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El corazón de Miranda: cómo una ciudad vive su sueño futbolero
"Yo no soy muy de fútbol, pero esto emociona. Ver a mi nieto con la camiseta, gritar los goles, ver a los vecinos bajar a Anduva... es algo que te une", dice Rosa

Por primera vez en su historia, el Mirandés se ha clasificado para el playoff de ascenso a Primera División y la ciudad de Miranda de Ebro, orgullosa y vibrante, late al ritmo de un balón.
Una bandera rojinegra ondea en cada esquina, en los balcones, en los coches, en las panaderías y el escudo del Club Deportivo Mirandés ha pasado de ser un símbolo deportivo a un emblema emocional.
"Esto ya no es solo fútbol, es Miranda entera soñando despierta", dice uno de los vecinos de la localidad que espera a que acabe el entrenamiento de los de Alessio Lisci.
En este momento histórico, los jabatos jugarán las semifinales contra el Racing de Santander y nunca antes el club había llegado tan lejos y por eso la ciudad, de apenas 35.000 habitantes, se ha vestido de fiesta y no solo por San Juan del Monte, que este fin de semana ha vivido su día grande, sino también porque en Miranda, ahora, todos son del Mirandés.
"Yo no soy muy de fútbol, pero esto emociona. Ver a mi nieto con la camiseta, gritar los goles, ver a los vecinos bajar a Anduva... es algo que te une", dice Rosa que acude con su marido a los partidos desde hace dos años, solo "por no quedarse fuera del ambiente".
El ambiente en los bares recuerda a una verbena constante. El estadio de Anduva se ha convertido en una especie de santuario. Con apenas 5.800 localidades, cada partido se vive como una final, las entradas de los últimos partidos han estado muy cotizadas y ahora para el playoff se agotaron en horas.
"Esto que estamos viviendo no lo he visto nunca y llevo 40 años aquí", afirma José Mari, quien reconoce que ha visto "al Mirandés en Tercera, en campos sin gradas. Y ahora estamos a tres partidos de jugar contra el Madrid, el Barça o el Athletic. Es una locura".
Muchos añoran la Copa del Rey de 2012, aquella mítica andadura con Pablo Infante como héroe inesperado y la Copa de 2020 que en los días previos a que se declarase el estado de alarma en España, los jabatos pelearon contra la Real Sociedad por hacerse un hueco en una final que terminó ganando el equipo Txuri Urdin, pero reconocen que esto es diferente.
"Lo de la Copa fue un sueño, algo de casualidad, esto es un proyecto, hay una base, hay un equipo, hay un club", dice Lucía, aficionada joven que va a los partidos con su padre desde los 6 años.
El Mirandés ha sabido construirse una identidad que traspasa el fútbol, con un proyecto muy distinto al del resto de equipos, con presupuesto ajustado y una gestión prudente, ha apostado por jugadores jóvenes, cesiones de clubes grandes y una idea de juego reconocible.
La alcaldesa, Aitana Hernando, declaró que este momento se está viviendo "con mucha ilusión y alegría" porque para una localidad como Miranda "es historia y hay que disfrutar del momento, vivirlo. Y seguir soñando que se puede".
En los colegios, los niños discuten sobre alineaciones y, en las redes sociales, Miranda es tendencia cada vez que el Mirandés gana y es que "es la primera vez que somos noticia por algo bonito", dice Sergio, joven mirandés que desde la distancia sigue a su equipo y vuelve a Miranda cada quince días solo para ir al estadio.
Durante los días previos, se preparan murales, celebraciones, camisetas especiales, los vecinos han parado un poco su rutina diaria por ser "un poco más rojillo" antes de la visita del Racing.
La eliminatoria contra el Racing será durísima. Ya se pudo ver en la ida con el 3-3, nadie en Miranda se engaña: el rival tiene historia, plantilla y presupuesto pero también saben que la fuerza de Anduva, la energía de un pueblo volcado y la convicción del vestuario son armas reales.
Gane o pierda, el Mirandés ya ha hecho historia y ha hecho comunidad, Miranda de Ebro ha encontrado en su club de fútbol una razón para mirarse a los ojos y sonreír, para creer que el sueño, aunque parezca inalcanzable, a veces se toca con las manos y mientras el balón rueda, el corazón de Miranda late más fuerte que nunca.
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