Sociedad

Educación para adultos: un mundo de oportunidades

El centro Faustina Álvarez García de León es claro ejemplo de las posibilidades de la educación para adultos para preparar el futuro e incentivar el presente

Alumnos del centro de educación para adultos Faustina Álvarez García de León
Alumnos del centro de educación para adultos Faustina Álvarez García de LeónCampilloIcal

Alfabetización, Enseñanza Secundaria, español para extranjeros, preparación para la prueba de acceso a la Universidad o certificado de profesionalidad... son algunas de las numerosas y diversas ofertas formativas del Centro de Educación Para Adultos, CEPA, Faustina Álvarez García de la capital leonesa, al que acuden personas de más de 18 años que pueden elegir entre turnos de mañana, tarde y noche y en la modalidad presencial o a distancia en algunos casos.

La directora, Lidia Getino, explica que el CEPA supone una nueva oportunidad para los jóvenes y adultos que abandonaron el sistema educativo sin ninguna titulación y para los que es importante a nivel profesional y laboral adquirir una formación básica, obtener el Título de Educación Secundaria, prepararse para poder acceder a los ciclos formativos de grado medio o superior o, ir a la universidad.

En cuanto al alumnado extranjero, detalla, muchos llegan sin conocer la lengua y sin estudios y a otros les resulta muy difícil homologarlos y deciden incorporarse al sistema educativo español. También destaca que el centro abre nuevas vías a los jubilados, a personas activas que tienen inquietudes y que en otro momento no pudo acceder a determinada formación y también resulta enriquecedor para personas que buscan paliar la soledad, socializar o evitar situaciones de desconexión cultural y digital.

La jefa de estudios, Eva Saludes, coincide con la directora en la ilusión que muestra el alumnado y que resulta “motivador” para los docentes. “Esto no es obligatorio y aquí, si vienes, es porque has decidido hacerlo”, señala.

Rubén Fernández, de 18 años, estudiante de Enseñanza Secundaria Obligatoria es un buen ejemplo de ello. “Me gustó la buena vida de no ir a clase. Tuve mis problemas en el instituto por meterme en cosas que no debía y dejé de estudiar después de segundo de la ESO. No me lo tomo como antes, ahora lo hago yo, porque quiero estudiar, quiero saber. No siento esa obligación” comenta y adelanta sus planes: “ayudar en casa trabajando y aportando dinero y luego quizá estudiaré más… mecánica o lo que me apetezca en ese momento. Lo que más me gustaría es ser abogado”.

Lo mejor de la experiencia en el CEPA, dice, es la gente que conoce. “Es mejor hablar con gente más sabia que la de mi edad, que tiene más prejuicios. La gente que ha conocido y ha vivido no los tiene. Es un ambiente más agradable que en otro instituto. Hay diversidad de gente y tienes ese gusto de ir por un pasillo y que te dé los buenos días alguien a quien no conoces. Ese detalle que hay aquí no lo encuentras tan fácil en otros sitios”, comenta. Su madre le dijo: “haz lo que quieras, pero hazlo” y él tomó la iniciativa. “Llevo mucho tiempo perdiendo el tiempo y me dije: tendré que ponerme serio. O lo estudias hoy o lo estudias mañana. No te vas a librar de ello”, añade.

A sus 64 años, Adela Fernández, de Astorga, cursa Competencia Social y Cultural y se muestra entusiasta sobre su presencia en el Faustina Álvarez García después de hacer ejercido durante 40 años como profesora de Infantil y Primaria. “Me encanta aprender y orientada por unas compañeras, me apunté. Esto te cambia la vida. Animo a toda persona jubilada a que se lo haga, porque son unos profesores maravillosos. Tenemos un grupo de Whatsapp y aparte de la clase tenemos otro contacto entre nosotros”, explica -en su caso- sobre una clase compuesta por diez mujeres.

La ausencia de exámenes en su modalidad aporta otro aliciente. “Había personas que no querían ir a la Escuela de Idiomas por eso, porque ya han tenido bastante presión. Aquí no te obligan a estudiar, te motivan a aprender. No se pueden imaginar lo que son estos profesores” dice y elogia el toque personal que los profesores dan a lo que enseñan.

“Son dos años. Quisiera suspender para repetir el año que viene”, bromea, porque ya tiene previsto matricularse en la Universidad de la Experiencia.

