
Medio Ambiente
La impresionante ruta senderista y las sorprendentes cascadas que esconde el pinar más grande de Europa
Se encuentra en España y cuenta con más de 100.000 hectáreas de extensión

Las variaciones que se están produciendo en estos momentos en el mundo como consecuencia del cambio climático, propicia que cada vez sean más importantes las superficies arboladas. España es una privilegiada en este sentido, ya que cuenta con numerosos bosques, y entre ellos el pinar más grande de Europa. Además esta zona es una joya natural, ya que cuenta con una impresionante ruta senderista repleto de cascadas, lagunas y, como no, árboles. España es un paraíso forestal y se sitúa entre los seis países del Viejo Continente más boscoso, al ser el tercero con más bosques y el séptimo por superficie, con un 36,7 por ciento.
Todo esto hace que los españoles vivan con mayor optimismo su futura lucha contra el cambio climático, aunque los bosques siguen estando en peligro en forma de fuegos, muchas veces originados por los propios hombres. Y entre las masas más importantes en nuestro país son los pinares.
Un pinar es un lugar poblado de pinos. Los pinos, del latín pinus, son árboles que pertenecen a la familia de las abietáceas. Se caracterizan por sus hojas estrechas y puntiagudas y por su tronco elevado y recto. La semilla del pino se conoce como piñón, mientras que su fruto es la piña. Los pinares, por lo tanto, son espacios que presentan una elevada concentración de estos árboles de copa piramidal o redondeada. Un pinar puede ser originario (natural) o haber sido desarrollado por motivos forestales u ornamentales.
Pues el pinar más grande de Europa cuenta con unas 100.000 hectáreas de extensión, y es reconocido también como la mayor masa boscosa de España. Además, entre sus atractivos se encuentra una espectacular ruta senderista para toda la familia. Para disfrutar de este tesoro natural, hay que situarse al norte de una provincia mágica como es Soria. Allí, a más de 1.200 metros de altitud y acompañada por un joven río Duero, espera la Sierra de Urbión, que es donde se encuentra el pinar más grande de Europa, el de Covaleda.
Todo un paraíso verde para aquellos que buscan disfrutar de una naturaleza en estado puro, realizar actividades de ocio al aire libre o simplemente descansar y escuchar el silencio entre bosques, ríos y lagunas glaciares. Desde las altas cumbres del Sistema Ibérico, los ríos Duero y Arlanza vertebran valles cubiertos por una extensa masa forestal donde el pino es el rey. Se trata de la masa boscosa más grande de la Península Ibérica donde la piedra, la vegetación y la tradición pinariega han modelado un entorno irrepetible.
Debido a su riqueza y diversidad, se encuentran varios espacios naturales protegidos como las Lagunas Glaciares de Neila, la Laguna Negra, el Cañón del Río Lobos, la Fuentona y Sabinar de Calatañazor o los Sabinares del Arlanza y la Yecla, así como otros enclaves de alto valor natural y paisajístico como el bosque del Amogable o el embalse de la Cuerda del Pozo.
Pero nos vamos a centrar en el Pinar de Covaleda. Más de 105 kilómetros cuadrados donde el pino silvestre muestra su poderío sobre otro tipo de árboles como hayas, robles, arándanos, brezo, margarita alpina o helechos, todos ellos incluidos en la Red Natura 2000. Nos topamos con una pequeña localidad, con apenas 1.500 habitantes y sobre 1.214 sobre la altura del mar, como es Covaleda. El pinar se enmarca en el Parque Natural de Laguna Negra y los Circos Glaciares de Urbión, y aquí prospera entre variados accidentes del terreno, entre los que destacan los circos y valles glaciares, que nos regalan lagunas irresistibles.
Ruta Senderista
Entre los miles de pinos que dan forma a este vergel, algunos son ejemplares con siglos de historia, existe una ruta para acercarse a estos árboles venerables y sentir su poder: es la senda de los abuelos del bosque. El itinerario está bien señalizado y arranca en el cruce de Tejeros, donde se aprecia una bifurcación en dirección a la montaña.
