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Infierno azul majorero

Foto: Twitter
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Por Ana Rubio Jordán

El madrileño Álvaro Vizcaíno dejó su vida a manos del destino la mañana del 7 de septiembre de 2014, cuando decidió acudir a Punta Paloma, en Fuerteventura, a practicar su deporte favorito: el surf. Lo que iba a ser una entretenida jornada playera se convirtió en una experiencia para no olvidar: un resbalón en una zona de dunas de arena dura y moluscos petrificados le dejó colgando del borde mismo de un acantilado. Cuando le flaquearon las fuerzas cayó sobre las rocas.

Con las caderas rotas por tres sitios y una doble fractura de pelvis, entre otras contusiones, Álvaro se vio obligado a tomar las decisiones más importantes de su vida. A golpe de ola, sangre y dolor, pudo nadar hasta una diminuta cala, donde comenzaría su aventura. Como si de un juego se tratase, el empresario de 38 años tuvo que pensar cómo se organizaría para sobrevivir en aquellas circunstancias con la ayuda de los escasos objetos que encontró: unas redes, una botella de agua y un pequeño bugi.

Cada uno de ellos pareció cumplir a la perfección con su función: Las redes le sirvieron para tapar su cuerpo desnudo del fuerte frío de por la noche; el agua, para no deshidratarse de las altas temperaturas de por el día; y el bugi, fue lo que le impulsó, dos días después, a adentrase en el mar y remar con sus propias manos hasta llegar a una embarcación donde unos agentes de policía que se encontraban pescando lo pudieron rescatar.

“Estaba muy lejos y no podían oír mis gritos de alerta. Pensé que lo mejor era ir hacia ellos. A pesar de que me encontraba muy débil, no lo pensé. Cogí el bugi, me adentré en el mar y remé con mis manos hacia la zodiac durante más de una hora. O llegaba a ellos, o estaba muerto. No tenía otra opción”, relataba Vizcaíno a los medios que le entrevistaron días después de su rescate. Fue su propia fortaleza física y mental lo que le ayudaron a sobrevivir.

La historia de este náufrago majorero de adopción, ha sido llevada ahora al cine de la mano del director Hugo Stuven. Stuven, que nos regaló una de las mejores Óperas Primas del año pasado con el thriller “Anomalous“, acaba de presentar en el Festival de cine de Málaga su segunda película, “Solo“, protagonizada por Alain Hernández y Aura Garrido. Además, cuenta en su producción con la experiencia del profesor de Periodismo Televisivo de la UDIMA y ganador de un Goya, Miguel Ángel Poveda.

“Las historias me vienen y cuando no las buscas, te encuentran”, declaraba Stuven sobre esta película cuando le preguntaban acerca de cómo nació la idea de “Solo”: “Llegas a pensar en las dificultades técnicas del proyecto, pero la historia me atrapó y tenía muchísimas ganas de hacerlo”. El director reconoce lo complicado de un rodaje en el que había que meterse en el agua, hacer montañismo o llegar hasta lugares de difícil acceso. Especialmente duro fue para el actor Alain Hernández, protagonista del film, que tuvo tres semanas para aprender surf, submarinismo y escalada.

La película no solo narra un hecho verídico, sino que además pretende transmitirnos una experiencia que va más allá de lo sensorial. Detrás de su angustioso argumento, el film parece ofrecer, entre otras cosas, aquello que promete a primera vista: una cuidada producción, parajes de ensueño y una bella fotografía. No olvidemos que, junto a la dirección, ha permanecido en todo momento el protagonista de la historia, Álvaro. Reviviendo en cada plano todo lo sucedido, asegurándose que se es fiel a esta historia de total superación.

Vizcaíno ha participado en el rodaje de la película, pero además está escribiendo un libro y dándole vueltas al proyecto de hacer un documental junto con otras personas que hayan vivido experiencias similares a la suya. Y, mientras, sigue practicando surf. Deporte que le apasiona. Al fin y al cabo, como él señala, “el mar no tiene la culpa de nada; solo las emociones”.