Entrevista

“Coincidí con mi acosador en una barbacoa y me pidió perdón. Él también fue víctima de bullying”

Tras escribir el libro «Golpeado pero no derrotado» (Punto Rojo Libros, 2021) lanza mensajes contra el acoso escolar desde su cuenta de Instagram a más de 9.000 seguidores

“Coincidí con mi acosador en una barbacoa y me pidió perdón. Él también fue víctima de bullying”
“Coincidí con mi acosador en una barbacoa y me pidió perdón. Él también fue víctima de bullying”La Razón

Brian Giner (Barcelona, 1999) sufrió acoso escolar durante 12 años. Tras dos intentos de suicidio, sanó “hablando con mis padres” y haciendo “un grupo de amigos” que le ayudó a “resurgir”. Ahora, a sus 24 años, trabaja como educador social en una escuela de Terrasa haciendo “acompañamiento” cuando un niño está muy agobiado o “una mesa redonda si hay una pelea”. La asociación fundada por Brian, Trencats, publica este jueves, Día Internacional Contra el Acoso Escolar, un vídeo con muchas víctimas de diferentes lugares alzando la voz.

Fuiste a tres colegios, ¿cómo eran? ¿qué recuerdas?

El primer colegio al que fui es una escuela que se llama Pompeu Fabra. Estuve hasta finales de 4º de Primaria. Allí empecé a sufrir acoso escolar cuando tenía 6 años. No fue un acoso de pegar, de agresión. Yo era el destacable, el raro porque tenía un parche en el ojo. Entonces era un poco la ley de supervivencia. En Primaria solo había insultos de estrábico, gordo… nunca me llamaban por mi nombre. Todo lo que pudieran meterse con el físico lo hacían, me machaban con burlas e insultos. No existía ningún protocolo. Aunque los protocolos que hay hoy en día tampoco funcionan.

Y te cambias de colegio

Sí, luego hice 5º y 6º de Primaria en un cole de Villanova del Vallès, el Mestres Munget. Allí sufrí una de las primeras agresiones físicas. Nos tiraron por las escaleras a mí y a un compañero, tendríamos 10-11 años. Y cuando paso al instituto Ramón Cases i Carbò, donde hice de 1º a 4º de la ESO, comienza todo a la vez: las agresiones físicas, verbales, el acoso y el ciberacoso.

En 2º de la E.S.O. tuve mi primer intento de suicidio. Las agresiones y las amenazas eran sobre todo en los lavabos porque era el punto donde los profesores no podían entrar o no lo veían. Por ejemplo, hacer un corro entre cuatro o cinco y pegarme una paliza.

Era un grupo concreto de gente la que te acosaba de forma reiterada. ¿O era un poco casi todo el mundo? ¿Cómo era eso?

Era un grupo bastante destacado. Sufrí acoso escolar durante 12 años. Pero todos hacían un poco de verdugos porque los observadores tampoco actuaban. Y a veces algunos se unían a los acosadores habituales para no ser ellos a los que les cayera el acoso.

Por miedo ¿no? Algunos notabas que se unían al acoso para entrar en esa dinámica y no ser el acosado.

Yo creo que sí. Pero ya te digo que en la actualidad sigue pasando. Y cada vez pasa más.

Después tuviste un segundo intento de suicidio, ¿qué pasó?

Pasó que llegas al límite. Acabas creyendo que tú eres el problema y no sabes cómo salir. La decisión que tomé fue medicamentos y cortes. Cortes cada vez un poco más profundos. Más que intento de suicidio, tuve conductas suicidas durante bastante tiempo.

Desde esa segunda vez con 13 años nunca lo volviste a intentar, ¿qué cambió?

Mis padres, como siempre, me apoyaron. Y también conocí gente de mi pueblo que me ayudó. Hice un grupo que me ayudó a resurgir, a tirar para adelante. Cuando me hacían bullying algunos de ellos me ayudaban, se ponían en medio… pero claro solo en el patio porque entre clase y clase no nos veíamos. Eran amigos de otras clases.

¿Y qué te hizo seguir mejorando?

Recuerdo cuando se lo comenté otra vez a mi madre. Las ideas suicidas que tenía me las quitó muy rápido simplemente hablando. Poniendo todo sobre la mesa. Yo sané hablando con mis padres, directamente. Entendí las cosas que no debía de hacer y el por qué.

