
Política
Montero y su polémica fusión hospitalaria que sepultó el poder socialista en Andalucía
La aspirante a liderar el PSOE-A fue la ideóloga de esta controvertida medida sanitaria que provocó el descontento generalizado de profesionales y pacientes

Durante su puesta de largo en Sevilla como aspirante a liderar el PSOE andaluz, arropada por el aparato del partido, la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se refirió a una de las principales debilidades del Gobierno andaluz: la sanidad. Aseguró que actualmente «hay mucha gente que no puede recibir atención sanitaria» en Andalucía y señaló que «muchos familiares me llaman para preguntarme qué se toman porque no los pueden atender en el centro de salud o en el hospital». Montero es médico especialista en cirugía y sus primeros cargos en la Junta estaban vinculados a su profesión, primero como viceconsejera de Salud (2002-2004) y luego como titular del ramo (2004-2013).
Una de sus medidas estrella, que fraguó lentamente en sus distintas responsabilidades en la sanidad pública, fue la denominada fusión hospitalaria. Una iniciativa que cristalizó en Granada y que provocó el descontento generalizado de los profesionales y pacientes. La Consejería de Salud tenía previsto extender esta fusión a Sevilla, pero el asunto le estalló en las manos a la entonces presidenta de la Junta, Susana Díaz, provocando la pérdida del poder socialista en Andalucía tras numerosas manifestaciones que alertaban de los efectos perversos de la medida. En 2013, justo antes de dejar sus responsabilidades en el área sanitaria para pasar a ser consejera de Hacienda, Montero defendía con uñas y dientes la fusión, que tanto daño hizo al sistema público. Aseguró que era un proceso que iría «de abajo a arriba» y que contaría con el debate de los profesionales porque, en su opinión, «la democracia es necesaria en el sector sanitario». Todo ello después de que el Parlamento andaluz aprobara una Proposición No de Ley en la que instaba a la Junta a paralizar el proceso de fusión hospitalaria hasta que no se negociara con los agentes sociales. Entonces, señaló que su departamento no iba a hacer «ningún proyecto de convergencia desde un despacho ni desde unas instrucciones que haya que cumplir, sino que es mucho más sencillo». Se trataba, dijo, de un debate profesional entre quienes «trabajan a pie de cama con los pacientes», para que posteriormente elevaran sus propuestas que serían discutidas con la Consejería, las organizaciones sindicales y el resto de agentes implicados.
Montero cambió de cargo y la orden de fusión hospitalaria se aprobó un año después, concretamente el 21 de noviembre de 2014. De esta manera, se unificaron los hospitales San Cecilio y Virgen de las Nieves en el Complejo Hospitalario Universitario de Granada. Pronto comenzaron los problemas operativos y las críticas de los profesionales. También los pacientes alertaban de las dificultades en la asistencia, con múltiples demoras y listas de espera que iban engrosándose de manera considerable. La ciudadanía pasó a la acción y empezó a manifestarse. Primero en Granada y luego en otras provincias, bajo el liderazgo del doctor Jesús Candel «Spiriman», que se convirtió en el principal azote del Gobierno andaluz. Candel canalizó el descontento generalizado y dejó en evidencia las debilidades de la gestión sanitaria. Incluso una buena noticia, como la apertura del nuevo hospital del Parque Tecnológico de la Salud (PTS) en 2016, se convirtió en un problema por el caos generado. El asunto tomó tal calibre que tuvieron que dimitir consejeros de Salud y la Junta, desbordada, derogó la fusión en 2017.
De esta manera, se dividía el Área Hospitalaria Centro de Granada en dos áreas sanitarias dotadas cada una con un hospital de referencia y centros adscritos, garantizándose que cada centro hospitalario tuviera sus estructuras de dirección y gestión.
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