Sociedad
El pequeño pueblo que rescata del olvido la vida cotidiana del pasado siglo
Con apenas medio centenar de vecinos, este municipio cuenta con hasta dos museos que rinden homenaje a sus antepasados desde la escuela rural a los viejos oficios y tradiciones pasando por el día a día en el campo
Castilla y León puede presumir y, de hecho lo hace, de ser la región de la España autonómica que cuenta con el sistema educativo que más y mejor enseña a sus alumnos, como ha quedado de manifiesto en el último informe PISA, aunque no solo, ya que es una tendencia de más años.
La implicación de la comunidad educativa, desde los padres hasta los alumnos, pasando por los profesores y el personal de los centros educativos, así como la apuesta por la equidad, la elección libre de los centros por parte de las familias o el hecho de que en muchos pequeños pueblos se puedan abrir aulas con tan solo tres alumnos, son cuestiones que están detrás y explican el por qué este éxito educativo en Castilla y León.
Una Comunidad en la que la Educación siempre ha estado muy arraigada, sobre todo en el medio rural.
Pues en Castilla y León, y más en concreto en un pequeño pueblo de la provincia de Segovia, de nombre Otones de Benjumea, que pertenece a Torreiglesias y cuenta con apenas medio centenar de vecinos empadronados.
Un municipio situado a una treintena de kilómetros de Segovia y que debe su nombre a la unión de Otones, nombre que tuvo hasta los años 1920, referente a los oteros que dominan el paisaje, y a Benjumea, por Luis Benjumea Calderón, el que fuera director general de Acción Social en la dictadura de Primo de Rivera y promovió la ley que hizo posible que los vecinos adquirieran las tierras hasta entonces propiedad de la nobleza.
Una pequeña población, a cuyos habitantes les llaman otonenses, que tiene al sector primario como actividad económica principal, con el cultivo del trigo, la cebada, el centeno y el girasol como protagonistas, además de la ganadería porcina.
Pero este pequeño pueblo es conocido también por ser uno de los pocos, y además pionero, puesto que después le han seguido otros por todo el país, que ha querido agradecer con un homenaje perpetuo a la escuela rural. Algo que hace desde uno de los dos centros museísticos con los que cuenta la localidad: el Museo Pedagógico "La última Escuela", depositario de una buena parte de la historia de la Educación en España, por cuanto en este lugar coexisten recursos y materiales que se usaban en el siglo XIX hasta los estertores del régimen de Franco. En concreto, hasta el año 1971, que es cuando se suprimió el colegio en este pueblo.
La sede de este singular y especial museo inaugurado en 1996, o lo que es lo mismo, hace 28 años, se encuentra en las antiguas escuelas y alberga más de 25.000 piezas entre libros y objetos de material escolar, como pupitres, fotografías, iconografía, documentos y recursos educativos de la época, como mapas, según informan desde la web del museo, co.
Todo un elenco de materiales escolares con los que Otones de Benjumea quiere mostrar las huellas de ese momento histórico y brindar un más que merecido homenaje a los maestros de escuela, pero también a las familias y los niños que lo hicieron posible y pasaron por allí.
Una iniciativa que ha querido recuperar el utillaje escolar, hasta hace poco olvidado y menospreciado, pero que ha sido fuente de saber y de aprendizaje para numerosas generaciones de este país y que ha sido vital e imprescindible en el conocimiento y difusión de la cultura de la educación formal y del crecimiento del país.
Homenaje al campo también
En Otones de Benjumea, además existe otro espacio museístico que se abrió en 2001, que hay que conocer y visitar. Se trata del Museo Etnográfico "Remembranzas", relacionado con el campo y las actividades agrícolas y ganaderas, que formaban parte de la vida cotidiana de una aldea hace más de medio siglo. Un centro que ha ido progresivamente aumentando sus fondos gracias a las continuas cesiones de aperos de labranza y otros objetos del pasado siglo.
Este museo se ubica en la “Casa del Marqués”, casona señorial del s. XIX, reúne aperos de labranza, útiles del hogar, objetos antiguos, juegos tradicionales, con el fin de rendir homenaje a sus antepasados y servirnos de enseñanza didáctica.
Un espacio en el que el visitante puede empaparse de lo que eran las labores agrícolas y ganaderas de la época, como la siembra, la recolección, la vendimia o el pastoreo, así como de los oficios que había y que se están perdiendo en estos días, como la herrería o la carpintería, que complementaban a las principales actividades productivas, además de los útiles del hogr relacionados con la matanza o la higiene, el ajuar de la casa e incluso juegos y deportes tradicionales además de otras formas de esparcimiento; cole.
Dos iniciativas impulsadas por la Asociación Cultural «El Corralón» que, al igual que con la escuela rural, pretende recuperar y transmitir las tradiciones, las costumbres y las formas de vida de esta pequeña localidad.
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