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Bolonia y sus secretos. La anécdota de una de las siete iglesias

Las Siete Iglesias es el rincón con la historia más original

Bolonia y sus secretos. La anécdota de una de las siete iglesias
Bolonia y sus secretos. La anécdota de una de las siete iglesiaslarazon

Después del encuentro que tuve con Carmelo, el heladero más sensible que me he topado y llevándome del brazo hacia la arteria principal de Bolonia, me hizo fijar la vista en el fondo de la avenida – “ve todo recto y allí en donde está la columna, giras a la derecha hasta llegar a Le Sette Chiese, no te lo creerás” - terminó emocionado.

Es verdad que los italianos cuando quieren describir algo que les emociona, actúan como si estuvieran representando un aria de la Traviata. Esto le hace a uno pensar en ocasiones que lo que dicen no es para tanto, en esta ocasión Carmelo tenía razón.

Sette Chiese, Bolonia

Las Siete Iglesias es el rincón con la historia más original de Bolonia. Surgió de la base de un templo pagano y lo más interesante de todo, es que la construyeron como la copia fiel del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Ya en si, entrar por la puerta de una iglesia que se conecta con otras seis, es de llamar la atención, pero la leyenda de la iglesia Santo Stefano es realmente original.

Cuentan los historiadores con cierto punto de ironía, que se convirtió famosa por un hallazgo inesperado y que fue necesario la intervención del mismo Papa de aquella época.

A finales del 1300, llegó a esta iglesia, una tumba de época romana que la colocaron debajo del pavimento de la actual iglesia dei Santi Vitale e Agricola. En la tumba aparece el nombre de “Simone” que era el nombre original de San Pedro rebautizado después por Jesús. A nadie le pasó por la cabeza que no se trataba del “verídico” San Pedro. El sarcófago fue colocado sobre el altar y el obispo hizo sonar las campanas de la iglesia anunciando la fiesta dedicada a San Pedro.

Cuando empezaron a llegar los peregrinos del norte, se difundió por todos lados, que el vicario de Cristo ya no estaba enterrado en Roma sino en Bolonia.

Se acercaba el Jubileo, en Roma la cantidad de peregrinos que esperaban disminuye de forma considerable, todo cae, el comercio y los beneficios que atrae la celebración, los lamentos de los comerciantes no cesan incluidos los del clero, un desastre económico total, y todo esto fue, a causa de que los peregrinos en vez de ir al Vaticano se fueron a Bolonia en donde creían que estaba enterrado San Pedro.

La respuesta del Papa Bonifacio VIII fue durísima, tanto que hizo desconsagrar la iglesia y el obispo ordenó demolerla y llevar el sarcófago de forma discretísima a otro sitio sin dejar de explicar a los fieles que los restos verdaderos de San Pedro nunca se movieron de Roma.

Dicen que es único caso en la historia de la iglesia católica que una iglesia no la destruyeron los fieles sino el propio Ministro de Dios, el Papa.