Gastronomía
Pistas gastro para un fin de semana pasado por agua
Uno de nuestros objetivos es comer pan artesanal, mucho más nutritivo y digestivo que el clásico industrial. El último templo que hemos descubierto es Amasa (C/ Iglesia, 10. Majadahonda), inaugurado en Majadahonda por la emprendedora brasileña Silene da Rocha. Su objetivo es recuperar los sabores de nuestra infancia para aportar una experiencia culinaria deliciosa a sus clientes. Id corriendo, porque todos los panes son cien por cien ecológicos y sientan de muerte. Nos gustó el semiintegral, pero también los hace de espelta, de kamut o de centeno. Paladares curiosos, probad el de moringa con arándanos, tan espectacular como el de queso. Sólo aquí podréis conocer el pan “cafuso”, una mezcla de pan blanco, centeno e integral con semillas de amapola. Asimismo, las estanterías del local acogen productos sin gluten, además de piezas de la clásica repostería. Tomad nota: se puede desayunar y merendar, así que no dejéis de probar las mermeladas, las cervezas artesanas, los cafés de origen, los tés ecológicos y los zumos naturales. Asimismo, la panadera imparte talleres y cursos para todo aquél que le apetezca adentrarse en el mundo del pan artesanal, además de preparar cestas para regalar. Son un éxito las de desayuno, que se pueden adquirir en la tienda online (www.amasa.es).
Si estáis hartos de baos, ceviches y fusiones varias, os recomendamos reservar en Casa Alicia (C/ Recoletos, 7), una casa de comidas a la antigua usanza de esas en las que apetece alargar la sobremesa. Por favor, que el reloj no marque las horas, porque si la propuesta salada es buena, al mismo nivel están los postres, que invitan a dar la bienvenida a un trago largo o a un cóctel. El producto es el protagonista, cómo no. Para empezar, escabeches de perdiz o de jurel, salmón y bacalao ahumados, embutidos y latería fina. Y para seguir, garbanzos con bacalao, pisto con huevo, chuletón de vaca o ensaladilla de marisco. ¿Lo mejor? La cocina está abierta desde las once de la mañana a medianoche.
Por cierto, apuntad la fecha: del 14 al 17 de este mes el restaurante Sargo (C/General Díaz Porlier, 57) acoge unas jornadas de carne de buey. Podréis probar tanto la chuleta como la tapilla y el solomillo, piezas todas procedentes de un macho castrado rubio gallego de entre cinco y seis años y 703 kilos. El precio es de 110 euros el kilo. ¿Todavía no conocéis Atlantik Corner? Os recomiendo que no tardéis, porque su carta anuncia platos de tradición portuguesa y gallega. El queso artesano de Azeitao, que se sirve con pan de maíz, membrillo y chutney de mango es alucinante, aunque aquí hay que ir a degustar el bacalao, que preparan a brás, al carbón, con patatas rotas, olivada negra y puerros confitados, y el espiritual, servido en una versión adaptada al “finger food”. Es decir, llega a la mesa una brandada de bacalao con bechamel, verduras y unas cortezas para “dipear”.
Por su parte, Quispe (C/ Orellana, 1) es el nuevo restaurante peruano que se acaba de incorporar a la viva escena gastronómica madrileña con platos como las berenjenas a la barbacoa, el pulpo en quinotto con tinta de calamar y el pollo de la casa, marinado durante 24 horas con especias. De postre, el coulant de lúcuma.
Queremos recuperar la hora de la merienda, de eso no cabe duda. Así que si en esas estáis, sabed que La Posada del Dragón (C/ Cava Baja, 14) se ha apuntado a la tendencia durante este invierno helador. Sí, parece que no va a dejar de llover en todo el fin de semana, por eso quien decida refugiarse en esta corrala del siglo XIX puede entrar en calor gracias a un cóctel caliente, el Hot Lemon Bourbon, que armoniza muy bien con un tatín de manzana. El combinado está elaborado con Bourbon Jim Beam, miel y limonada casera, además de con una espuma de cítricos, piel de naranja y canela en rama, un trago perfecto para ahuyentar los síntomas del resfriado. La propuesta se puede disfrutar a partir de las seis de la tarde a un precio de 10,90 euros.
Y sí, vamos a tener Nueva York más cerca de lo que creemos durante todo el mes de marzo. El Seagram’s New York Hotel at NH Collection (C/ Marqués de Casa Riera, 4) acoge una réplica de Flatiron Lounge, tras cuya barra encontramos a Julie Reiner, una de las mixólogas más influyentes de la historia, y en el Raines Law Room conocemos a Meaghan Dorman, responsable de que naciesen los Raines Law Hotels, bares que incorporaban habitaciones para poder servir a sus clientes de manera legal durante la vigencia de la ley neoyorquina de 1896, que prohibía la venta de alcohol. Pero ahí no queda la cosa, porque sabed que Please don’t Tell es el rooftop de moda. Os cuento. Se trata de un bar oculto en un pintoresco local de perritos calientes de la Gran Manzana, que esconde un verdadero templo de la coctelería. Pero, cuidado, porque adentrarse tiene secreto, ya que primero hay que llegar a Crif Dogs y marcar el número 1 en su vieja cabina de teléfono. Una vez dentro, los cócteles son de otra dimensión a disfrutar en unos curiosos iglús transparentes para así contemplar las vistas.
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