Luego se puso una denuncia en la policía, se estuvo hablando con el colegio… eso no sirvió de mucho porque el director del colegio me dijo que si me pegan, que yo les pegase a ellos. Tampoco se activó ningún protocolo porque lo tenía que poner en marcha el centro directivo. Barrió para su terreno y no lo abrieron.

Ahora trabajas como educador social en el colegio de Abat Marcet en Terrasa ¿cuál es tu función allí?

Mi labor es ayudar como sanitario a un niño que tiene parálisis de cintura para abajo. Y luego hacer de soporte a todos los profesores de Primaria. Si un niño está muy agobiado sacarle de clase, hacer un acompañamiento. Si hay una pelea hacer una mesa redonda, ver lo que ha pasado.

Tienes más de 9.000 seguidores en Instagram, ¿cuáles son tus objetivos al usar esta cuenta y cómo intensar llegar a ellos?

Me encantaría hacer un contenido 100% dedicado a esto, pero la gente no se queda en una cuenta solo por cosas sociales. Intento es compartir parte de mi vida, voy creando una comunidad y mientras tanto meto mensajes sobre acoso escolar.

¿Crees que ahora le pueden estar diciendo a un niño acosado las cosas que te dieron a ti como “si te pegan, pégales tú”?

Bueno por suerte está jubilado ya. Pero sí es cierto que hay mucha gente trabajando en educación que, quizá, no tiene una educación de como está la sociedad hoy en día… a un niño no se le puede decir “defiéndete”. Un niño no tiene que defenderse. Le tiene que proteger el adulto, que para eso está trabajando en un centro educativo.

¿Por qué el acosador también puede llegar a ser una víctima?

Voy a hablar en experiencia propia. Hay un chico que me hizo acoso escolar. Me lo encontré en una barbacoa de manera casual. Primero colapsé. Después hablamos. Me pidió perdón porque él mismo fue víctima de bullying. Entonces la manera de salir de eso, de que no le vieran débil… fue haciendo acoso. Y lo que era una desgracia acabó siendo una gran experiencia porque hoy en día nos hablamos, me va escribiendo, me apoya, me ve todo lo que hago… y era mi acosador.

¿Te costó perdonarle?

Sí. Al final lo tienes como en la mente. Es depende del momento en el que te encuentres. Yo en ese momento entendí que el lugar donde estés afecta mucho. No te vas a comportar en casa como en la escuela porque al final la gente te ve, los ojos hacen mucho daño. Quien te observa, quien se ríe, quién está todo el rato controlando tus movimientos… la escuela es un lugar muy complicado. Y el instituto aún más si no tienes una coraza muy fuerte. Entonces es un reflejo de la sociedad de manera diminuta.

Entendí que la escuela le hacia una presión muy fuerte y tenía que actuar de esa manera. Para nada aceptó todo lo que me hizo ni estoy diciendo que le perdone todo lo que hizo por la condición que tenía. Pero sí es verdad que en la actualidad lo veo de otra forma. He visto que no es una persona que quiera hacer daño. En cierta manera estaba sufriendo lo mismo que yo. Solo que yo lo dije y él no. Al final los dos fuimos víctimas. Fuimos víctimas de diferentes maneras y lo hemos afrontado de manera distinta. Pero los dos somos víctimas, esa es la realidad.

¿Cómo ves la influencia de Instagram en los jóvenes? ¿Cómo ha cambiado el acoso respecto a tu época ahora que tienen internet en el móvil?

Estamos en un punto en el que las redes sociales es la mayor arma destructiva psicológicamente hablando que existe. Si no tienes la cabeza muy bien amueblada, te destruyen. Hay un mundo de odio. Hay una sociedad de odio.

¿Qué le dirías a un niño, niña o adolescente que estuviese siendo acosado ahora y que a lo mejor estuviese en esos pensamientos suicidas que tenías antes de esa charla con tus padres con 12 años?

Lo primero que le diría es que tengan plena confianza y que intenten hablar con cualquier adulto que tengan al lado. Ya no solamente padres, que es lógico. Pero a veces hay familias que no están estructuradas o no tienen esa confianza. Que hablen, que se expresen. Porque a veces el silencio mata. Y porque a veces el que hace acoso también es víctima.