El sendero comienza en el cruce de Tejeros, en el kilómetro 15 de la pista forestal asfaltada de acceso a Urbión, que arranca desde el municipio de Covaleda. Para llegar hasta el inicio del sendero es necesario tomar la pista forestal asfaltada que sale desde el punto kilométrico 57,4 de la carretera SO-850, junto al polígono industrial Cabañeros de Covaleda, siguiendo la indicación de Picos de Urbión. Esta pista conducirá a algunos de los parajes más singulares de esta vertiente del espacio natural, como es el Refugio del Becedo, el Refugio de Bocalprado y por fin al cruce de Tejeros.
Desde el cruce de Tejeros, el sendero realiza un recorrido circular de 2 kilómetros de longitud y se encuentra claramente señalizado para facilitar su seguimiento. El itinerario recorre algunos de los árboles de mayores dimensiones del Parque Natural de la Laguna Negra y Circos Glaciares de Urbión para presentar estos magníficos ejemplares y contribuir así a su conservación.
El sendero entre estos singulares pinares finaliza en el Pino Rey, el más espectacular y longevo de todos ellos. Este ejemplar de la especie Pynus sylvestris de 1,75 metros de diámetro, casi 20 toneladas de peso y una edad próxima a los 450 años, se abre paso en un claro del bosque rodeado de otros árboles que parecen pequeños a su lado.
El paseo por esta inmensidad verde, formada por masas de pinar, robledal y hayedo, llenarán todo lo que abarca nuestra vista. Los arroyos, el olor a humedad, los suelos tapizados de arándanos y la agradable temperatura, facilitan la experiencia de sumergirse en un entorno forestal acogedor y majestuoso.
Cascadas
La zona también cuenta con bellos saltos de agua. Se trata de una ruta circular idónea para hacerla en cualquiera de los dos sentidos. El recorrido se inicia en el centro del pueblo junto a la oficina de turismo. Se baja por la carretera CL-117 que va a Salduero y se abandona muy pronto, en apenas 400 metros a la izquierda.
Se desciende por un camino sin marcas claras, que transcurre entre prados y construcciones de granjas, cruzamos un puente sobre el arroyo de La Tejera y se enlaza con la Senda de Matallana. Pronto aparecen las marcas verdes y blancas de ruta local que nos conducen hasta las tres primeras cascadas: Río Ojeda. La Chorrera y Paso Peñoncito.
Esta ruta es una nueva forma de acceder a las cascadas por el denominado camino de Matallana, que ha sido recientemente, y que permite ver cuatro de las cinco cascadas de este espacio, ya que quedaría la Cascada del Médico, que pertenece a otro recorrido más complicado.
Lagunas
El espectáculo no se queda con las cascadas, sino que cerca del Pinar más grande de Europa se encuentran otros espacios de gran belleza. Ascendiendo con el pico Urbión como referencia, viejos caminos pedregosos conducen hasta el espectáculo formidable de los circos glaciares. Allí la roca forma tremendos anfiteatros y, a sus pies, encontramos tesoros como la Laguna Negra o alguna más pequeña. Sus aguas cristalinas reflejan los cielos inmaculados de este lugar, un rincón de silencio absoluto alejado de la civilización.
Más arriba aún, en un reino casi inaccesible donde inevitablemente nos sentimos minúsculos, nace el río Duero, a más de 2.100 metros de altitud, que luego desciende hasta la vecina localidad de Duruelo de la Sierra.
Covaleda
También son muchos los municipios situados en esta zona, pero el gran protagonista es Covaleda. Los orígenes de la localidad soriana hay que buscarlos en la Edad de Bronce. Allí habitaron tribus celtíberas de pelendores y duracos que pelearon contra los conquistadores romanos, que acabaron imponiéndose. De dicha civilización permanecen aún hoy los restos de la calzada y el puente de Santo Domingo.
Su nombre hace referencia a la existencia de cuevas y abre un abanico infinito de sendas y rincones por los densos bosques y sierras que la circundan. Montes que esconden parajes como Ambas Cuerdas, Bocalprado, Tejeros o la Piedra Andadera.
Es el lugar perfecto para acudir a realizar actividades como: senderismo, montañismo, ciclismo de montaña, esquí de fondo. Covaleda es un pueblo próspero y bien cuidado, la arquitectura cuenta con construcciones recientes, esto se debe a que sufrió un incendio a principios del siglo XX en el que desaparecieron casi todas las casonas antiguas. El fuego no se llevó la iglesia de San Quirico y Santa Julita, templo construido entre los años 1698 y 1706 por el maestro de obras Baltasar de Pontones. Es el último ejemplo soriano del sistema constructivo gótico.
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