Gastronomía

Para mí, este es el restaurante de Cantabria que debes visitar al menos una vez en la vida

En plena Calle Camino Real, este establecimiento ha logrado ganarse el favor de vecinos y viajeros con una propuesta basada en tres pilares: sencillez, producto y autenticidad

La taberna está ubicada en el municipio cántabro de Cartes
La taberna está ubicada en el municipio cántabro de CartesCorocotta

En un panorama gastronómico donde la innovación a menudo eclipsa al sabor de siempre, el Restaurante taberna Corocotta, ubicado en el centro histórico del municipio cántabro de Cartes, se erige como un bastión de la cocina tradicional. En plena Calle Camino Real, este establecimiento ha logrado, lejos del ruido mediático y turístico, ganarse el favor de vecinos y viajeros con una propuesta basada en tres pilares inamovibles: sencillez, producto y autenticidad.

A diferencia de muchos restaurantes que apuestan por una estética vanguardista o fusiones internacionales, Corocotta defiende sin complejos la cocina de raíz. Su éxito no es fruto de campañas publicitarias ni de redes sociales, sino de algo tan simple y eficaz como el boca a boca. La gente habla de Corocotta porque quiere volver.

Cocina sin trampa ni cartón

Su carta, deliberadamente comedida, es un homenaje al recetario de toda la vida, con una presentación cuidada y un toque de autor que no traiciona la esencia de los platos. El foie gras con pan casero o el pastel de cabracho son ejemplos de cómo el producto bien tratado no necesita más adornos. Las mollejas salteadas y las albóndigas en salsa evocan sabores familiares, mientras que el pulpo a la gallega —elaborado con precisión y pimentón de la Vera— se ha convertido en una de sus señas de identidad.

"Corocotta representa una resistencia silenciosa frente a la gastronomía espectáculo", apunta el crítico gastronómico Juan Pedro Salcedo, colaborador habitual de publicaciones especializadas. “Ofrece una experiencia completa sin estridencias: platos reconocibles, sabores equilibrados y una atención que recuerda al restaurante de toda la vida”.

El apartado de postres tampoco defrauda. La tarta de queso, con una textura cremosa que delata su elaboración artesanal, y el helado casero, elaborado en el propio local, completan una oferta sin fisuras.

Más que comida: una experiencia

Pero Corocotta no sólo se distingue por lo que se sirve en sus mesas. El entorno forma parte del relato. Cartes, uno de los pueblos con más encanto del interior cántabro, ofrece al visitante un entorno cargado de historia y belleza. Su puente medieval, sus casonas de piedra y sus calles empedradas invitan al paseo y a la desconexión. En este contexto, una comida en la terraza de Corocotta —especialmente en los días soleados— puede convertirse en una experiencia difícil de igualar.

Dentro, el ambiente es íntimo, sereno, decorado con gusto pero sin ostentación. El trato es cercano, casi familiar. El equipo de sala, conocedor de la carta y atento a los detalles, contribuye a crear esa atmósfera que transforma una comida en un recuerdo duradero. “La relación calidad-precio es uno de los grandes aciertos del local”, destaca Marta Gutiérrez, presidenta de la Asociación Cántabra de Gastronomía Regional. “En un momento donde se paga por la imagen o la ubicación, Corocotta cobra lo justo por una experiencia auténtica y bien ejecutada”.

Un enclave que se llena... y con razón

Durante fechas señaladas, como el festival Conceju Folk —que atrae a numeroso público a Cartes—, el restaurante alcanza rápidamente el aforo completo, especialmente en las cenas. Desde la dirección del local recomiendan reservar con antelación para no quedarse sin mesa. Más allá de los picos de afluencia, Corocotta se ha convertido en una apuesta segura durante todo el año. El visitante que llega sin conocerlo descubre una cocina que no busca deslumbrar, sino convencer. El cliente que repite sabe que encontrará exactamente lo que espera: calidad sin artificios. La propuesta de Corocotta tiene implicaciones que van más allá de su éxito particular. En un momento en que la gastronomía española explora nuevos lenguajes y se internacionaliza, ejemplos como este restaurante cántabro demuestran que hay espacio —y demanda— para los sabores de siempre, bien ejecutados y en un entorno que respeta el ritmo del comensal.

Como apuntan desde la Dirección General de Turismo de Cantabria, “la consolidación de restaurantes como Corocotta no solo refuerza la identidad culinaria de la región, sino que potencia el turismo de interior y la economía local desde una perspectiva sostenible”.

En definitiva, Corocotta no busca impresionar. Busca gustar. Y lo consigue. Porque, en tiempos de ruido, la cocina serena —cuando está bien hecha— sigue teniendo la última palabra.