Son muchos factores que hay que tener en cuenta. Y creo que hablando se solucionan muchos de ellos. Creo que es el consejo más sano que podría dar. Porque te podría decir mil cosas. Pero si no empiezas por hablar, no puedes ir a un psicólogo. Si no empiezas por hablar, no puedes empezar a sanar. Si no empiezas por hablar, no puedes ayudar a que el silencio se quite.

¿Qué le dirías a los padres de un niño o niña que esté sufriendo acoso?

A los padres es más complicado porque hay veces que no pueden estar con los críos por temas laborales u otros motivos. Pero les diría que escuchen a sus hijos. He hecho charlas para que vengan padres a hablar y escuchar. Y a veces se han presentado dos o tres familias de 28 más o menores que hay un aula. Da a entender que a mucha gente no le interesa. Esa es la triste realidad. En Infantil vienen todas las familias, en Primaria empiezan a fallar y en la ESO prácticamente no viene ninguna. Con escuchar y con dejarse a veces entender por gente joven que tienen diferentes puntos de vista y lo han vivido, yo creo que les podría abrir un mundo de posibilidades.

Y que escuchen a su hijo o a su hija. A veces no simplemente son críos. Tiene pensamientos y hasta el mínimo gesto que no te des cuenta, a veces es el punto de inflexión para saber si podría ser un principio de indicio de acoso escolar.

En tu labor como educador social, ¿hay algún caso que te haya impactado especialmente?

Sí, bastantes. Es que no te podría decir solamente uno en concreto. Siempre que acabo una charla, me viene un niño o niña a decirme: “Mira, me daba vergüenza decirlo delante de la clase, pero te lo tenía que decir”. Y me cuentan que lo sufren o lo han sufrido, se abren y te lo explican.

Luego hay madres que me escriben por redes sociales y me dicen “mira mi hijo o hija está sufriendo acoso escolar. Estoy muy agobiada, ayúdame”. Entonces pues nada. Sigo a su hijo o hija y les escribo por Instagram. Ven que hay feedback muy bueno, les contesto a las historias… ven que hay alguien que le apoya. Al final sigo haciendo un acompañamiento. Y que vean que hay alguien que está detrás que les anima. Es un perfil público que les está ayudando. Entonces esa parte es muy positiva.

Hablas de “la necesidad de un trabajo conjunto contra el acoso escolar desde colegios, instituciones, policía…” ¿Qué medidas has visto que hayan sido útil?

Es que creo que ninguna esté funcionando. Evidentemente alguna funcionará de manera puntual. Si abres un protocolo de acoso escolar, hay un seguimiento del menor, la familia… vas a poder hacer cosas. Pero no hay nada hoy en día que esté funcionando.

Hace poco se quería meter una figura contra el acoso escolar en los colegios. Esta figura debería ponerse desde el equipo directivo del centro escolar. Evidentemente no la van a poner. Y si sale un caso de acoso escolar van a barrer para su campo de nuevo. Los protocolos de acoso escolar se activan solo si el equipo directivo quiere y están todos de acuerdo. Es otro error que está pasando.

Veo muchas herramientas encima de la mesa, pero ninguna funciona correctamente. Lo primero que deberíamos hacer es una ley que prohíba que un colegio decida por sí mismo si se abre un protocolo de acoso escolar. La ley debe estipular cuando abrirlo. Y que el equipo directivo no mande. En el momento en el que se abra un protocolo debe hacerse un seguimiento que no sea por parte de la dirección del centro.

¿Y qué otras medidas propones para luchar contra el acoso escolar?

Cualquier centro, sea de alta complejidad o mínimo complejidad, debe tener un integrador social. Creo que es esencial hoy en día. Los niños necesitan hablar. Pasan muchas horas en un centro. Necesitan ser personas, dialogar, explicar como se sienten. Es esencial. Y más hoy en día en la sociedad en la que estamos. Y que los menores de 14 años sean imputables. Es una cosa que yo no acabo de entender. Que puedan hacer lo que les de la gana y no tengan ningún tipo de represalia no lo entiendo. No me entra en la cabeza, ¿por qué un menor de 14 años si mata a otro o le hace la vida imposible no tiene ningún peso de la ley? Eso no debería ser así.

¿Crees que el acoso escolar se lo toman poco en serio desde la política?

Creo que su mentalidad es que hay problemas más importantes. Creen que son niños y que no dejan de ser problemas de niños. No se quieren mojar, no quieren hacer una ley nueva… no se exactamente por qué no quieren echar una mano.