Civilizaciones
El cementerio de más de 6.000 años que revoluciona la cultura megalítica
Los últimos hallazgos en el dolmen de Santa Inés son el principio de algo grande que está por llegar
El hallazgo de los restos arqueológicos de un niño que pueden datar de la Edad del Cobre debido a los objetos que han recogido junto a los dientes y cráneos encontrados en el dolmén de Santa Inés, en el municipio de Bernardos, lugar de enterramientos fúnebres de las civilizaciones en la provincia segoviana.
El menor poseía un ajuar funerario pequeño y se encontraba solo, y está revolucionando todo lo que se conoce hasta el momento de la cultura megalítica de la piedra grande, localizada en la zona de Bretaña principalmente pero también en la Península Ibérica, según destacan desde el grupo Eresma Arqueológica, donde piensan que puede ser el principio de un "gran trabajo" que está por llegar.
Un descubrimiento importante que se suma a los hallados en otras campañas de excavaciones, como fragmentos cerámicos pertenecientes a dos periodos prehistóricos diferentes, entre ellos un vaso campaniforme de entre el 2500 y el 1800 a.C., llamado así por la forma acampanada de los recipientes cerámicos dotados de una compleja y rica decoración.
Y es que este yacimiento, que sigue dibujando la personalidad y costumbres de la gente que habitó esta zona hace 6.000 años, no ceja en su empeño por seguir investigando el devenir de diferentes culturas asentadas en la zona desde tiempos pretéritos, pero además, así como por apostar por el uso del patrimonio arqueológico como herramienta vertebradora, dinamizadora y fuente de riqueza del medio rural segoviano.
El dolmen de Santa Inés es un monumento megalítico compuesto por un gran túmulo de tierra y piedra de unos 30 metros de diámetro, en cuyo centro se localiza armazón de piedra que conforma el dolmen, con posibilidad de ser visto desde lejos. De hecho, el uso de la piedra de cuarzo combinada con la pizarra hace que la construcción pueda ser vista mejor gracias a la iluminación del sol en este mineral.
En la parte central se ubica la cámara funeraria, de unos 3 metros y medio de diámetro, que se compone de grandes bloques de pizarra que definen un espacio sepulcral de planta circular. Un espacio en que las comunidades neolíticas sepultaban a sus seres queridos a lo largo del tiempo, según cuentan los expertos.
Además, el acceso a la cámara se realizaría a través de un corredor subterráneo delimitado por grandes piedras de cuarcita blanca cubiertas por un tejado de losas de pizarra gris de buen tamaño.
Posee una orientación especial, ya que la entrada en las galerías hasta el centro de la edificación estaba orientada al sureste, por donde sale el sol durante el solsticio de invierno.
Los enterramientos, según los primeros datos recogidos en las excavaciones, se realizaban de manera conjunta, y se trataba de colectivos de personas fallecidas que se enterraban de igual manera aunque con ciertos rasgos de importancia en los ajuares que empleaban.
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