De clase obrera
Del «menos Lamborghinis» de Pedro Sánchez al Jaguar de su diputado andaluz
Más de la tercera parte del grupo socialista en el Parlamento de Andalucía tiene coche de alta gama; BMW es la marca preferida
El automóvil es el sueño de muchas personas. Tener un coche caro supone aún hoy el símbolo de mayor ostentación. Quien se puede permitir un carro de gama alta alcanza un cierto estatus o, al menos, se le presume, aunque no siempre sea así. «Yo valgo por dos de 22. Cambiaste un Ferrari por un Twingo. Cambiaste un Rolex por un Casio», decía la Music Session 53 de Bizarrap con Shakira, que provocó un reguero de reacciones en plena separación de la cantante colombiana de Gerard Piqué. Precisamente, un axioma del márketing y la publicidad (quizá el primero de ellos) es no dejar indiferente al cliente potencial, algo que sin duda ha logrado la última campaña del Ministerio de Transportes para fomentar el uso de la movilidad sostenible. Un spot que ha contado con el insuperable altavoz del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez: «Más transporte público y menos Lamborghinis».
El PSOE se define como el defensor de la clases medias y trabajadoras. ¿Quiere decir esto que una persona progresista, de izquierdas, no pueda hacer realidad el que puede ser su gran deseo: adquirir un deportivo o un vehículo de alta gama? Por supuesto que no. El problema radica en encajar el discurso de Pedro Sánchez en la diversa sociedad española actual, más incluso en la ciudadanía de la infrafinanciada comunidad andaluza. «Vamos a poner en marcha nuevas acciones destinadas a acotar privilegios desproporcionados de los que se benefician ciertas élites y vamos a gravar fiscalmente a quienes ya tienen en el banco suficiente dinero para vivir cien vidas. No lo haremos para perjudicar a los millonarios sino para proteger a las clases medias y trabajadoras de un sistema que continúa siendo extraordinariamente injusto. Porque independientemente de lo que piensen algunos o algunas, España será un país mejor si tiene más automóviles eléctricos, por cierto fabricados en España, más autobuses públicos y, por tanto, más transporte público y menos Lamborghinis», aseguró el presidente del Gobierno dando paso a un sinfín de comentarios para todos los gustos.
Desde la lógica aplicada por Sánchez, cabría preguntarse llegado a este punto quién o quiénes se pueden permitir comprar y mantener, no ya un deportivo de un cuarto de millón de euros, sino un coche de gama alta en Andalucía. Y ahí, una vez más, el político regional y local encargado de transmitir –se supone a pie de calle– esos planteamientos, queda algo desacreditado. Basta decir que en el Grupo Parlamentario Socialista de Andalucía, compuesto por treinta diputados, más de un tercio de sus miembros en su Declaración de Actividades, Retribuciones, Bienes e Intereses –disponible en el portal del Parlamento de Andalucía– incluye entre sus posesiones coches de las más marcas más prestigiosas del mercado automovilístico, que por lo general se escapan de las posibilidades del perfil de votante de izquierdas.
El discurso del presidente abre otro debate sobre las clases medias en la política
La palma se la lleva el diputado almeriense José Luis Sánchez Teruel, que declara ser propietario al 50% de un exclusivo Jaguar F. Pace de 2018 por un valor de 34.300 euros, aunque el precio total se eleva a casi 70.000 euros.
El secretario general de los socialistas andaluces y portavoz del Grupo, Juan Espadas, posee un BMW 330 Touring, aunque precisa que es de segunda mano. El siempre incisivo Mario Jiménez también tiene un BMW. Noel López, el que fuese número 2 del PSOE-A hasta enero, posee un BMW X4 con un valor de 55.000 euros, un Mini Couper de 28.000 euros, y una Ducati. Rafael Márquez, quien fuese coordinador general en el Ayuntamiento de Sevilla, tiene un Volvo XC60 con un valor de 42.000 euros; José Luis Ruiz Espejo tiene un Audi Q5; Antonio Ruiz, profesor de la Universidad de Córdoba, también elige la marca BMW, como le sucede al granadino Gerardo Sánchez que tiene un BMW I4 y una moto BMW, que suman un valor de 50.000 euros; y el actual número dos del partido, Jacinto Viedma posee un Audi A4 y un Opel 1.700. Susana Rivas declara un Mercedes GLA y un Renault Megane Coupé, que entre los dos suman 44.000 euros; y la cordobesa Ana María Romero tiene un BMW 318 Berlina. José Aurelio Aguilar, de la circunscripción de Málaga, declara un BMW X2 de 30.000 euros, y un Opel Corsa.
Entre los más modestos figuran: Víctor Manuel Torres, con un Nissam Qashqai; Manuel Enrique Gaviño, un Honda CR-V; Mateo Javier Hernández, un Peugeot 3008; Gaspar Llanes, que declara dos Hyundai y una moto Piagio; o Rafael Recio, exalcalde de Camas, que tiene dos Hyundai. Isabel Ambrosio, exalcaldesa de Córdoba, tiene un Volkswagen Tiguan, valorado en 30.000 euros, y un Polo, de 22.000 euros. Adela Castaño declara poseer un Nissan Qashqai. Ángeles Férriz cuenta con un Renault Kadjar. Olga Manzano declara estar en posesión de dos Citroën C4 que suman 34.000 euros. María Márquez posee un Nissam Pulsar. La malagueña Alicia Murillo declara tener un Kia eNiro por valor de 25.000 euros; Pilar Navarro, de Almería, apuesta por un híbrido como el Toyota C-HR por valor de 24.330; María Ángeles Prieto tiene un Passat Turbo con valor de 26.000 euros; y Rocío Arrabal, un Peugeot 5008 de 25.000 euros.
El coche, todavía es 'cosa de hombres'
Cuatro diputadas no declaran poseer vehículo propio: Isabel María Aguilera, Irene García, Encarnación Martínez y Mercedes Gámez.
De los siete diputados de grupos de extrema izquierda, Alejandra Durán (Por Andalucía), declara tener un BMW; de los 14 diputados de Vox, tres tienen coches de alta gama: BMW, Lexus y Hurtan. El portavoz del PP, Toni Martín, declara tener un Citroën y el presidente Juanma Moreno no tiene a su nombre vehículo alguno; eso sí, tiene coche oficial por el cargo.
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