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Lorena Fernández Liarte: “La incontinencia urinaria en niños rara vez surge como signo de una patología grave”

La Razón
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Pediatra especialista en Nefrología infantil. Coordinadora de la Unidad Integral de Enuresis y Trastornos Miccionales del Niño del Hospital Universitario Quirónsalud Dexeus (Barcelona)

1- A la hora de quitar el pañal, ¿cuáles son los signos principales para saber si está preparado?

Dejar los pañales es una cuestión de madurez y aprendizaje. No podemos ser rígidos ni arbitrarios en cuanto a la adquisición de este hábito. Los límites de la normalidad son amplios; cada niño tiene su ritmo y hay que respetarlo. En la primera etapa del control de esfínteres, el niño logra la continencia fecal nocturna y posteriormente, también diurna. En un segundo tiempo, aprende a reconocer que su vejiga está llena y verbaliza su deseo miccional. A partir de ahí, y siempre que los padres/cuidadores tengan la motivación y disposición necesarias, pueden empezar a sentarlo en el orinal para el pipí. Los primeros intentos serán cortos, pero no inferiores a uno o dos minutos, elogiando siempre la actitud, independientemente del resultado.

2- ¿Qué puede hacer sospechar que el niño sufre incontinencia urinaria una vez que se han asentado las rutinas?

En los seis meses siguientes a dejar el pañal, son frecuentes los escapes accidentales de orina, así como la aparición de estreñimiento o infecciones de orina por instauración de un hábito retencionista. Hay que tener paciencia. En la mayoría de niños se trata de una etapa de transición y responden bien cuando reforzamos las conductas ya aprendidas. Si no es así, recomiendo consultar con el pediatra.

3- ¿Cuál es el rango de edad en la que se han de preocupar los padres?

Como ya hemos dicho al inicio, cada niño lleva su ritmo. Unos son más precoces que otros en el control miccional, aunque lo habitual es el control diurno completo entre los tres y cuatro años y el nocturno, entre los cinco o seis. Sin embargo, no conseguirlo a tiempo no es sinónimo de enfermedad. En la mayoría de casos se tratará de un trastorno funcional, que va a ocuparnos pero no preocuparnos.

4- ¿Cuáles son las señales de que la incontinencia es una patología?

Si la incontinencia urinaria diurna/enuresis aparece de forma brusca en un niño que previamente era continente, suele deberse a procesos más bien banales (cistitis, irritación de genitales, parasitosis, etc.) y se resuelve con el tratamiento de la causa. Muy rara vez puede surgir como resultado de enfermedad grave, como la diabetes o patología renal, sin que otros síntomas nos hayan alertado primero. Hay que descartar enfermedad urológica o neurológica si es persistente y se acompaña de infección de orina febril recurrente, cambios anatómicos de la vejiga o dilatación de los uréteres (ecografía), malformaciones de columna o médula espinal, o alteración de la función de la vejiga (urodinamia).

5- ¿Qué tipos de incontinencia hay?

Existen dos tipos, según si los escapes se presentan durante el día o la noche. La nocturna se conoce con el nombre de «enuresis» y a su vez, puede clasificarse como «monosintomática» o «no monosintomática». En ésta última, también aparecen síntomas diurnos, como el aumento o disminución del número total de micciones, urgencia por acudir al baño o escapes en la ropa interior antes de llegar.

6- ¿Cómo se aborda este problema?

En primer lugar, resulta imprescindible identificar y corregir los síntomas de disfunción de la vejiga diurnos, que acabamos de mencionar. En algunos casos, basta con unas sencillas pautas para reeducar el hábito miccional y solucionarlo. Deben orinar sentados en la taza del váter, usando adaptadores y reposapiés cuando sea necesario. Así aseguramos la corrección postural, que permite la relajación del suelo pélvico y el vaciado completo de la vejiga. Hay que acostumbrarlos desde pequeños a mantener una adecuada ingesta de líquidos a lo largo de día, reduciendo su volumen a partir de la merienda y evitando las bebidas con cafeína. También hay que enseñarles a realizar micciones pautadas y frecuentes, cada tres o cuatro horas, sin interferir en sus rutinas, y, por supuesto, siempre antes de irse a la cama.

7- ¿Son necesarios los fármacos?

Cuando las medidas anteriores no resuelven el problema, podemos proponer el tratamiento con medicamentos u otras terapias (alarmas de pipí, reentrenamiento del suelo pélvico, etc.) hasta que desaparezcan los síntomas. El más conocido en el tratamiento de la enuresis es la desmopresina, que imita la acción de una hormona cerebral que reduce la producción urinaria nocturna. En el caso de la vejiga hiperactiva, donde existe un deseo continuo de orinar, con micciones de poco volumen, urgencia y escapes, los anticolinérgicos frenan las contracciones de este órgano y mejoran los síntomas.

8- Incontinencia fecal, ¿a qué se debe su desarrollo?

En los casos de parálisis cerebral o trastorno psicopatológico grave no se adquiere el hábito social de la defecación. Sin embargo, en el tema que nos ocupa, la incontinencia fecal o encopresis se produce por un mecanismo muy distinto. Es de origen retentivo, por la impactación de la materia fecal en el recto de los niños con estreñimiento crónico (deposición líquida por rebosamiento). La asociación de esta alteración con los trastornos miccionales funcionales es muy conocida y frecuente, sobre todo en niñas con un hábito retencionista tan marcado y mantenido en el tiempo, que acaba en desarrollo de una hipertonía del suelo pélvico.

9- ¿A qué edad se debe consultar la incontinencia fecal?

La encopresis debe constituir un motivo de consulta siempre en niños mayores de cuatro años

10- ¿Qué abordaje se realiza?

El manejo de la incontinencia fecal o encopresis retentiva es el mismo que el del estreñimiento crónico. En primer lugar, hay que descartar que se deba a una enfermedad digestiva o metabólica. Sin embargo, lo más común es que se trate de un episodio funcional o retencionista (90-95%) y se corrija con medidas dietéticas y prescripción de laxantes.