conocidas, arrastra la imagen de una tierra llena de mujeres preparadas, honestas y valientes que jamás hubiesen blanqueado ese machismo estructural e institucional que el PSOE lleva exhibiendo desde los tiempos de los ERE, donde ya miraba para otro lado.
De una andaluza a otra andaluza, señora Montero: se le queda muy grande Andalucía.
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