La meta de Antonina Salko, enfermera ucraniana de 47 años, es conseguir ejercer su profesión en España, donde trabaja como cuidadora. “Quiero estudiar más, pero estoy trabajando interna y no puedo. Si es posible, quiero trabajar de enfermera”, dice. Por ahora, cursa Conocimientos Básicos, con el objetivo de continuar a Secundaria y llegar a conseguir su título.

Le gustan León y sus gentes y tiene intención de quedarse en la ciudad. “Lucho por mi sueño, por vivir mejor” manifiesta y anima a quien se encuentre en una situación similar a “seguir adelante y estudiar”. Hablar español le resulta más complicado que escribirlo o leerlo y lamenta que no se le corrija lo suficiente y reconoce que a veces le cuesta expresarse por temor a no hacerlo de forma correcta.

Lo mismo le ocurre a Ayov, un marroquí de Tanger de 23 años, matriculado en la Escuela de Ingeniería de Minas, que recibe en el CEPA clases de español. “Ahora estudio en la Universidad y no sé si voy a seguir o no porque hay problemas con la lengua y el idioma hace más difícil estudiar. Tengo intención de aprender más español para poder entender mejor y luego estudiar”, afirma.

“Me gusta, es un entorno muy familiar” afirma sobre el CEPA, donde recibe cuatro horas semanales de clase. Vive con dos españoles, pero eso no le ayuda -por ahora- demasiado en su objetivo. “Tengo la impresión de que cuando hablo español parezco un poco estúpido. Es muy incómodo. Los españoles hablan muy rápido y para los otros es una responsabilidad corregir”, reconoce.

Preparar el acceso a la Universidad para mayores de 25 años es lo que acercó a Lidia Álvarez al CEPA. Relata que de joven no quiso estudiar porque era “muy cabezota”. “En la adolescencia quería ser mayor y me fui a hacer lo que quería hacer. No valoré que hay una cultura mínima que es muy necesaria para la vida”, afirma esta profesional de hostelería especializada en Cocina y Comedor, que trabaja en escuelas de segundas oportunidades y con colectivos en riesgo de exclusión socio-laboral.

Alumnos del centro de educación para adultos Faustina Álvarez García de León
Alumnos del centro de educación para adultos Faustina Álvarez García de LeónCampilloIcal

"Se vuelcan muchísimo en nosotros"

Sobre sus vivencias en el Faustina Álvarez García destaca que se amplía el círculo personal, al conocer a gente que vive diversas realidades y dedica, como sus compañeros, palabras de reconocimiento hacia los profesores. “Se vuelcan muchísimo en nosotros… entienden muy bien nuestra situación y nos ayudan un montón a poder avanzar y superar los exámenes. Trabajan muchísimo con nosotros. No tiene nada que ver con los estudios de cuando era joven. Si hubiese tenido los profesores que tengo ahora, probablemente hubiese seguido estudiando”, asevera.

Para los docentes, la educación de adultos, destaca Lidia Getino, les aporta un punto de vista diferente en el que se adapta la forma de trabajar a la edad del alumnado (desde 18 y hasta más de 90 en algún caso) y el reto de organizar el conocimiento que tienen adquirido por sus vivencias, socialización y experiencias personales y profesionales.

“Los profesores de los centros de adultos nos damos cuenta de las virtudes y defectos de los sucesivos planes educativos, puesto que atendemos la formación de muchas generaciones de estudiantes” declara y sugiere una mayor difusión institucional de este tipo de formación.

“Teniendo en cuenta que las personas adultas cambian su lugar de residencia con relativa frecuencia dentro del territorio nacional, estaría bien una mayor homogeneización en los sistemas educativos de las diferentes comunidades autónomas para así facilitar la continuidad de sus estudios”, apunta y añade que el aumento de la esperanza de vida hace necesario asentar y ampliar la oferta en enseñanzas no formales.

“La sociedad demanda programas específicos, amplios y variados relacionados con las competencias culturales, digitales, memoria y la integración plena de los extranjeros en la sociedad española”, subraya tras ocho años de dirección de un centro activo desde hace más de un cuarto de siglo, por cuyas aulas han pasado muchas personas que han logrado sus objetivos. Por ello, no puede ser otro el mensaje con el que concluye sus reflexiones: “¡Tú también puedes!”.