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Día de la Comunidad

Lo que celebra Castilla y León el 23 de abril

Villalar de los Comuneros espera la presencia de miles de personas durante este domingo festivo y reivindicativo en Castilla y León

"Ejecución de los comuneros de Castilla", del romántico Antonio Gisbert archivoLa Razón

Castilla y León está de fiesta este domingo 23 de abril, en el que se celebra la Fiesta de la Comunidad, y especialmente en un lugar emblemático como es la localidad vallisoletana de Villalar de los Comuneros.

Un municipio para la historia por cuanto hace 502 años se llevó a cabo en este municipio la batalla entre los comuneros liderados por Bravo, Padilla y Maldonado contra las tropas del rey Carlos I, al mando de Íñigo Fernández de Velasco y Mendoza, y que supuso la derrota y posterior ajusticiamiento de estos tres cabecillas un día más tarde. La victoria realista fue fulminante y desde ese momento la nobleza quedó neutralizada frente a la triunfante monarquía.

¿Pero quienes eran los comuneros?

Juan Padilla era un hidalgo castellano de origen toledano. Casado con María López de Mendoza y Pacheco, que asumió el mando de las comunidades de Castilla desde Toledo. Francisco Maldonado era un capitán salmantino y Juan Bravo pertenecía a la baja nobleza, familiar del conde de Monteagudo de Mendoza.

Sobre el momento de su ajusticiamiento existen diferentes anécdotas o relatos, como por ejemplo que Juan Bravo pidió ser ajusticiado primero para no ver morir a Padilla.

También se oyó decir a este último en el pregón que los degollaban por traidores, volvióse al pregonero verdugo, y díjole: “Mientes tú, y aún quien te lo manda decir; traidores no, más celosos del bien público sí, y defensores de la libertad del reino”.

El alcalde Cornejo dijo a Juan Bravo que callase; y Juan Bravo respondió no sé qué, y el alcalde le dio con la vara en los pechos, diciéndole que mirase el paso en que estaba y no curase de aquellas vanidades. Y entonces Juan de Padilla le dijo: “Señor Juan Bravo, ayer era día de pelear como caballero, y hoy de morir como cristiano”.

[...] Llegando a degollar a Juan de Padilla, estaban junto a él algunos caballeros; entre ellos era uno don Enrique de Sandoval y Rojas, hijo mayor del marqués de Denia. Juan de Padilla se quitó unas reliquias que traía al cuello y dioselas a don Enrique, y díjole que las trajese el tiempo que durase la guerra, y le suplicaba que después las enviase a doña María Pacheco su mujer. Hecho esto, yéndose a poner para ser degollado, vio que estaba allí junto, el cuerpo muerto de Juan Bravo, y díjole: “¿Ahí estáis vos, buen caballero?”. Luego le cortaron la cabeza en la manera que a Juan Bravo, y ambas las pusieron en sendos clavos en aquella picota.

¿Pero por qué se produce esta revuelta?

Pues hay que remontarse a 1517, cuando el hijo de Juana de Loca es nombrado rey de España, siendo un desconocido para los españoles y España para él. No sabía hablar castellano y desconocía la idiosincrasia del país. La situación se complica cuando decide elevar los impuestos, por la grave situación económica que sufría la Corona y para sufragar incursiones militares en Europa, lo que provoca el malestar social y que se levanten contra él.

Los comuneros deseaban cambiar la historia de España. Su intención era ganar y poner a un rey de España que fuera español o, como mínimo, que se adaptara a las características que ellos pensaban. De haberlo conseguido, hoy en día la historia de España sería diferente.

Uno de los primeros precedentes de la actual celebración tenía lugar allá por el año 1821, cuando el famoso guerrillero castellano Juan Martín Díez “El Empecinado” y sus compañeros, organizaban una expedición en busca de los restos de los tres héroes y donde rindieron un homenaje en el lugar, coincidiendo con ese día del 23 de abril. En 1889 se erigía el obelisco en el lugar exacto donde acontecieron los hechos y ya metidos en el siglo XX hubo algunos conatos de intento por celebrar ese día, hasta que llegaba el año 1976 cuando se celebraba la primera concentración autonomista en Villalar, ya de los Comuneros, que había adoptado ese nombre en el año 1932.

Pese a la prohibición gubernativa, cerca de medio millar de personas se concentraban allí, siendo desalojados por la Guardia Civil. El germen ya estaba hecho y no menguó y cada año fueron incrementándose el número de personas que se acercaban hasta la campa, llegando hasta 200.000 personas algún año.

En el Estatuto de Autonomía de Castilla y León, aprobado en el año 1983, se declaraba finalmente que el “23 de abril queda como fiesta de la Comunidad. Y la Ley 3/1986 aprobada el 17 de abril de 1986 se ratificaba esta fecha, coincidiendo con dos efemérides en la actualidad: El Día del Libro y la entrega del Premio Cervantes.

Desde entonces, la tradición, grupos de folk de música han protagonizado esta jornada festiva y lúdica, donde nunca fallan las reivindicaciones políticas y sociales, que a veces han empañado la fiesta de todos los castellanos y leoneses.

Crispación política

Este año viene marcada la fiesta por el mal ambiente político y la crispación existente entre los partidos de Gobierno y la oposición, como se ve en cada sesión plenaria, pero también por las ausencias de partidos políticos como PSOE, Unidas Podemos, Ciudadanos o la UPL además de los sindicatos UGT y CCOO en la entrega de los Premios Castilla y León este viernes pasado.

Se esperan cielos nubosos pero temperaturas que podría llegar a los 21 grados en el momento álgido de la fiesta cuando se produzcan las ofrendas florales junto al monolito y con la lectura del tradicional Manifiesto, que han firmado este año 19 entidades entre partidos, asociaciones y sindicatos.

Un texto que, entre otras cosas, se ha planteado como una forma de "resistencia" respecto a las políticas aplicadas por el Gobierno de coalición que en esta Comunidad mantienen el PP y Vox, a los que acusan de haber retrocedido en derechos y deteriorar la democracia. Y con el que llaman a la ciudadanía a mostrar su rechazo en forma de voto en las elecciones de mayo.