Sociedad
Ilusiones de otoño
El comienzo de curso es para muchos el comienzo del año nuevo. Es el momento de hacer balance, descubrir si los objetivos del año anterior se cumplieron o se quedaron estancados, hacer autocrítica, el momento en el que prepararse para una nueva etapa que comienza.
Lo mismo ocurre en octubre con la temporada de bodas. Después del verano, las vacaciones, las fiestas, las noches eternas en terrazas con amigos y familia, los días de horas interminables y siestas a la sombra donde hemos hecho los primeros planes para una nueva vida comienzan a tomar forma en el otoño. Proyectar una boda es una tarea ilusionante, todo es nuevo, el amor y la felicidad se desbordan por los poros, la ilusión de los novios se traslada a sus familias y amigos porque empiezan un nuevo periodo que empieza con el día de la boda y todos quieren aportar su granito de arena.
Para preparar una boda se necesitan grandes dosis de amor y comprensión, empatía, diálogo, tiempo, dedicación y, sobre todo, siempre tener presente por qué nos metimos en esto. Porque a veces se nos olvida el verdadero motivo, porque a veces nos perdemos en detalles nimios que no hacen sino crearnos conflictos, porque a veces, entender al otro no resulta tarea fácil, porque a veces nos olvidamos que no se trata de “mi boda”, ni “tu boda”, sino que estamos preparando “nuestra boda”.
Una boda no es sólo una boda. Es el comienzo de una nueva vida, se trata de dos personas que se unen y dos familias que se unen por ellos. La ceremonia del matrimonio es el primer paso hacia esa nueva vida, desconocida, apasionante, en la que se entra con felicidad y un proyecto de vida, en la que se encuentran escollos que hay que superar. Una boda es una prueba de fuego, es el termómetro que puede mostrar cómo será la relación en el futuro, el espejo en el que mirarse dentro de muchos años. Es el momento de conocer a la otra familia, establecer nuevos lazos, entender que cada uno tiene un papel importante y que la felicidad de los novios se mezcla con sentimientos contradictorios de los padres, que se encuentran, también, con una nueva vida.
Sobra decir que me encantan las bodas, y mi momento favorito es cuando los novios se dan el “sí, quiero”. Es en ese momento en el que se descubre si el centro de todo este loco proyecto han sido ellos o los preparativos. Si están viviendo ese momento anclados en el ahora o si los nervios les están impidiendo vivir el momento con los cinco sentidos. Prometerse amor eterno mirando a los ojos a tu pareja. Ése es el comienzo perfecto para la pareja en el día de tu boda.
Los padres, familiares más cercanos y los invitados son parte fundamental de este proyecto. Son los más olvidados en todo el proceso, donde su visibilidad se suele limitar a temas de moda y belleza sin recordar que sin ellos una boda no es igual. A todos vosotros queremos daros vuestra relevancia y vuestro sitio, porque esa boda es también vuestra boda, una experiencia señalada en vuestras vidas.
Hoy comienza para nosotros también un nuevo curso. Hoy queremos empezar a andar con vosotros en la preparación de vuestra boda, a buscar los mejores proveedores, a que encontréis el vestido de vuestros sueños, a que tengáis una luna de miel que recordéis con una sonrisa, pero también os queremos recordar por qué dais este paso, que separéis lo principal de lo accesorio y recordéis que al final de todo este proyecto lo que importa es que al final del día habréis comenzado una nueva vida juntos y que se habrá creado una nueva familia.
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