Tribuna

Menos impuestos, más recaudación

Manuel Parejo, doctor en Economía y profesor de Economía Financiera y Contabilidad en la UPO, reflexiona sobre los beneficios de las bajadas de impuestos

Asistente virtual de la Agencia Tributaria de Andalucía
Asistente virtual de la Agencia Tributaria de AndalucíaLa RazónLa Razón

Juanma Moreno siempre creyó en la famosa curva que el economista estadounidense Arthur Laffer dibujó en una servilleta durante un almuerzo en el restaurante Two Continents de Washington en el año 1974. En ese momento nadie podía imaginar el alcance que tendría esta teoría, que pretendía explicar el efecto de una bajada de impuestos sobre la recaudación. Laffer, como en más de una ocasión he podido comentar y argumentar con el que fuera consejero de Hacienda de la Junta de Andalucía, hoy vicesecretario de Economía del PP, Juan Bravo, afirmaba que una reducción de impuestos no implicaba necesariamente una reducción de la recaudación. Si acompañamos la bajada de impuestos de ciertos incentivos a la inversión, se puede generar un efecto positivo de incremento de la recaudación, de inversión empresarial y mejora del nivel de empleo. Arthur Laffer, en los años 80, duplicó el mínimo exento en el Impuesto sobre la Renta de todos los contribuyentes estadounidenses y también recortó de forma significativa el Impuesto de Sociedades, no solo bajando el tipo general, sino permitiendo además que las inversiones que llevaran a cabo las empresas se pudieran imputar como gasto en el año en curso de manera acelerada, sin necesidad de acometer interminables amortizaciones. Laffer solía afirmar en relación con el IRPF que cada vez que se había subido, la recaudación obtenida de quienes más ganaban bajaba y el crecimiento y la inversión se resentían. Cuando se reducía la presión fiscal, se generaban incentivos tendentes a elevar el crecimiento y la inversión y, por consiguiente, se elevaba la recaudación.

En la pasada legislatura, en 2018, el Gobierno andaluz llevó a cabo una primera bajada del IRPF, destinada a rentas superiores a 60.000 €. A continuación se han sucedido otras bajadas, siendo la de septiembre de 2022 la sexta llevada a cabo por el Ejecutivo andaluz del PP. En esta última ocasión tuvo lugar la bonificación del 100% de la cuota del Impuesto de Patrimonio. A este respecto, el Gobierno de España decidió contrarrestar esta medida fiscal creando un impuesto «a la medida» que denominó Impuesto Temporal de Solidaridad de las Grandes Fortunas. El nuevo gravamen no es más que un mecanismo ideado expresamente para anular la bonificación de la cuota del Impuesto sobre el Patrimonio aprobada previamente por el ejecutivo andaluz. Conviene aclarar que el impacto previsto en las arcas de Andalucía a cuenta de la bonificación era ciertamente insignificante, pues el Impuesto sobre el Patrimonio representa solo un 0,6% de la recaudación total. Sin embargo, los efectos a la hora de captar nuevas domiciliaciones fiscales y generar inversiones, actividad empresarial y empleo sí podrían haber sido importantes. Por otro lado, esta sexta bajada de impuestos contempló también la deflactación del 4,3% de los primeros tramos del IRPF, muy en la línea de lo que planteó durante los años 80 el economista Arthur Laffer. Esta medida, además de afectar al 82% de los contribuyentes andaluces, tuvo una repercusión cuantitativa importante.

Las bajadas de impuestos acontecidas entre 2019 y 2022, según manifestó recientemente la actual consejera de Economía, Hacienda y Fondos Europeos del Gobierno andaluz, Carolina España, han provocado un incremento de la recaudación tributaria media anual de unos 1.944 millones de euros. Además han permitido dejar en manos de las familias andaluzas alrededor de 900 millones de euros anuales, de gran utilidad para hacer frente a la inflación.

Sin embargo, el Gobierno de España ha tenido que valerse del efecto de la inflación para incrementar la recaudación fiscal 33.000 millones de euros adicionales solo en 2022. ¿Qué efectos tiene la inflación en la recaudación? Solo en Andalucía, la recaudación por IVA se ha visto incrementada en el último año, entre 2022 y 2023, en 927 millones de euros, alcanzando los 7.285 millones de euros. Los impuestos indirectos han pasado de 11.154 millones de euros a 12.536,5 millones de euros. Pero las distintas liquidaciones de las entregas a cuenta que corresponden a las CCAA no llegan de manera inmediata, sino que tardan alrededor de 2 años, lo cual contribuye también a acrecentar este superávit de financiación tributaria del estado que, como hemos comentado anteriormente, se sitúa en unos 33.000 millones de euros.

Andalucía viene pidiendo desde marzo de 2022 una reducción del IVA de los productos básicos para paliar los efectos de la inflación, teniendo en cuenta el exceso de financiación del Estado. Cuesta entender que se haya tenido que esperar hasta enero de 2023 para finalmente acometer solo una bajada selectiva del IVA, excluyendo alimentos que deberían ser básicos en una dieta de un país desarrollado, como la carne y el pescado. ¿Quizás no se considera justo facilitar a personas con rentas bajas el acceso a estos alimentos? Pero, además del efecto de la curva de Laffer que hemos explicado, ¿por qué resulta acertado bajar impuestos en una situación inflacionaria como la actual? Los problemas de inflación, con una subyacente que se ha situado en el 7,4%, nivel que no se conocía desde 1986, deben tratarse con medidas de política monetaria restrictiva orientadas a reducir la masa monetaria. Estamos viendo cómo los bancos centrales están llevando a cabo subidas de tipos de interés para enfriar la economía, que se traducen en grandes sacrificios para ciudadanos y empresas; no hay otro camino. Pero los gobiernos deberían complementar estas políticas con medidas que sí estén en sus manos, que contribuyan, en la misma línea, a restringir la cantidad de dinero. Me estoy refiriendo, fundamentalmente, a reducir el gasto público desmedido e improductivo, sustentado en un crecimiento de la deuda, al que estamos asistiendo, posibilitando así una bajada de impuestos. Es completamente incierto e impreciso, por mucho que algunos lo afirmen de manera insistente, que las reducciones de impuestos provoquen un incremento de la masa monetaria y con ello mayor inflación. La masa monetaria, después acometer una bajada de impuestos, sigue siendo la misma, pero queda a disposición del administrado, y no del Estado, para gastarla, invertirla o ahorrarla. El Estado, como estamos viendo, siempre la gasta. Por lo tanto, combinar el exceso recaudatorio que está provocando la inflación, con mayores niveles de gasto público estructural e improductivo, solo contribuye a generar más y más inflación. A la vista está la evolución del índice de la subyacente, que muchos preveían que quedaría controlado esta primavera.

Por otro lado, la obsesión del Gobierno de culpar a las empresas (eléctricas, entidades financieras, supermercados, etc.), que son precisamente las que generan valor y empleo, de todos los males de nuestra economía e, incluso pretender que se encarguen de costear el exceso de gasto al que hacía referencia, solo puede llevarnos a que el cambio de domicilio social de Ferrovial no sea el último y le sigan otras empresas. Por lo tanto, podemos concluir que una bajada de impuestos, acompañada de una reducción del gasto público improductivo y de la creación de incentivos a la inversión destinados a las empresas, junto con una mayor seguridad jurídica, contribuiría a medio plazo a mejorar la situación económica. Estamos viendo, mes a mes, cómo se hace justo lo contrario.

* Manuel Parejo es doctor en Economía y profesor de Economía Financiera y Contabilidad en la UPO