El "Escorial de La Mancha": el impresionante monasterio levantado sobre un castillo árabe a sólo una hora de Madrid
De origen medieval, los saqueos, invasiones y ocupaciones no han evitado que este majestuoso conjunto recuperara todo su esplendor
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A medio camino entre Cuenca (72 kilómetros) y Madrid (98 kilómetros), sobre la ladera de una empinada colina, se alza Uclés, una hermosa villa de orígenes celtíberos y romanos que parece anclada en el pasado. Rodeada por los restos de sus murallas, sus torres, siempre vigilantes, observan inmutables el paso de los siglos. Y eso que la localidad conquense ha sido escenario de dos grandes batallas, que terminaron con estrepitosas derrotas. En la primera de ellas, el 29 de mayo de 1108 las tropas cristianas de Alfonso VI de León fueron derrotadas por los almorávides del caudillo almorávide Yúsuf ibn Tasufín, que ya había derrotado a Alfonso VI en Zalaca.
La conocida como "la batalla de los Siete Condes" tuvo fatales consecuencias. La muerte de Sancho Alfónsez, el único hijo varón de Alfonso VI, hizo que asumiera el trono su hija Urraca I de León, convirtiéndose en la primera reina y emperatriz europea.
Pero la derrota más dolorosa se produjo en 1809, durante la Guerra de Independencia, cuando las tropas españolas fracasaron en su intento de frenar el avance de los invasores franceses. Miles de muertos, ejército disperso y pérdida del control del centro peninsular. Las tropas francesas que tomaron Uclés y provocaron un saqueo salvaje en las casas y en el propio el monasterio. Los monjes fueron humillados como paso previo a su ejecución en la horca. Los hombres sufrieron violados y torturados y las mujeres, violadas.
A pesar de estas catástrofes, Uclés ha sabido sobrevivir, reponerse a la historia y poner en valor el rico patrimonio acumulado por el paso de Íberos, romanos, musulmanes, que recuperó su esplendor gracias a la Orden de Santiago. El Monasterio de Uclés se sitúa en una cumbre, sobre un cerro que tiene a sus pies el pueblo y el río Bedija.
El "Escorial manchego" formaba parte de un conjunto de fortificaciones musulmanas. Tras su reconquista fue donado por Alfonso VIII a la Orden de Santiago, que lo convirtió en su sede, con un formidable complejo de edificaciones, que aún se conservan como las torres del Pontido y el Palomar (de origen árabe), la torre Albarrana o torre del homenaje nuevo.
Tras la expulsión de los musulmanes, en el siglo XVI, la administración del maestrazgo de la Orden de Santiago pasa a la Corona de Castilla y va perdiendo poco a poco su función militar. Bajo el reinado de Carlos I, el Prior D. Pedro García de Almaguer inicia una reforma radical que convertirá el monasterio medieval en el actual edificio. Este nuevo proyecto, iniciado el 7 de mayo de 1529, se prolongó a lo largo de dos siglos y como consecuencia de ello, se vio influenciada por varios estilos arquitectónicos, que fueron combinados de una forma homogénea.
claustro del siglo XVIII
brocal barroco del aljibe
iglesia herreriana,
Uno de los elementos más característicos se sitúa en el exterior, donde sus fachadas son producto de varios estilos: la fachada este es de estilo plateresco, las del norte y oeste, de estilo herreriano. La fachada principal se terminó bajo el reinado de Felipe V y es de estilo churrigueresco. El monasterio también posee otros elementos propios de un edificio de estas características como son: la puerta de entrada churrigueresca, sacristía de la iglesia de estilo gótico-flamígero, el refectorio con su artesonado renacentista o la escalera tipo imperial de estilo barroco.
Los caballeros de la Orden de Santiago ocuparon el edificio durante apenas un siglo. La Batalla de Uclés de la Guerra de la Independencia fue devastadora para el patrimonio. Las desamortizaciones obligan a cerrar el edificio y supone la salida de sus ocupantes. En 1874 pasa a ser propiedad del Obispado de Cuenca, que establece en él una sección del Seminario Conciliar de Cuenca. Entre los siglos XIX y XX, el monasterio pasaría por los más diversos usos y vicisitudes.
Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, el monasterio queda en zona republicana, los frailes y alumnos son expulsados y el edificio vuelve a ser saqueado, lo que hace que pierda lo que le quedaba de su esplendor original. Durante unos años, fue utilizado como hospital y tras el conflicto, como cárcel.
En los años 50 comienza la rehabilitación y adaptación como Seminario Menor del Obispado de Cuenca, convirtiéndose en un lugar clave para la Diócesis de Cuenca donde se forman la mayor parte de los sacerdotes diocesanos.
En 2012, la crisis económica hace mella y el Monasterio de Uclés se vuelve a reinventar y pasa de ser únicamente un lugar de atracción turística, para convertirse en un centro de la vida cultural, educativa, social y religiosa de la zona.
El monasterio y los restos de la fortaleza fueron declarados Monumento Nacional el 3 de junio de 1931. En 2003 se amplió la protección a su entorno y fue declarado BIC. Desde Marzo de 2019 el edificio tiene gestión privada.
Gracias a la iniciativa de la Fundación Fernando Núñez, que nació en el verano de 2020, se ha puesto en marcha un proyecto de revitalización y difusión de los valores históricos y culturales del Monasterio y la villa de Uclés. El edificio se ha convertido en un laboratorio cultural, que realizará a lo largo de los próximos años exposiciones, espectáculos, conferencias y eventos gastronómicos.