
Cultura
Un pintor acogido en la Santa Caridad de Sevilla toma el relevo de Murillo y Valdés Leal
Está dibujando las catorce estaciones de un 'Via Crucis' para la capilla de los ancianos

Por Alfredo Valenzuela
El pintor Manuel Lucas Adame (Sevilla, 1945), que fue guitarrista en la Nueva York de los años 70, está dibujando las catorce estaciones de un 'Via Crucis' para la capilla de los ancianos acogidos -entre los que él se encuentra- en el Hospital de la Santa Caridad de Sevilla, para el que pintaron obras Murillo y Valdés Leal, entre otros clásicos de la pintura.
Lucas vivió la bohemia neoyorquina, donde integró cartel artístico con 'El Agujetas' en la sala "La Sangría"; también recorrió con su guitarra el sur de Francia antes de volver a Sevilla en los primeros años ochenta, donde se hizo célebre en el Barrio de Santa Cruz, en cuyas paredes encaladas dibujaba al carboncillo rostros y perfiles de muchachas gitanas.
En aquellos años decidió abandonar la guitarra y dejar atrás una juventud internacional para agarrar los lápices y los pinceles y emprender una madurez sevillana sin abandonar la estela de la vida bohemia, lo que le valió para hacer varias exposiciones, entre ellas en el Ateneo de Sevilla y en la galería madrileña "ACI Espacio Serrano".
Con algún achaque de salud que sobrelleva con la elegancia de un viejo bohemio y sin despegarse de su bicicleta, con la que todos los días recorre el centro de Sevilla saludando a viejos conocidos -tiene muchos amigos artistas, fue muy próximo durante años a los cantaores Lole y Manuel-, Lucas ingresó hace ocho años en el asilo del Hospital de la Caridad, edificio barroco fundado por Miguel de Mañara, personaje histórico que inspiró el Tenorio.
Fue el hermano mayor de la Santa Caridad, Félix Arenado, quien le sugirió a Lucas que pintara un 'Via Crucis' para la capilla en la que los ancianos acogidos en el hospicio asisten habitualmente a misa y a los oficios religiosos y, según ha contado el propio Lucas a EFE, lo hizo como un reto: "¿Lucas, tú serías capaz de pintar un 'Via Crucis' para la Capilla?".
En el ambiente del siglo XVII que aún se percibe en algunos rincones de La Caridad, Lucas recogió el guante, aceptó el reto y se puso manos a la obra, aunque para las catorce estaciones de su 'Vía Crucis' decidió no pintar sino dibujar, y hacerlo con la técnica de la sanguina que, recuerda siempre, fue tan querida por Leonardo da Vinci y es una de sus preferidas.
Un estudio artístico en un edificio barroco
Lucas lleva casi cuatro meses concentrado en este trabajo que, ha confesado, le ha venido muy bien para retomar la actividad artística que en los últimos años ha ido abandonando paulatinamente, lo que atribuye a que después del verano cumplirá 80 años.
Las tardes de estos meses las ha dedicado a dibujar en tamaño folio las escenas del 'Via Crucis', que ya lleva muy avanzadas, ya que ha dado por terminadas doce de ellas y solo le quedan dos, de las cuales una ni la ha empezado, la de las Tres Cruces.
El artista ha asegurado que se documenta exhaustivamente para cada una de las escenas que ha tenido que crear, no solo en las imágenes de otros 'Vía Crucis' sino también en manuales de arte y en libros de historia para reproducir con la mayor fidelidad los objetos que reproduce, las vestimentas de época, y también las actitudes de los personajes.
Además de trabajar en su habitación del asilo, Lucas dispone desde hace tiempo de un estudio propio en el piso más elevado del Hospital de la Caridad, algo con lo que cualquier artista podría soñar, y no solo por la proximidad de los cuadros de Murillo y de Valdés Leal, de las imágenes de Pedro Roldán y las obras de arte de otros maestros del Barroco, sino porque en la estancia contigua trabajan los restauradores que mantienen al día todos estos tesoros.
Retratista consumado, Lucas siempre ha tomado sus modelos de la calle, vendedores ambulantes, mendigos, ancianos, paseantes, gitanillas, vendedoras de flores y esta ha sido la primera vez en su vida que se ha puesto a dibujar motivos religiosos, un encargo que no le ha pillado del todo desprevenido: "Yo soy un hombre muy espiritual, aunque no sea religioso".
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