
Opinión|"Méritos e infamias"
La voladura del Reichstag
"Se le olvida a los parlamentarios, en especial a los socialistas, para qué tienen que ir al Parlamento y, sobre todo, por qué se les paga un suculento sueldo mensual"

Hasta Tezanos dice que al PSOE le quedan cada vez menos balas en la recámara para convencer al personal en las próximas elecciones generales. La entrada en el talego de Santos Cerdán reduce la distancia con el PP y envalentona a los de Vox, el partido que mejor pesca en esta riada de mediocridad, mangazos y antipolítica. Lo sucedido el miércoles pasado en el Congreso de los Diputados demuestra que el país está gripado y que esto no da más de sí. Pedro Sánchez gobierna con el piloto automático y sus socios ya le han dicho que antes de que el avión se estrelle ellos saltarán. Al menos, los nacionalistas y republicanos, que gozan de una salud electoral, más o menos, que ya quisiera el resto de la izquierda. Mal asunto para todos. El nivel del lodo aumenta conforme pasan las jornadas y en el Gobierno andan tan nerviosos que levantan la manivela para que el fango baje hasta el sur. Nos llegan tantas cosas de Madrid, tantas, que la directriz de Ferraz de inundar el Parlamento andaluz de crispación ya no sonroja. Como saben que María Jesús Montero no se va a comer un colín en las próximas andaluzas ponen en marcha el ventilador para convertir la cámara sevillana en un espectáculo chillón y vergonzante. Se le olvida a los parlamentarios, en especial a los socialistas, para qué tienen que ir allí y, sobre todo, por qué se les paga un suculento sueldo mensual. Dinero que la mayoría no olería, ahí entran todos los partidos, si no fuera porque pertenecen a la raza del «pegacarteles» avispado que consigue el escaño mientras otros tontos se quedan en la sede cardando las horas muertas. Juanma Moreno, que tiene olfato, observó por dónde venía la jugada y se largó del Pleno dándole la vuelta a la situación, dejando en evidencia que el «Plan Montero» no aporta mucho más que gritos, gestos disparatados y anuncios ya caducados. No somos ajenos a los tiempos, tampoco lo fueron quienes en los años treinta del siglo XX vieron hacer aguas a las democracias avanzadas en Europa y Estados Unidos. Lean a Stefan Zweig y a Romain Rolland, observaron con asco cómo chapotearon una sociedad igual de oscura que la nuestra. El siguiente capítulo a reventar un parlamento ya saben cómo acaba.
✕
Accede a tu cuenta para comentar