Jesús Fonseca
Vivir con menos
Como cada año por estas fechas, se nos vienen encima días de derroche y gasto a tontas y a locas. Esto me lleva a dedicar, una vez más, esta columna humanística a un tema que ya ocupó otras veces la atención de este gacetillero: vivir con menos para vivir mejor. Una especie de mantra que deberíamos repetirnos una vez y otra, hasta hacerlo nuestro.
Aunque no es fácil superar el dogma del crecimiento ilimitado en que nos hemos instalado, sin embargo es posible. Repetiré esa frase que tan de moda está ahora mismo: sí se puede. No se trata de una utopía. Nuestra sociedad occidental del hartazgo y su cultura hegemónica, basada en el constante aumento de la producción, no puede seguir así.
Mientras el crecimiento sin límites marque la idea de progreso y sea el único imperativo para conseguir el máximo beneficio, por encima de las personas, además de contribuir a un mundo más desdichado, estaremos poniendo en riesgo su existencia. Algo que ya está pasando, como hemos visto estos días, con la evidencia de las catastróficas consecuencias del cambio climático, provocado en gran medida por una dinámica incapaz de controlar y administrar con buen sentido lo que usamos a diario. ¿Alguien piensa que el crecimiento infinito es posible, sin llevarse por delante las más nobles ambiciones individuales e intereses colectivos de la humanidad? Me temo que no.
Este sistema basado en el híper-consumo es un suicidio. Para que este constante crecimiento económico deje de ser el motor del sistema, hemos de darle una vuelta de tuerca. Necesitamos urgentemente valores, formas de vida y modelos de producción completamente distintos.
Joan Carrera denunciaba, no hace mucho, con valentía, fenómenos como la obsolescencia programada; es decir: productos con fecha de caducidad de fábrica. El prestigioso pensador se refería también a la obsolescencia psicológica, potenciada por un marketing que presenta, de manera progresiva, nuevos productos con más prestaciones que no siempre son verdad. Hemos hecho del híper-consumo uno de los pilares de nuestra sociedad. Error, inmenso error.
«Hoy en día, poseer no representa sólo tener bienes materiales que satisfagan necesidades, sino que el tener o no tener es lo que da estatus y posibilita la participación en la vida social», asegura Carrera, con su habitual clarividencia. En resumidas cuentas: o aceptamos los límites y crecemos de una manera diferente, o esto se va al carajo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar