
Entrevista
Mara Torres: «Contar el suicidio de mi hermana puede salvar vidas»
La periodista y escritora cuenta en su libro «Recuérdame bailando» que «pedir ayuda» no debe ser un «tabú»

Como a los flamencos, me cuesta escucharla de día. Peino canas: para mí, Mara Torres es madrugada de estrellas «Hablar por hablar». Aquel programa que hizo del silencio una forma de comunicación, marcó a una generación de oyentes. Ahora, la periodista y escritora da un paso más: habla del silencio más difícil, el que rodea al suicidio de su hermana Alicia. Y lo hace con un libro que desarma desde la primera página: «Recuérdame bailando».
Ese programa convirtió el silencio en comunicación. En este libro hablas del «silencio más difícil». ¿Cómo se aprende a convivir con él?
El silencio puede ser refugio, reflexión… o un arma muy dolorosa. En el caso del suicidio, ha sido especialmente cruel. Durante años, los medios no hablamos de ello creyendo que protegíamos. En realidad, ocultábamos una realidad que necesita visibilidad y comprensión.
Cuando tu hermana «soltó las amarras del porqué», fuisteis vosotros quienes cogisteis el testigo. ¿Encontraste alguna respuesta en su libro?
Ojalá lo hubiéramos leído antes. Veíamos a una persona luminosa, vital… Pensábamos que lo que le pasaba era cosa de tener treinta años. Pero en su libro descubrimos un dolor arrastrado desde hacía tiempo. Ella hablaba de una «neurona descontrolada», de no saber lo que le pasaba. Y aunque ese libro nos abrazó el corazón nos dimos cuenta de cuánto nos quería, también llegó tarde.
Has dicho que no fue un silencio dentro de la familia, sino un silencio público. ¿Qué te hizo dar el paso de contar algo tan íntimo?
Durante años pensé en publicarlo con pseudónimo. No me apetecía esta exposición. Pero cuando vimos el efecto que podía tener este libro en otras personas, decidimos hacerlo. Lo hicimos pensando en quienes no tienen carta de despedida, ni libro, ni pistas que expliquen el vacío. Si a alguien le ayuda, ha merecido la pena. Contar el suicidio de mi hermana puede salvar vidas.
Alicia no supo ver que volaba con las alas caídas. ¿El amor romántico fue un espejismo?
Mi hermana lo mitificaba, como todos lo hemos hecho alguna vez. Pero el amor romántico no mata. Lo que mata es no saber pedir ayuda, no tener herramientas, no distinguir una tristeza de una patología. Ese es el cambio que necesitamos como sociedad, tratar la salud mental como tratamos la salud física.
¿Qué señales deberían hacernos saltar las alarmas en nuestro entorno?
Cambios profundos de comportamiento, aislamiento, llanto recurrente sin causa aparente, desesperación... En el libro están muchas de esas pistas. No todas las personas que sufren llegarán a ese extremo, pero necesitamos aprender a mirar y a preguntar. Y que pedir ayuda no sea un tabú.
¿Y si alguien se te acerca y te dice: «Estoy al límite»?
Le diría que eso no es un final, sino un principio. Que contarlo ya es empezar a caminar. Que las terapias funcionan. Que hay luz. Y que uno tiene que hablar con quien sabe que le quiere: la familia, los amigos de verdad. No con quien crees que te quiere, sino con quien sabes que sí.
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